La oferta de bicicletas eléctricas crece prácticamente cada día. Plantearse hoy su compra supone un esfuerzo para comparar modelos, marcas y especificaciones, lo que puede convertirse en un trabajo muy complejo. Sin embargo, antes de empezar con esa ardua tarea, hay que tener claras una serie de cuestiones para no errar el tiro y adquirir un modelo que no cumple las expectativas. Estos son las seis cuestiones principales a considerar.
¿Qué bicicleta se necesita realmente?
Hay muchos tipos de bicicletas eléctricas. Cada uno de ellos tiene unas características específicas que se corresponden con diferentes necesidades. Antes de tomar una decisión final es importante entender las diferencias entre bicicletas de ciudad, de montaña, de trekking, híbridas, etcétera.
Las bicicletas eléctricas urbanas son perfectas para los desplazamientos urbanos diarios. Si el uso principal va a ser para ir al trabajo, ir de compras y/o realizar diversas actividades, es una muy buena opción. Se caracterizan por tener un cuadro bajo, lo que facilita subir y bajar de ellas, y permiten una posición de conducción cómoda. Además, suelen admitir diferentes accesorios como portaequipajes integrados, guardabarros, luces y candados de seguridad. Además, si se combiana su uso con el transporte público, la opción de una bicicleta eléctrica plegable puede ser muy interesante.
Las bicicletas eléctricas de montaña están diseñadas para terrenos difíciles. Generalmente, incorporan doble suspensión con amplios recorridos. Cuentan con llantas más anchas para adaptarse a terrenos irregulares y accidentados con grava o barro. El sistema de frenos se basa en discos, ya que se comportan mejor con las acumulaciones de barro y, por la misma razón, se accionan mediante un circuito hidráulico.
Las clásicas bicicletas de carretera, ahora electrificadas, buscan un equilibrio entre la ligereza y la necesidad de asistencia. En este caso se suelen emplear motores menos potentes que ayudan al ciclista solo en ciertos momentos, mientras que una buena parte del recorrido se mantienen apagados. En estos casos, hay que valorar las resistencias por rozamiento que ofrece el motor y la naturalidad del apoyo. Una variante de ellas son las bicicletas eléctricas de gravel, muy versátiles, que, además de poder ayudar en la carretera, también permiten circular por sendas y caminos sin pavimentar, aunque en cuestiones prácticas, requieren más o menos las mismas virtudes que las de carretera.
Las bicicletas eléctricas de trekking están relacionadas con la práctica aventurera del ciclismo. Son también conocidas como bicicletas de turismo porque tienen llantas más anchas y una horquilla de suspensión delantera para suavizar la conducción sobre terrenos irregulares. A menudo, incluyen bastidores para transportar equipos de senderismo y ganchos para permitir la carga. Son mucho más potentes que el resto de los modelos, permiten circular por montaña y/o recorrer largas distancias.
Otro punto importante a tener en cuenta es elegir el nivel de asistencia eléctrica deseado que se mide por el par que es capaz de ofrecer el motor y por la ubicación de este. Para recorridos básicos, en general planos, un motor situado en el buje de la rueda trasera (o delantera) con un nivel de asistencia bajo (hasta los 50-60 Nm) es suficiente. Si la bicicleta eléctrica se va a utilizar en recorridos montañosos o más largos, es más aconsejable un mayor nivel de asistencia eléctrica (alrededor de 80 Nm o más), preferiblemente integrado en el buje del pedalier y una batería de mayor capacidad.
Especificaciones técnicas
Lo que distingue una bicicleta eléctrica de una muscular es que está equipada con un motor y una batería, por lo que es importante entender cómo funciona el sistema de asistencia y familiarizarse con sus componentes para no errar en la compra.
La primera diferencia está en la ubicación del motor. Puede colocarse en el buje, tanto de la rueda delantera como de la trasera. Si bien la asistencia eléctrica se proporciona directamente en la rueda, sin transmisiones intermedias, esta arquitectura puede desequilibrar la proporción de pesos, lo que se nota a la hora de la conducción, además de dificultar el desmontaje de las ruedas.
En una bicicleta eléctrica equipada con un motor en el buje del pedalier, entre las bielas de los pedales, la asistencia se realiza directamente sobre ellos. Al posicionarse aquí, un sensor de par puede captar la fuerza del pedaleo lo que permite adaptar el nivel de asistencia a las necesidades del ciclista. Además, generalmente, las bicicletas eléctricas con motor central tienen una mejor distribución del peso lo que se traduce en una mejor sensación de manejo.
Los motores de rueda se utilizan normalmente en bicicletas eléctricas de nivel de entrada (además de emplearse, a veces, en carretera y gravel) mientras que los motores centrales suelen ser para bicicletas de alto rendimiento. La elección entre estos dos tipos de motores dependerá de las preferencias personales y del uso que se le vaya a dar a la bicicleta eléctrica.
Normativa que debe cumplir
También es importante conocer la normativa vigente para las bicicletas eléctricas en el lugar en el que se va a utilizar. En España, pueden estar equipadas con un motor cuya potencia máxima sea de 250 W, y deben cortar la asistencia por encima de los 25 km/h. Además, no están permitidos los aceleradores: el motor solo se pone en marcha cuando se pedalea. Si se incumple alguna de estas condiciones, la bicicleta pasa a la categoría de ciclomotor, lo que exige la contratación de un seguro, la matriculación, los elementos básicos para la circulación y la licencia de conducción.
El gancho del precio
Aunque la idea de comprar la bicicleta eléctrica más barata del mercado puede resultar tentadora, a largo plazo, puede acarrear algunos inconvenientes que no cubren el ahorro de dinero. Lógicamente, las más caras cuentan con componentes y materiales de mayor calidad y ofrecen una vida útil más larga.
Las bicicletas económicas tienden a implementar componentes de menor calidad que pueden averiarse o incluso romperse con mayor facilidad. En consecuencia requerirán reparaciones y remplazos más habituales. Por eso, hay que considerar la compra de una bicicleta eléctrica como una inversión a largo plazo, especialmente si planea utilizarse como un medio de transporte o, incluso, como una herramienta de trabajo para desplazarse.
La batería es, por ejemplo, uno de los componentes más importantes porque proporciona la energía necesaria para alimentar el motor eléctrico. Una batería de más calidad garantiza una mayor autonomía, una recarga más rápida y una vida útil más prolongada. Por contra, una batería de mala calidad puede inutilizar la bicicleta en poco tiempo.
Cuando la bicicleta va a utilizarse como una herramienta de trabajo es importante no escatimar en sistemas de seguridad antirrobo. Estos son los que implementa de serie la propia bicicleta, como son los candados electrónicos y los sistemas de comunicación y rastreo por gps. Si no se cuenta con ellos, no hay que escatimar en la compra de candados de buena calidad que garanticen las máximas dificultades para los ladrones.
En la actualidad, las bicicletas eléctricas se utilizan mucho en ciudad como medio de transporte diario compartiendo la vía con el resto de vehículos. Por eso, algunos fabricantes también implementan sistemas de asistencia a la conducción que previenen de accidentes mediante avisos sonoros y luminosos. Este es otro aspecto que también es recomendable valorar en la decisión de compra.
Probar la bicicleta antes de comprarla
Un error clásico de quien compra su primera bicicleta eléctrica es hacerlo on line sin antes haberla probado. La prueba permite saber cómo se comporta en condiciones reales y cómo se adapta ergonómicamente a cada usuario. Se puede examinar la facilidad del pedaleo, la comodidad del sillín o la posición de conducción. También se comprueba la respuesta del motor y la calidad de los frenos y de la suspensión. Estos factores pueden afectar a la calidad de la experiencia de conducción y, por lo tanto, determinar si la bicicleta eléctrica es realmente adecuada para cada necesidad.
Cada eBike tiene una geometría única y cada ciclista requiere una posición de conducción específica. Por eso, es importante encontrar la que mejor se adapte a la altura y al estilo de cada uno. Es aconsejable probar varios modelos diferentes y comparar y hacerlo en diferentes condiciones: cuesta arriba y cuesta abajo, en caminos pavimentados y lisos y probando todos los niveles de asistencia.
Garantías y mantenimiento
Para garantizar una larga vida y un funcionamiento óptimo de la bicicleta eléctrica, es imprescindible asegurar su mantenimiento y conservación. Los componentes eléctricos y la batería las hacen más complejas que las bicicletas tradicionales y requieren, por tanto, un mantenimiento regular, lo que conlleva un extra de costes que hay que tener en cuenta.
El coste de un servicio y mantenimiento varía según la calidad y la tecnología de la bicicleta. Se recomienda realizar una revisión anual para asegurarse de que funciona correctamente. Este servicio puede incluir el reemplazo de llantas, el ajuste de frenos, la limpieza y lubricación de la cadena y la verificación del estado de la batería.
Las baterías de las bicicletas eléctricas tienen una vida útil limitada. Según el modelo y el uso, pueden durar de tres a cinco años. Sin embargo, cuidarla adecuadamente puede prolongar su vida útil. Una norma de buena práctica es cargarla correctamente, sin llegar al 100%, y dejarla completamente descargada durante períodos prolongados. Además, se aconseja guardarla en un lugar seco a temperatura ambiente.
Por último, también es importante tener en cuenta que los repuestos para bicicletas eléctricas pueden ser más caros que los de las tradicionales, lo que también influye en su coste final de propiedad.
