La degradación de las baterías en los coches eléctricos es una de las preocupaciones más repetidas por los conductores que se plantean dar el salto a la movilidad eléctrica. Sin embargo, un nuevo estudio de Recurrent, compañía especializada en analizar el rendimiento real de los vehículos cero emisiones a lo largo del tiempo, vuelve a poner las cosas en perspectiva: sí, todas las baterías pierden capacidad, pero en la mayoría de modelos modernos el impacto es menor de lo que muchos creen. Y, lo más interesante, no todas las marcas envejecen igual.
El análisis recoge datos telemáticos de miles de vehículos, comparando su autonomía real en el momento en que salieron del concesionario con la autonomía que registran tres años después. El resultado: Cadillac, Hyundai, Mercedes-Benz, Mini, y Rivian se sitúan en cabeza, mostrando la menor pérdida de capacidad de las celdas del paquete de baterías. Tesla, habitual referencia del sector, también firma una actuación sólida con una retención de autonomía superior al 96% al cabo de tres años, pero se queda por detrás de Ford, Nissan, y Audi.
En el extremo contrario aparecen Volkswagen, BMW y Jaguar, que presentan las mayores caídas en autonomía. Aun así, incluso estos modelos mantienen más del 90% de su capacidad original, una cifra que, en términos de uso diario, puede ser perfectamente asumible.
¿Por qué algunos eléctricos no muestran pérdida de autonomía?
Una de las conclusiones más llamativas del informe es que ciertos modelos prácticamente no evidencian pérdida alguna de autonomía en los primeros años. Eso no significa que la batería no esté envejeciendo. Según explica Liz Najman, directora de investigación de mercado en Recurrent, la razón suele estar en cómo gestionan los fabricantes los buffers internos de las baterías.
En otras palabras, algunos coches esconden un porcentaje de capacidad adicional que permanece inaccesible para el conductor. A medida que la batería se degrada, el fabricante puede liberar parte de ese margen para que el usuario no note una pérdida de autonomía. También entran en juego actualizaciones de software que ajustan parámetros como la regeneración o la eficiencia general del sistema.
La tecnología importa… y la antigüedad también
Los datos de Recurrent muestran además que el ciclo de vida tecnológico pesa. Marcas con modelos más veteranos, como el Jaguar I-Pace (lanzado en 2018) o el BMW i3 (2014-2022), salen peor paradas al compararse con vehículos más recientes que incorporan avances en refrigeración, gestión térmica o química de baterías.
Algo similar ocurre dentro del grupo General Motors: Chevrolet queda por debajo de Cadillac en la clasificación debido al Chevrolet Bolt, un modelo con baterías de generación anterior que no aprovecha las últimas innovaciones de la plataforma Ultium utilizada por los Cadillac eléctricos.
La buena noticia: no deberías preocuparte por la autonomía
Más allá de las diferencias entre marcas, el mensaje global del estudio es tranquilizador. Según Recurrent, la mayoría de vehículos eléctricos no solo mantienen bien su capacidad: incluso superan su autonomía EPA (en Europa lo denominamos WLTP) durante los dos primeros años. La curva de degradación, además, es predecible: se pierde algo más al principio, pero la caída se vuelve muy lenta con el paso del tiempo.
“Para la mayoría de conductores, la pérdida de autonomía no será un problema real en los primeros años de vida del coche”, apunta Najman. En resumen: si estás pensando en comprar un eléctrico, la autonomía a largo plazo debería estar al final de tu lista de preocupaciones.