Lecciones aprendidas para quien compró un coche eléctrico ‘caro’ y un año después vale menos que un gasolina de tercera mano

Destacaba por una gran autonomía y un diseño muy atractivo, pero las averías sin respaldo oficial, escasez de recambios y compromisos incumplidos determinan el triste declive de este SUV eléctrico.

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El Fisker Ocean se desplomó un 80% en menos de un año tras la quiebra de la marca. Grok
11/06/2025 13:00
Actualizado a 12/06/2025 12:19

Lo que prometía ser una alternativa ambiciosa en el mercado de los SUV eléctricos, el Fisker Ocean, ha derivado en una pesadilla para sus primeros compradores. Lanzado en 2023 con gran expectación, apenas un año y medio después su valor se ha desplomado precipitadamente tras la declaración de quiebra de Fisker Inc., dejando a sus propietarios atrapados con un vehículo atractivo en apariencia pero condenado a una depreciación extrema.

En un vídeo difundido por el popular canal Edmunds Cars, uno de los primeros compradores del Ocean desvela su angustia: adquirió el SUV por unos 70.000 dólares a principios de 2024, pero ahora, diez meses después, su valoración no supera los 13.500 dólares. Se trata de una pérdida de más del 80 % de su valor inicial, unos 56.500 dólares menos, situándolo a la altura de vehículos de gasolina muy usados.

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El influencer ha compartido su infernal experiencia con el Fisker Ocean, detallando los problemas que ha sufrido.

De 70.000 a 13.500 dólares: Averías, falta de recambios y soporte técnico inexistente

Esta depreciación se ve acentuada por el colapso de la compañía: con Fisker en quiebra, el Ocean ha perdido una de sus principales fortalezas tecnológicas: las actualizaciones de ‘over-the-air’ que permiten mejoras constantes en los vehículos eléctricos. El propietario lamenta que el SUV haya quedado “congelado en el tiempo”, sin posibilidad de corregir fallos o incorporar nuevas funciones.

El testimonio del usuario de Edmunds Cars detalla una serie de fallos que han empeorado la experiencia de conducción. Desde detectores de llave que no funcionan a la perfección, pasando por errores en la pantalla central o sistemas auxiliares, como la cámara de marcha atrás o el arranque en pendiente que operan de forma intermitente o con baja calidad.

Además, la crisis de Fisker ha dejado un desabastecimiento grave de recambios oficiales. Los propietarios, carentes de cobertura de garantía o servicio, se han visto obligados a acudir a proveedores independientes, con los riesgos que ello conlleva.

Este comprador también lamenta otro prometido avance tecnológico que nunca se concretó: una app móvil para gestionar el vehículo. La promesa quedó en nada, y ahora el Ocean solo dispone de una única llave física, lo que convierte cualquier pérdida en una emergencia absoluta.

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El Fisker Ocean se comercializaba en su versión más equipada por aproximadamente 70.000 $.

Un vehículo notable atrapado en la quiebra

Pese a todos estos problemas, no todo son sombras: Edmunds Cars reconoce que el Fisker Ocean mantiene aspectos destacables, como un diseño atractivo y una autonomía excepcional de hasta 575 kilómetros en condiciones reales de uso. También resalta la versatilidad de sus ventanas, incluida la luneta trasera, que se puede abrir totalmente, facilitando el transporte de objetos voluminosos como una tabla de surf sin necesidad de portaequipajes externa.

Estas cualidades, no obstante, quedan eclipsadas por el colapso económico: perder más de 56 000 dólares en menos de un año convierte una inversión esperanzadora en una pesada carga financiera.

Sin salida para los propietarios

Por ahora, las posibilidades de recuperar el valor están limitadas al rescate de los activos de Fisker por parte de una gran empresa. Un hipotético comprador podría relanzar proyectos, garantizar soporte técnico y distribución de piezas, devolviendo parte del valor perdido. Sin embargo, hasta el momento no existe interés público de ninguna gran corporación en adquirir Fisker, lo que deja el futuro del Ocean en una situación de limbo.

Este caso despierta varias señales de alarma para quienes piensan en un vehículo eléctrico, especialmente en mercados emergentes o marcas con poca trayectoria industrial:

  • Riesgo de marca: optar por fabricantes emergentes implica apostar por logística, soporte y continuidad de negocio inciertos. La quiebra puede dejar el vehículo sin servicio ni valor de mercado.
  • Depreciación acelerada: mientras que un eléctrico de una marca consolidada pierde aproximadamente un 40–50 % en cuatro años, un modelo sin soporte puede sufrir una pérdida de más del 80 % en menos de un año.
  • Importancia del soporte técnico: actualizaciones, aislamiento ante fallos y disponibilidad de recambios son elementos clave para mantener la fiabilidad y valor del vehículo.
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Aun así, Edmunds destaca aspectos positivos del Fisker Ocean, como la funcionalidad que permite abrir todas sus ventanas.

Oportunidades y precauciones en el segmento de ocasión

La sobresaturación del Fisker Ocean en el mercado de segunda mano podría abrir oportunidades. En 2025, el mercado español ofrece eléctricos utilizados por menos de 20.000 euros con garantías aún activas y respaldo técnico fiable . Pese a ello, los compradores deben extremar la precaución: es vital investigar el historial del fabricante, la disponibilidad de soporte y la procedencia del vehículo.

La historia del Fisker Ocean muestra que la tecnología no basta si falla la estructura empresarial. Para los entusiastas de los vehículos eléctricos, este caso subraya la necesidad de valorar no solo la autonomía o el diseño, sino también el respaldo industrial y financiero. En un mercado emergente, la seguridad de invertir en marcas sólidas se convierte en un componente imprescindible de una elección inteligente.