¿Cómo afectan las compras navideñas a la calidad de vida en nuestras ciudades?

El aumento de las ventas online tiene un impacto directo en la contaminación de las ciudades. Por eso, es imprescindible implementar medidas que contribuyan a hacer de la logística un sector más limpio, eficiente y sostenible.

Cada compra online deja una huella de carbono que puede reducirse con la electrificación de la última milla.
Cada compra online deja una huella de carbono que puede reducirse con la electrificación de la última milla.
16/12/2025 14:05
Actualizado a 16/12/2025 14:05

Si ya noviembre, con sus promociones y descuentos en días como el Black Friday o el Cyber Monday, superó en ventas al mes de enero en España, en diciembre -el mes de consumo por excelencia-, las previsiones se disparan.

Este aumento se refleja directamente en las ventas online -según la asociación IAB Spain, 26 millones de personas realizan compras en línea al menos dos veces al mes- y en la cantidad de furgonetas que entran y salen de los barrios para entregar paquetes, abastecer comercios o recoger devoluciones, aumentando las emisiones de cada día.

La distribución urbana de mercancías es parte de un engranaje imprescindible para la vida de las ciudades, pero también una fuente constante de ruido, contaminación y estrés cotidiano.

Este sistema logístico ya representa una cuarta parte de las emisiones contaminantes en las ciudades. La última milla -el trayecto en el que el paquete viaja del almacén al domicilio- concentra la mitad del CO2 generada por cada envío. A eso se suma que este modelo de reparto es responsable de hasta el 40% del tráfico urbano.

En la práctica, esto no solo se traduce en miles de furgonetas realizando trayectos cortos que aumentan la contaminación del aire, el smog y los atascos, sino que también tiene un impacto directo en nuestra salud. Hoy en día, según investigaciones del Instituto de Salud Carlos III, uno de cada ocho ingresos urgentes por causas neurológicas en España está relacionado, a corto plazo, con la contaminación atmosférica.

Además, el informe de Clean Mobility Collective advierte de que, si el modelo actual no cambia, las emisiones de la última milla podrían generar entre 2023 y 2030 hasta 168.000 casos de asma, 285.000 síntomas respiratorios adicionales y hasta 9.500 muertes prematuras en todo el mundo.

Sin embargo, este escenario puede empezar a transformarse y pasar del gris al verde o azul.

La electrificación: una oportunidad real para las ciudades 

La electrificación de la flota logística es una de las medidas más prometedoras para reducir las emisiones y mejorar la calidad de vida en nuestras calles, y la de las propias personas.

Cambiar motores diésel y gasolina por motores 100% eléctricos reduce de manera directa la contaminación en los trayectos urbanos y contribuye a mitigar los impactos del cambio climático. Además, como demostramos desde ECODES con los testimonios aportados por personas que conducen el camión, experimentan un menor nivel de estrés al utilizar camiones eléctricos, lo que mejora su bienestar y eficiencia.

Existe una oportunidad clara: más del 63% de la flota de furgonetas y camiones en España tienen más de 10 años, según la Dirección General de Tráfico. Esto evidencia la urgencia de renovar vehículos y, a la vez, abre una ventana para hacerlo con tecnologías más limpias. La buena noticia es que, con políticas de apoyo y un desarrollo adecuado de la infraestructura de recarga, la electrificación parece ser el camino más viable y realista hacia la sostenibilidad en la distribución urbana.

Algunas empresas de paquetería ya están dando pasos hacia la electrificación de la flota, incorporando furgonetas 100% eléctricas y ampliando la infraestructura de recarga necesaria para su funcionamiento. También se están implementando otras tecnologías alternativas a los combustibles fósiles, como motos y bicicletas eléctricas, con el objetivo de reducir emisiones y mejorar la eficiencia de la distribución urbana.

Micro-hubs y reparto de cero emisiones

La electrificación no es la única herramienta. La mejora de la logística urbana pasa por combinar soluciones. Una de ellas es la instalación de pequeños almacenes logísticos (micro-hubs) ubicados dentro de las ciudades, que permiten clasificar y entregar productos en un radio cercano. Esto facilita la utilización de vehículos más pequeños y de cero emisiones como bicicletas, triciclos eléctricos o incluso a pie, y reduce la entrada de vehículos más grandes en zonas residenciales. 

Por ejemplo, en Barcelona se han aprovechado espacios vacíos como garajes o bajos comerciales para implementarlos. En este caso, los repartidores son vecinos del mismo barrio y realizan las entregas a pie, reduciendo el tráfico y las emisiones. En otras ciudades altamente pobladas de España, como Madrid y Bilbao, algunas empresas de reparto han implementado la estrategia de redes de micro-hubs para mejorar la eficiencia y sostenibilidad de las entregas.

Además, compartir estos espacios entre varias empresas también optimiza recursos, disminuye viajes redundantes y alivia el tráfico.

Puntos de recogida: menos emisiones, menos tráfico y más comodidad

Muchas veces nos llegan paquetes cuando no estamos en casa o pedimos varias tallas y colores de un mismo jersey o pantalón sin pensar demasiado en lo que implica ese recorrido adicional. Pero, cada entrega fallida, cada desplazamiento extra se traducen en más furgonetas circulando por nuestro barrio, más emisiones en el aire que respiramos y más hospitalizaciones.

Por eso, están ganando terreno las opciones de recogida en puntos cercanos, que permiten concentrar decenas de pedidos en un solo lugar. En lugar de recorrer todas las calles de un barrio, un solo vehículo realiza una entrega múltiple, lo que puede reducir las emisiones por paquete entre un 64% y un 86%.

Además de los beneficios ambientales y del espacio público, estos puntos de recogida resultan más cómodos. Suelen ubicarse cerca de casa o del trabajo y cuentan con horarios amplios que permiten recoger los pedidos con más flexibilidad. Podemos pasar de camino a la oficina o al volver a casa, moviéndonos a pie o en transporte sostenible, lo que refuerza aún más su impacto positivo. Y, sobre todo, ayudan a evitar uno de los grandes problemas del reparto actual: las entregas fallidas, que afectan a entre un 5% y un 10% de los envíos y generan desplazamientos innecesarios que podrían evitarse.

Una logística urbana más eficiente y más humana

Todas estas medidas funcionan mejor cuando se integran a una buena planificación de rutas, zonas de carga y descarga bien diseñadas, y la reducción y reciclaje de los embalajes. Para que eso ocurra, hace falta algo más que voluntad individual. Se necesita coordinación entre administraciones, empresas y ciudadanía.

Los gobiernos, desde los ayuntamientos hasta los ministerios, tienen un papel clave para diseñar normas que permitan aplicar estas soluciones. Las empresas, por su parte, deben ajustarse a ese marco y buscar formas más eficientes de operar. Y la ciudadanía, con información y opciones reales, puede incorporar hábitos que acompañen esa transformación.

Al final, la pregunta es sencilla: ¿qué ciudad queremos habitar? Estas medidas sumadas, pueden transformar el día a día de nuestras ciudades, con menos ruido, menos contaminación, menos estrés, más espacio disponible y un reparto más eficiente, tanto para quienes entregan como para quienes reciben.

La transición hacia un reparto más limpio y sostenible es una oportunidad. Cada vehículo eléctrico, cada micro-hub y cada punto de recogida bien integrado abre la puerta a barrios más tranquilos, aire más sano y una distribución más eficiente. Y, sobre todo, nos acerca a un uso del espacio público que recupera cuestiones tan cotidianas como sentarse en un banco a charlar con un amigo, que los niños puedan jugar con seguridad y moverse en bici por el barrio, o tener una conversación con el vecino sin oír esos pitidos insoportables de fondo.

Esto no es solo una necesidad, es una ocasión para que nuestras ciudades sean más limpias, habitables y saludables, ofreciendo entornos seguros, agradables y más cómodos para quienes vivimos en ellas. La logística urbana puede dejar de ser un problema invisible y convertirse en una herramienta para multiplicar beneficios: eficiencia, bienestar y calidad de vida para todos.