Las marcas europeas estallan y presionan a Ursula von der Leyen: "Cumplir los objetivos de CO2 para 2030 y 2035 ya no es factible"

Una carta de las marcas europeas a Ursula von der Leyen pide revisar los objetivos de CO2 para 2030 y 2035, y mayor espacio para el hidrógeno, los híbridos o los motores de combustión.

Ursula Von der Leyen marcas de coches
Las marcas europeas consideran que, a día de hoy, ya no es factible cumplir los estándares de CO2 fijados para 2030 y 2035.
27/08/2025 12:30
Actualizado a 27/08/2025 15:48

Las grandes marcas y proveedores europeos del automóvil han enviado una carta a Ursula von der Leyen para pedir que se revisen los estándares de CO2 fijados para 2030 y 2035. El mensaje central es directo: en las condiciones actuales, “ya no son factibles”.

Entre los firmantes figuran directivos de primer nivel como Ola Källenius, CEO de Mercedes-Benz y presidente de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles. La industria europea no cuestiona el objetivo de neutralidad climática a 2050, pero sí el ritmo y la senda intermedia que exige el marco vigente para turismos y furgonetas.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Ursula von der Leyen recibirá a ejecutivos del sector del automóvil europeo el 12 de septiembre.

“El plan de transformación de Europa para la industria del automóvil debe ir más allá del idealismo y reconocer las realidades industriales y geopolíticas actuales”, explican en la carta.

La dependencia de Asia preocupa a las marcas europeas

En primer lugar, los fabricantes alertan de una dependencia casi total de Asía en las baterías. Esta situación encarece los costes, añade incertidumbre a las cadenas de suministro y dificulta escalar producción de eléctricos al ritmo requerido. En segundo término, señalan que la red de recarga pública en la Unión Europea no crece lo bastante rápido ni de forma homogénea. Persisten grandes diferencias entre países y regiones, y la potencia disponible en muchos corredores sigue siendo insuficiente para el uso intensivo de flotas.

El tercer argumento es económico. La electrificación exige inversiones muy altas en plataformas, software, baterías y reconfiguración de fábricas al tiempo que se lidia con un entorno comercial más complejo: aranceles, tensiones con Estados Unidos o medidas defensivas frente a la competencia china, entre otros. El resultado es presión sobre márgenes y precios de venta, precisamente cuando los eléctricos necesitan volumen para abaratarse.

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Los fabricantes europeos alertan de una dependencia casi total de Asía en las baterías.

Como cuarto elemento, la carta hace alusión al ritmo real de adopción de los vehículos eléctricos puros. Hoy, los turismos suponen en torno al 15% de las matriculaciones en la UE (y cerca del 9% en furgonetas), una base que la industria considera demasiado baja para cumplir sin fricciones los hitos de 2030 y el corte del 100% en 2035.

“Debe haber espacio para los híbridos, el hidrógeno o los combustibles sintéticos”

Otro de los puntos que pide la carta es introducir neutralidad tecnológica. "Los vehículos eléctricos liderarán el cambio, pero también debe haber espacio para los híbridos (enchufables), los Range Extender, los vehículos con motores de combustión eficientes, el hidrógeno y los combustibles sintéticos". Al igual que ven necesario revisar la normativa sobre emisiones de CO2 para camiones pesados ​​y autobuses.

Bruselas, por su parte, ya había abierto la puerta a ajustes en objetivos intermedios y Ursula von der Leyen recibirá a ejecutivos del sector del automóvil europeo el 12 de septiembre para discutir el futuro del sector. Hay quienes quieren mantener intacto el calendario de 2035 y quienes abogan por recalibrarlo a la luz de la coyuntura industrial europea.

Ola Kallenius, el CEO de Mercedes-Benz, tiene claro que pagar a Volvo y Polestar por créditos de emisiones es una solución temporal.
Ola Kallenius, CEO de Mercedes-Benz, es uno de los firmantes de la carta.

En resumen, las marcas europeas piden tiempo, flexibilidad y coordinación. Menos dependencia externa en baterías, más y mejor infraestructura de recarga, costes bajo control y reglas que no excluyan otras tecnologías de descarbonización en el tramo de transición. La pelota queda ahora en el tejado de la Comisión Europea y de los Estados miembros, que deberán decidir si ajustan la senda sin desviar el objetivo final o si mantienen el plan actual asumiendo más presión sobre una industria que ya está reordenando inversiones, plantas y carteras de producto.