El actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llegó a la Casa Blanca por segunda vez hace casi un año. En este periodo, su legislatura se ha basado en prescindir de muchas de las normativas llevadas a cabo por su antecesor, Joe Biden, en casi todas las materias, económicas, sociales y también sobre la ecología. Mientras la cúpula ejecutiva anterior se encargaba de encumbrar el uso de los coches eléctricos, la actual busca que los modelos a gasolina vuelvan a ser los reyes de toda ecuación.
Bien es cierto que en Estados Unidos, la mayor parte de las ventas se centran en vehículos con motor térmico ‘tradicional’, mientras que los eléctricos triunfan más en grandes ciudades o estados con beneficios hacia ellos (California, Nueva York…). Por ello, Donald Trump ha decidido recortar drásticamente los estándares de economía del combustible para facilitar el crecimiento de la industria automotriz con motores de combustión.

Estados Unidos apoyará aún más a su industria automovilística ‘tradicional’
Con esta acción, según publican desde Reuters, Trump deshará las medidas climáticas más representativas que Biden selló hace sólo unos años. Con ellas, el ejecutivo buscaba incentivar la compra de coches eléctricos. Sin embargo, el actual presidente, al firmar su nueva ley, confirmó: “La gente quiere el coche de gasolina”.
En su anterior legislación, la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (NHTSA) propuso incluir nuevos niveles de ahorro de combustible para los modelos lanzados entre los años 2022 y 2031. Concretamente, esto apuntaba a un consumo máximo de 34,5 millas por galón (14,6 kilómetros por litro o 2,9 litros a los 100 km) para el 2031. Ahora, este límite ha aumentado hasta los 50,4 millas por galón (21,4 kilómetros por litro o 4,6 litros a los 100 km).
Con este límite de consumo, la legislación de Joe Biden buscaba incentivar el desarrollo o la aplicación cada vez mayor de la electrificación en su parque móvil nacional. Por otro lado, la contraley de Trump reduciría significativamente el coste de desarrollo de un vehículo, a una media de 930 dólares por unidad, pero aumentará el consumo de combustible de estos en alrededor de 380 mil millones de litros hasta el 2050, así como las emisiones de dióxido de carbono en un 5%.

En este orden de cosas, fabricantes estadounidenses, como General Motors, Ford o algunas marcas de Stellantis, ahorrarán en sus desarrollos y fabricación una media de 7.000 millones de dólares, aproximadamente. Pero esto no es todo.
La nueva normativa de Trump también elimina de facto el intercambio de créditos de emisiones entre los fabricantes a partir del año 2028. “Esto representa una ganancia inesperada para los fabricantes exclusivos de vehículos eléctricos que venden créditos a otros fabricantes que no los fabrican”, afirmó el presidente en su comunicado. Esto perjudicará significativamente a marcas como Tesla o Rivian, en su otra rama del negocio.
Los CEO de las marcas están contentos con esta decisión
El CEO de Ford, Jim Farley, estuvo presente durante la firma de este decreto, así como otros directivos de diferentes compañías. El responsable de la marca del óvalo afirmó: “Hoy es una victoria para el sentido común y la asequibilidad… Creemos que la gente debería poder elegir en qué gastar su dinero”. Mary Barra, CEO de General Motors, también afirmó: “Íbamos a tener que empezar a cerrar plantas porque no íbamos a poder construir y vender esos vehículos”.

Sin embargo, Kathy Harris, directora de Vehículos Limpios del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales, afirmó: “La administración Trump está imponiendo a los conductores costos más altos en las gasolineras, todo para beneficiar a la industria petrolera... Los conductores pagarán cientos de dólares más en las gasolineras cada año si se implementan estas reglas”.