Conducir un coche eléctrico es una experiencia diferente. No solo cambian los hábitos al volante, también cambian las rutinas y la forma de entender los desplazamientos. La mayoría de los conductores dan el salto a la electromovilidad enfocados en sus ventajas, como un menor gasto en combustible, menos averías, más silencio y cero emisiones. Sin embargo, la falta de experiencia hace que muchos usuarios, sin quererlo, caigan en errores que pueden salir caros a medio y largo plazo.
La realidad es que estos errores se pueden evitar fácilmente con información y un poco de previsión. Conocer cómo cuidar la batería, planificar las cargas y adaptarse a una conducción distinta son claves para que tu coche eléctrico conserve sus prestaciones durante más tiempo y no pierda autonomía antes de lo esperado. Vamos a repasar siete de los fallos más comunes y cómo evitarlos.
1. Cargar siempre al 100 % la batería
El primer error es cargar siempre la batería al 100%. Es tentador pensar que llenarla es lo mejor, como si fuera un depósito de gasolina, pero ocurre lo contrario. Y es que muchos fabricantes recomiendan cargar al 80% para preservar su salud, salvo en desplazamientos largos, donde sí recomiendan cargarla al 100%. Al igual que desaconsejan descargarla por completo de forma habitual, ya que puede reducir la capacidad útil de manera permanente con el paso de los años.

Por ello, el mejor equilibrio es moverse entre el 20% y el 80% de capacidad en el día a día. Los coches actuales permiten programar la carga para que se detenga en el punto deseado, un pequeño gesto que prolongará la vida útil de la batería y evitará problemas a largo plazo.
2. Abusar de los cargadores rápidos
Otro de los grandes errores es abusar de los cargadores rápidos. La recarga en corriente continua a potencias muy altas es muy cómoda cuando se tiene prisa, pero somete a la batería a temperaturas más elevadas y un esfuerzo químico mucho mayor. A corto plazo no se nota, pero con el tiempo el uso excesivo de estas cargas rápidas termina afectando a la degradación de las celdas.
Por lo tanto, el consejo es claro: usar los cargadores rápidos solo en viajes largos o en situaciones puntuales en las que no hay otra alternativa. Para el día a día es mucho mejor recurrir a la carga lenta o semirrápida, ya sea en casa o en el trabajo. Este tipo de carga es mucho más respetuosa con la batería y asegura que conserve su capacidad durante muchos más años.
3. No planificar los desplazamientos largos
La planificación de viajes es otro punto crítico en los eléctricos. Muchos conductores novatos creen que basta con salir a la carretera y buscar un punto de carga cuando la batería está baja, como se hace con una gasolinera. Sin embargo, la infraestructura de carga todavía no está tan extendida ni siempre es fiable, y esto puede derivar en quedarse tirado con la batería casi agotada.

La solución pasa por planificar antes de salir. Existen aplicaciones y navegadores que permiten saber dónde hay cargadores disponibles, si están en funcionamiento y qué potencia ofrecen. Dedicar unos minutos antes del viaje a organizar las paradas te evitará nervios, pérdidas de tiempo y el riesgo de quedarte sin batería en una zona sin puntos de carga cercanos.
4. Descuidar la presión de los neumáticos
No vigilar la presión de los neumáticos es un error más habitual de lo que parece. Un coche eléctrico pesa bastante más que uno de combustión debido a la batería, y esto hace que los neumáticos sufran más. Circular con presiones incorrectas aumenta el consumo de energía, reduce la autonomía y, además, puede comprometer la seguridad en carretera.
Comprobar la presión al menos una vez al mes es una costumbre que puede ahorrar muchos problemas. Además de consumir menos, unos neumáticos con la presión correcta se desgastan de forma uniforme y ofrecen mejor agarre. Es un gesto sencillo que tiene un impacto directo tanto en el bolsillo como en el comportamiento del coche.
5. Pensar que un eléctrico no necesita mantenimiento
Muchas personas consideran que un coche eléctrico no necesita mantenimiento. Es cierto que tienen hasta un 40% menos de piezas que un coche de combustión, y que no requieren cambios de aceite, pero siguen existiendo elementos que necesitan revisiones periódicas: filtros de aire, líquido de frenos, refrigerante del sistema de baterías, neumáticos y otros componentes mecánicos básicos.

Saltarse estas revisiones puede acabar siendo caro. Por ejemplo, los frenos, al usarse menos por la frenada regenerativa, tienden a oxidarse si no se revisan. Los sistemas eléctricos también necesitan actualizaciones y comprobaciones para asegurar que todo funciona correctamente. Mantener un calendario de mantenimiento básico es fundamental.
6. Conducir de forma agresiva
El estilo de conducción también tiene un papel protagonista. Acelerar con brusquedad y frenar a última hora desgasta más rápido la batería, hace que el coche consuma más y somete a los componentes a un estrés innecesario. El motor eléctrico responde de inmediato y es fácil dejarse llevar por su fuerza, pero esto pasa factura en la autonomía.
Conducir de manera suave, anticiparse a las frenadas y aprovechar al máximo la regeneración son claves para aumentar la eficiencia. Un conductor que adopta esta forma de conducir consigue recorrer más kilómetros con cada carga y, además, disfruta de una experiencia más tranquila y cómoda al volante.
7. Ignorar las actualizaciones del software
Finalmente, muchos usuarios descuidan las actualizaciones de software. Hoy en día, los coches eléctricos funcionan como auténticos ordenadores con ruedas, y las marcas lanzan actualizaciones periódicas que mejoran el rendimiento, optimizan el consumo e incluso amplían la autonomía.

Ignorar estas actualizaciones significa perder mejoras importantes y mantener tu coche menos protegido frente a posibles fallos. Activar la opción de actualización automática o estar pendiente de las nuevas versiones que ofrece el fabricante es la mejor manera de asegurar que tu vehículo siempre funciona a su máximo nivel.
Estos siete errores pueden parecer pequeños detalles, pero a la larga tienen consecuencias importantes en la salud y el valor de un coche eléctrico. La batería, que es su pieza más cara, merece un trato especial, y cada gesto cuenta. Con un poco de atención se puede prolongar la vida del vehículo durante muchos años y disfrutar de todas las ventajas de la movilidad eléctrica sin sobresaltos.