Repostar es una de esas acciones cotidianas que la mayoría de conductores realiza casi de manera automática. Precisamente por esa falta de atención, uno de los errores más costosos que se pueden cometer es llenar el depósito con el combustible equivocado. Poner diésel en un coche de gasolina es un fallo más común de lo que parece y puede tener consecuencias mecánicas muy serias si el vehículo llega a arrancarse.
El riesgo aumenta cuando se conduce un coche distinto al habitual, como un vehículo de alquiler o prestado, aunque también puede suceder por un simple despiste. Sea cual sea la causa, los expertos coinciden en un mensaje clave: si te das cuenta del error, no arranques el motor bajo ningún concepto.
Por qué el diésel daña un motor de gasolina
La gasolina y el diésel tienen propiedades muy diferentes. El gasóleo es más espeso y viscoso, y está diseñado para motores que funcionan por compresión, no por chispa. En un motor de gasolina, esta diferencia es el origen del problema.
Si el conductor intenta arrancar el coche tras repostar diésel, el combustible equivocado empieza a circular por el sistema, llegando a los inyectores, la bomba de combustible y las bujías. Al no estar diseñado para ese tipo de fluido, el sistema puede obstruirse y dañarse. En los casos más graves, el diésel que no llega a quemarse correctamente puede afectar al catalizador, un componente clave para reducir las emisiones contaminantes.
La lista de posibles daños incluye inyectores, bujías, líneas de combustible, bomba de gasolina y catalizador, además de la limpieza completa del sistema. En algunos casos es posible evitar sustituciones, pero en otros la reparación es inevitable y muy costosa.
Qué hacer si te equivocas al repostar
La diferencia entre una avería asumible y una factura desorbitada está en actuar a tiempo. Si detectas el error antes de arrancar, lo más recomendable es llamar a un servicio profesional y solicitar el traslado del vehículo a un taller para vaciar el depósito.
En este escenario, los costes suelen limitarse a la grúa y al vaciado y limpieza del sistema, con importes que pueden oscilar entre 300 y 600 euros, además de perder el combustible mal repostado. Si, en cambio, el motor llega a ponerse en marcha, la reparación puede superar fácilmente los 2.000 euros, dependiendo de los daños y del modelo del vehículo.
Mirar bien los identificativos
Las estaciones de servicio incorporan distintos elementos para reducir este tipo de confusiones. Los surtidores de diésel suelen tener mangueras de color distinto y boquillas más anchas, lo que dificulta su inserción en coches de gasolina. El olor también es un indicador clave: el diésel recuerda al queroseno, mientras que la gasolina tiene un aroma más similar al disolvente.
Aun así, los expertos recomiendan no repostar con prisas, comprobar siempre el tipo de combustible antes de empezar y, en caso de duda, detenerse y revisar la tapa del depósito. Pequeños gestos pueden evitar una avería que vacíe el bolsillo.
¿Y si hecho gasolina en un coche diésel?
Poner gasolina en un coche diésel también es muy perjudicial. Aunque estos motores son conocidos por su robustez, la gasolina reduce la lubricación del sistema y puede provocar daños severos en bombas e inyectores. De nuevo, la clave es no arrancar el vehículo y acudir directamente a un taller.