El sector del automóvil ha vivido cambios profundos en la última década. Las regulaciones ecológicas más exigentes y una mayor conciencia ambiental entre los conductores han cambiado definitivamente las tecnologías de propulsión. Los vehículos diésel, que lideraron las ventas durante años, han caído en picado, mientras que los híbridos se han posicionado como la opción favorita para usuarios y marcas.
Esta unión de fuerzas entre la combustión y la electricidad da como resultado la combinación de un consumo eficiente y una reducción de emisiones sin enfrentarse a los dos principales desafíos de los coches 100% eléctricos: la autonomía limitada por una red de recarga aún en expansión y unos tiempos de espera para el repostaje todavía demasiado largos.

Los híbridos también tienen fecha de caducidad
Hace más de dos décadas, Toyota se consolidó como pionero en el mundo del motor al introducir el Prius, el primer coche híbrido. En aquel momento, sus innovadoras tecnologías resultaban complejas para muchos y su ahorro de combustible no era tan significativo, lo que generaba dudas sobre su conveniencia.
Actualmente, en plena era de la electrificación, los coches híbridos se han transformado en una opción intermedia para los conductores españoles. Estos vehículos ofrecen la etiqueta Eco o Cero, dependiendo de si son enchufables o no, permitiendo disfrutar de las ventajas de un motor de combustión sin la necesidad constante de buscar una estación de carga. Esta dualidad hace que su uso sea tan sencillo y familiar como el de los coches tradicionales.

A pesar de que se espera que las ventas de vehículos eléctricos representen el 50% del mercado, los híbridos no enchufables continúan siendo los más demandados, justamente por su practicidad y la limitada asistencia eléctrica que requieren. Así, los usuarios evitan complicaciones innecesarias, lo que se traduce en una experiencia de conducción más cómoda y sin pleitesías.
Sin embargo, es importante recordar que los coches híbridos aún incorporan un motor de combustión, lo que los hace vulnerables a las restricciones impuestas por Bruselas. Hace dos años, la Unión Europea aprobó una hoja de ruta que establece la prohibición de la venta de motores de combustión a partir de 2035 y, de manera definitiva, se prohibirá circular con estos vehículos a partir de 2050. Estas medidas apuntan también a los híbridos, dotándolos de un sello de caducidad, aunque se barajan alternativas como los combustibles renovables y sintéticos para extender su vida útil en el futuro.

En este contexto, la apuesta por la movilidad eléctrica se fortalece. La transición hacia coches 100% eléctricos no solo responde a las exigencias medioambientales, sino que también simplifica la experiencia del usuario y fomenta un futuro de movilidad más sostenible y amigable para todos.