“No hay vuelta atrás”: los taxistas están cambiando sus viejos coches diésel por los eléctricos de manera masiva

Cada vez hay más taxistas en España optan por utilizar un coche eléctrico: menos costes operativos para ellos, más confort para los pasajeros y menos contaminación.

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Ver por la calle un taxi eléctrico es de lo más habitual en nuestras ciudades.
11/07/2025 12:00
Actualizado a 11/07/2025 12:00

Los taxistas en España están abandonando los motores diésel (y también los híbridos de gasolina) para abrazar una nueva forma de movilidad silenciosa, eficiente y más barata. El paso al coche eléctrico no es solo una decisión técnica o económica; para muchos profesionales del volante, es también una transformación personal. Como resume uno de los primeros taxistas eléctricos de Madrid: "No hay vuelta atrás".

Aunque no todos lo expresan con la misma contundencia, los datos respaldan este giro. En Madrid, a cierre de 2024, más del 25% de la flota de taxi ya era eléctrica o híbrida enchufable. Las razones son múltiples: desde el ahorro en combustible hasta el acceso libre a zonas de bajas emisiones. Pero también hay una cuestión de confort. El silencio del motor eléctrico, la ausencia de vibraciones y la menor fatiga al volante están mejorando la calidad de vida laboral de miles de conductores.

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El ahorro económico del taxi eléctrico es indiscutible por las ayudas a la compra y los costes de mantenimiento.

No todo es dinero a bordo de un taxi eléctrico

El aspecto económico también es determinante. Con tarifas nocturnas optimizadas, cargar un vehículo eléctrico puede costar entre 3 y 5 euros por noche, suficiente para recorrer toda la jornada laboral. Frente a los 15 o 20 euros diarios que suponía el diésel, la diferencia es clara. Además, los costes de mantenimiento se reducen en torno al 40%: no hay aceite, ni embrague, ni sistema de escape que revisar. Según datos del sector, un taxista eléctrico puede ahorrar más de 3.000 euros al año solo en combustible.

Las ayudas públicas también han sido un incentivo clave. Programas como el Plan MOVES III, junto con subvenciones municipales, han cubierto hasta el 60% del coste del vehículo en algunos casos. El Ayuntamiento de Barcelona, por ejemplo, ha reservado partidas específicas para la renovación de taxis contaminantes, priorizando modelos 100% eléctricos, cada vez más visibles en las paradas.

Pero más allá de las cifras, hay un cambio de percepción. Muchos taxistas que al principio eran escépticos han acabado por recomendar el cambio a sus compañeros. No solo por el ahorro, sino por la experiencia. “Después de 8 horas conduciendo en silencio, sin tirones ni ruido, no quieres volver al motor de combustión”, aseguran en asociaciones del sector como la Federación Profesional del Taxi de Madrid.

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El confort que ofrece conducir un coche eléctrico durante 8 horas no tiene nada que ver con uno de combustión.

En un escenario donde las zonas de bajas emisiones son ya una realidad obligatoria en ciudades de más de 50.000 habitantes, el coche eléctrico no es solo una opción razonable: es una apuesta de futuro. Y en el sector del taxi, ese futuro ha comenzado a llegar.

No se trata solo de eficiencia. Como muchos conductores están descubriendo, se trata de bienestar. Y eso, en una profesión marcada por el desgaste, tiene más valor del que ninguna ficha técnica puede expresar.