Son muchos los que postulan a China como la gran vencedora en materia de vehículos eléctricos. No sólo para la actualidad, sino de cara a los próximos años e incluso décadas. Sin embargo, aunque son los ‘reyes’ de este campo a día de hoy, desde la organización ambientalista, Transport & Environment (T&E), ven viable el crecimiento de la industria europea gracias a un componente clave: las baterías.
Actualmente, China tiene casi el monopolio sobre fabricación de baterías, así como en la obtención de materias primas fundamentales. Sin embargo, varios estudios han corroborado que este liderazgo lo obtienen principalmente a través de las baterías con química LFP (litio, fosfato e hierro), las cuales son idóneas para los vehículos eléctricos asequibles. Desde T&E sostienen que la alternativa será crear una industria fuerte con las baterías NCM como alternativa.

Las baterías NCM podrían encumbrar a la industria automovilística europea
Desde la organización afirman que las baterías LFP con clave para ser más seguras y económicas, ya que no requieren de elementos como el cobalto o el níquel. Sin embargo, también sostienen que las de química NCM tienen aún un largo recorrido en materia de desarrollo y exploración. A día de hoy, de media, las baterías LFP tienen un precio de unos 94 dólares por kWh, mientras que las NCM cuestan en torno a 130 dólares el kWh.
Por esta media, son muchos los fabricantes europeos que cada vez más recurren al uso de la química LFP para sus vehículos eléctricos asequibles. Buen ejemplo de ello son los modelos de Volkswagen, como el futuro ID. Polo. No obstante, esta química está controlada, casi en su totalidad, por empresas chinas. De hecho, en 2024, más del 99% de estos componentes se originaron en el país oriental.
“Es innegable que la química LFP es crucial para la penetración de los vehículos eléctricos en el mercado global y europeo. No podemos detener la innovación, al igual que Kodak y otras empresas no pudieron impedir la introducción de cámaras digitales. Quienes han invertido en NCM en Occidente deben aceptar que tendrán que coexistir con sus competidores LFP. Pero Europa lo que necesita es innovar sobre las NCM”, afirman.

De hecho, de su comunicado se extrae que los fabricantes europeos podrían tener una importante ventaja gracias a la innovación de las NCM aún por descubrir. De esta manera, plantarían cara a los rivales chinos con una alternativa de gran calado, siempre y cuando se trabaje en ello.
Esto viene también dado por el hecho de que las baterías LFP son mas difíciles de extraer sus materiales fundamentales para así reciclarlas posteriormente. Esto no sucede en las NCM, lo que podría regular en mayor o menor medida el mercado de estos materiales y en su obtención. Esta condición será clave a partir del año 2030, cuando se impondrá la ley para el reciclaje de las mismas. “Esta fecha límite no debe posponerse más, ya que envía una señal clara a la industria y a los inversores para que amplíen las capacidades de reciclaje de manera oportuna”, apuntan desde la organización.