El futuro de los coches eléctricos en Europa: desafíos y oportunidades

Frenar el ritmo de electrificación ahora para retomarlo cuando los márgenes sean mejores es un enfoque erróneo, tanto para el planeta como para la industria.

Nuevo Renualt 5 eléctrico
Nuevo Renualt 5 eléctrico
JULIA POLISCANOVA
26/02/2024 12:10
Actualizado a 05/04/2024 12:38

Corría 1972 cuando Renault presentó su Renault 5 en el Salón Internacional del Automóvil de Ginebra. El Cinq vendió millones de unidades y se convirtió en un referente para muchos otros actores del sector. El mismo Salón del Automóvil inaugura su edición de este año en un mundo radicalmente distinto al de aquella época.

El año pasado fue el más caluroso desde que tenemos registros. Los gobiernos, conscientes de que gran parte de las emisiones de carbono proceden del transporte por carretera, exigen que se acelere la venta de coches eléctricos. Y aunque Renault presentara en Ginebra la flamante versión eléctrica de su icónico modelo, persisten serias dudas sobre si los fabricantes de automóviles de siempre serán capaces de reinventarse de cara a esta nueva era.

Las ventas de coches eléctricos de batería crecieron casi un tercio en Europa el año pasado, un crecimiento bastante digno si tenemos en cuenta los elevados tipos de interés, las perturbaciones en el transporte y la eliminación progresiva de algunas subvenciones a los vehículos eléctricos. Pero el ritmo de crecimiento se ha ralentizado y la reducción de emisiones de CO2 no se acerca ni de lejos a los objetivos climáticos de la Unión Europea.

Los fabricantes de coches no sólo pueden, sino que es su obligación hacerlo mejor. Y en lugar de eso, algunos de ellos están poniendo en duda los mandatos de los gobiernos y retrocediendo en sus planes, con el discreto beneplácito de algunos inversores. Esta falta de perspectiva no sólo tendrá un coste climático, sino que pone en riesgo la propia supervivencia del sector y los empleos del automóvil en Europa.

Las ventas de vehículos eléctricos se están ralentizando porque la oferta eléctrica está muy alejada de lo que busca el comprador medio de coches europeo. En el mercado automovilístico general, más de cuatro quintas partes de los conductores se decantan por coches pequeños y medianos. No obstante, casi la mitad de los modelos eléctricos disponibles a día de hoy son coches grandes y de gama alta.

La demanda de coches eléctricos pequeños y asequibles es una realidad. El lanzamiento del programa francés de leasing de bajo coste a principios de este año, que ofrece coches eléctricos pequeños de 25 000 euros por 100 euros al mes, tuvo una acogida cuatro veces superior a la prevista. Y aunque Renault, Stellantis y Volkswagen hayan anunciado el lanzamiento de modelos asequibles, para este año sólo se espera una producción de 42 000 unidades.

Mientras tanto, la necesidad de vehículos eléctricos asequibles se está cubriendo desde otros lugares. Aproximadamente 370 000 de los casi 2 millones de coches eléctricos que se vendieron en Europa el año pasado se importaron de China. Los modelos chinos, como el Atto3 de BYD y el 4 de MG, están sustituyendo a toda velocidad a los anteriores líderes en ventas, como el Tesla Model 3 y el Dacia Spring.

La respuesta del sector automovilístico europeo determinará su futuro.

Algunos actores de la industria piensan que pueden ralentizar el ritmo ahora y retomar más adelante, cuando los márgenes de los coches eléctricos sean mejores. Ford y VW están recortando sus planes de producción de vehículos eléctricos, y Stellantis da evasivas ante un posible escenario de «victoria populista» en la Unión Europea y Estados Unidos. Esto no contribuirá en nada a mejorar los resultados de las empresas ni a proteger su cuota de mercado. Habrá altibajos en el camino, es evidente, pero desde la India hasta Chile, el mundo se está electrificando.

En lugar de eso, los fabricantes de automóviles históricos deberían mentalizarse para correr una carrera de fondo. Esto significa aumentar la producción de vehículos eléctricos más rápidamente e invertir en la próxima generación de tecnologías de baterías. Es posible que al principio los beneficios sean menores, y que los accionistas no estén contentos. Pero es el único camino para seguir siendo competitivos a largo plazo.

Los responsables políticos europeos también deberían intervenir. Los incentivos a los vehículos eléctricos diseñados para promover la fabricación limpia y local son un buen comienzo. Por su parte, la Comisión Europea tiene razón al estudiar los aranceles a los vehículos eléctricos, pero se equivoca al suponer que eso impedirá que las marcas chinas aterricen en Europa. Construirán fábricas locales. Lo único que puede impedirlo es un aumento de la oferta de vehículos eléctricos de baterías locales y asequibles.

Esto significa que hay que dedicar mucho más capital a fabricar coches eléctricos compactos para el mercado de masas. Y esto es posible gracias a la caída de los precios de las materias primas y las mejoras en la tecnología de baterías. Según el análisis de Transport & Environment del año pasado, atendiendo a estimaciones conservadoras, en 2025 se podrá fabricar en Europa un coche eléctrico pequeño de 25 000 euros con márgenes razonables.

La competencia por conquistar al conductor medio europeo está a punto de ponerse muy seria. Si quieren seguir en la carrera, los fabricantes históricos no tienen más remedio que adoptar una estrategia de fondo y reinventar sus icónicos coches pequeños para su producción en masa en esta nueva era eléctrica.

 

Julia Poliscanova es responsable de cadenas de suministro de vehículos y electromovilidad en Transport & Environment.