Si hace unos meses te hablábamos de cómo deben ser los puertos energéticamente sostenibles, en este artículo vamos a hablar de cuáles son los elementos clave que van a hacer posible esa transición energética de las instalacones portuarias.
Y para que este nuevo modelo de puerto energéticamente sostenible sea viable, es necesario comenzar por algo muy sencillo pero fundamental: planificar. Los puertos deberán reflexionar cuidadosamente y con visión de futuro sobre cómo quieren realizar las inversiones energéticas durante la próxima década.
Estas deberán concentrarse en cuatro grandes ámbitos: generar energía, almacenarla, gestionarla de manera inteligente y distribuirla con eficiencia donde sea necesario.
No se trata de hacerlo todo de golpe, sino de iniciar una transformación progresiva que permita adaptar las instalaciones a la nueva realidad energética. Y es importante destacar que estas inversiones no pueden responder únicamente a las necesidades energéticas actuales. Deben mirar hacia el futuro y anticiparse a una demanda que irá en aumento en los próximos años, a medida que crezca la presencia de embarcaciones y vehículos eléctricos que requerirán puntos de recarga dentro de los propios puertos.
Generación de energía
En cuanto a la generación, una de las primeras actuaciones que los puertos deberían llevar a cabo es la instalación de sistemas de generación renovable, sobre todo fotovoltaicos, aprovechando todos los espacios disponibles dentro de la instalación portuaria. El objetivo es doble: por un lado, generar una parte importante de la energía que el puerto consume, y, por otro, reducir tanto como sea posible la dependencia de la red eléctrica y los costos que esto conlleva.
Los beneficios económicos de generar energía propia ya son claros y cuantificables. Para valorarlo correctamente, es necesario tener en cuenta el concepto del LCOE, cuyas siglas corresponden al término en inglés Levelized Cost of Energy. Este indicador representa el costo medio de generación de energía a lo largo de toda la vida útil de una instalación -incluyendo la inversión inicial, el mantenimiento, la operación y las posibles reposiciones- y nos permite conocer el costo medio del MWh generado (expresado habitualmente en €/MWh o €/kWh).
Según datos de 2024, si se considera un escenario de amortización de 25 años, el precio del MWh generado con fotovoltaica en el puerto puede llegar a ser entre un 40 % y un 50 % inferior al costo medio de la energía de la red en horas de sol. Es decir, producir energía dentro del puerto puede llegar a costar la mitad de lo que vale comprarla.
Esta diferencia significativa se explica, en primer lugar, porque el precio que pagamos por la electricidad de la red no se limita solo al costo de generación de la energía. A este importe hay que añadir el costo del transporte de la energía hasta la instalación, así como diversos impuestos y cargos regulados que gravan el consumo eléctrico. En conjunto, esto hace que el precio final del MWh de la red sea, a menudo, sustancialmente superior al costo del MWh que se puede obtener con una instalación de autoproducción bien dimensionada. Por ello, comenzar a generar energía localmente no es solo una apuesta por la sostenibilidad. Es, sobre todo, una decisión económicamente inteligente.
Almacenamiento de energía
En cuanto al almacenamiento de energía con baterías, este debería ser otro de los pilares fundamentales que los puertos deben incorporar a sus instalaciones en los próximos años. Si un puerto quiere ser realmente autosuficiente en términos energéticos, no basta con generar electricidad; es necesario poder almacenar esta energía para cuando se necesite. Y eso es precisamente lo que permiten las baterías.
Tarde o temprano, cualquier instalación portuaria que apueste por la autoproducción deberá contar con un sistema de baterías adecuado que permita guardar los excedentes de producción durante las horas de sol y utilizarlos posteriormente, en los momentos en que la demanda energética sea alta o cuando la generación fotovoltaica no sea suficiente, como puede ocurrir de noche o en días con poca radiación solar.
Además, estas baterías también pueden servir para aprovechar oportunidades económicas, ya que hay momentos en que la electricidad de la red es relativamente barata, y tener capacidad de almacenamiento permite capturar esta energía en horas valle y utilizarla más adelante, optimizando así los costos globales.
Ahora bien, es importante tener en cuenta que incorporar baterías incrementará el valor del LCOE de la instalación. Tal como explicábamos antes, el LCOE es el costo medio de generación de energía a lo largo de la vida útil del sistema y, cuando añadimos almacenamiento, este costo aumenta. Sin embargo, si se realiza una buena planificación y se eligen soluciones adaptadas a cada caso, el incremento del LCOE puede ser perfectamente asumible y se amortiza en pocos años gracias al ahorro energético global que se obtiene.
Según los datos disponibles a finales de 2024, el costo medio de las baterías para almacenamiento se situaba alrededor de los 115 $/kWh. Pero, si se mantiene la tendencia actual de descenso de precios, podríamos ver en un horizonte de 4 a 6 años que este costo baje hasta los 30–40 $/kWh. Y cuando eso ocurra, lo cambiará todo. Con estos costos, los puertos deportivos y otras infraestructuras portuarias podrían cubrir, con sus propios sistemas de generación y almacenamiento, casi la totalidad de su demanda energética, incluso durante la noche o en condiciones climáticas desfavorables.
Esta evolución consolidaría el modelo de sistemas fotovoltaicos con baterías como una alternativa no solo sostenible, sino también económicamente preferente respecto a la compra convencional de energía de la red. Entonces, los puertos podrían cubrir la mayor parte de su demanda energética con producción y almacenamiento propios, ganando autonomía, estabilidad de precios y resiliencia frente a cambios en el mercado.
Gestión inteligente de la energía
Pero la transición energética de un puerto no puede basarse solo en la generación y el almacenamiento de energía. Hay un tercer elemento igualmente fundamental y que es clave para garantizar su eficiencia global: la gestión inteligente de todo este sistema energético. Se trata de incorporar tecnología que permita saber, en todo momento, de dónde debe provenir la energía que se consume y cómo debe distribuirse, de la manera más eficiente posible.
Esta gestión se lleva a cabo mediante los sistemas inteligentes de control y monitoreo, conocidos como smart grids. Estos sistemas ofrecen una visión global y detallada del comportamiento energético de todo el recinto portuario, en tiempo real, lo que permite controlar tanto los puntos de generación como los de consumo, y ajustar automáticamente el suministro de energía a cada punto en función de las necesidades, de la demanda global y del precio de la energía de la red en ese instante.
Esta capacidad de gestión dinámica y predictiva es clave para sacar el máximo rendimiento de la energía disponible. No solo permite optimizar el uso de los recursos, sino que adapta el funcionamiento energético del puerto a factores cambiantes como la estacionalidad, la meteorología, las previsiones de generación solar y, sobre todo, a los perfiles de consumo concretos de cada actividad económica que se desarrolle dentro del puerto.
Gracias a esta información y control, el puerto puede tomar decisiones en tiempo real para reducir consumos innecesarios, gestionar situaciones puntuales en que la demanda de energía supere la capacidad del sistema para suministrarla, aprovechar excedentes o comprar energía externa en el momento más favorable. Y esto, en la práctica, se traduce en eficiencia operativa, ahorro económico y mayor competitividad.
Conclusión
En resumen, avanzar hacia la sostenibilidad energética de los puertos no es cuestión de llevar a cabo acciones aisladas ni de aplicar soluciones puntuales. Es un proceso estructurado, planificado y progresivo, que debe integrar ámbitos complementarios y reforzados entre sí: generar energía propia, almacenarla, gestionarla con inteligencia y distribuirla con eficiencia.
Estos son los cuatro pilares sobre los que debe construirse la transformación energética portuaria. Por ello, es necesario que cada puerto establezca una hoja de ruta realista, ajustada a sus características y posibilidades, que oriente las inversiones energéticas de los próximos años.
Porque la transición energética ya no es una opción: es una necesidad estratégica para garantizar la competitividad, la resiliencia y la viabilidad de las instalaciones portuarias en el nuevo escenario económico y ambiental que tenemos por delante. Esta década será decisiva.
Los puertos que se adelanten, que apuesten por la autoproducción, el almacenamiento y la gestión inteligente de la energía, se convertirán en referentes. Serán los que lideren la nueva generación de puertos energéticamente sostenibles. Y los que no se sumen a tiempo, se verán abocados a hacerlo contrarreloj, con mayores costes y menos margen de actuación. Por todo ello, no es exagerado afirmar que electrificar los puertos no es solo una cuestión técnica o medioambiental. Es, sobre todo, una decisión estratégica para el sector. Tenemos por delante una década decisiva y es ahora cuando toca marcar el rumbo.