La carrera hacia la movilidad eléctrica en Europa se ha topado con un freno inesperado: la infraestructura de recarga insuficiente, especialmente en países como España. Lo advierte Håkan Samuelsson, recuperado por Volvo como nuevo consejero, quien asegura que sin una red eficiente de estaciones de recarga la transición no será viable.
En una entrevista con el medio alemán Die Zeit, el directivo expuso que “sin infraestructura de carga, especialmente en el sur de Europa, es muy difícil implementarla [la movilidad eléctrica]”. Esta advertencia se produce en un momento en el que Volvo ha revisado su estrategia: ya no apuesta por una gama íntegramente eléctrica en 2030, sino por un modelo mixto que combine eléctricos puros y híbridos enchufables de largo alcance, herramienta clave para facilitar el cambio en entornos con carencias de recarga rápida.

España, muestra clara de un problema estructural
En España, la falta de puntos de carga ultrarrápida y su distribución desigual se convierte en una barrera tangible para el uso masivo de coches eléctricos. Según el informe de Electromovilidad de Anfac, en junio de 2025 apenas se había instalado el 17,5% de los cargadores necesarios para cubrir la demanda proyectada a final de año.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) también alerta de que el país ocupa uno de los últimos lugares de Europa en ventas de eléctricos puros (menos del 7 % del total frente al 18 % en Francia o el 20 % en Portugal), debido en gran medida a problemas de infraestructura de recarga y altas desigualdades regionales.
A finales del primer trimestre de 2025, España contaba con unos 32.400 puntos públicos de recarga, pero solo 6,5% de ellos tenían potencia superior a 150 kW. Según ACEA, en la Unión Europea apenas el 13,5% de los cargadores públicos son rápidos, cifra que en España cae aún más.
Aunque Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana y Andalucía reúnen el 60% de los puntos de carga, regiones como Extremadura, Asturias o Cantabria tienen coberturas muy limitadas y muchos puntos están fuera de servicio. El mapa gubernamental, REVE, confirma que, pese al avance anunciado, más del 25% de la infraestructura no funciona actualmente por falta de mantenimiento.
El resultado de esta situación es evidente: el 2024 cerró con una penetración de coche eléctrico en España del 5,8% del total, muy por debajo de la media europea. Volvo, por su parte, ha visto cómo el mercado no respondía a su apuesta por eléctricos puros, lo que le llevó a aplazar su objetivo de ser cien por cien eléctrico en 2030. Actualmente, aspira a que entre el 90% y 100% de sus ventas esté electrificado, incluyendo una alta proporción de híbridos enchufables.
Esta necesidad de modelos enchufables responde a la realidad de climas ciudadanos con menos infraestructura preparada, donde la recarga doméstica o de proximidad se vuelve vital. Como señala el directivo de Volvo España: “el sector público no ha cumplido: teníamos que tener más de 50.000 cargadores y estamos en 20.000. En tres años deberíamos alcanzar 300.000”.

Propuestas y soluciones en marcha
Para contrarrestar estas limitaciones, los operadores eléctricos promueven la creación de una ventanilla única digital que agilice instalación de cargadores. También se trabajan iniciativas como la Asociación de Operadores de Recarga Ultrarrápida (AORU) para coordinar y acelerar proyectos. Red Eléctrica de España impulsa un sistema de monitorización en tiempo real del uso y capacidad de la red eléctrica subterránea.
Además, el estudio de Payment Innovation Hub y Afi con CaixaBank, Visa y Arval concluye que se requieren al menos 19.300 cargadores ultrarrápidos adicionales (≥150 kW) para ofrecer una experiencia equiparable a repostar gasolina en las principales vías del país.
La advertencia de Volvo es clara: sin una red de recarga fiable y bien distribuida, especialmente en el sur de Europa, la movilidad eléctrica apenas avanzará. España representa un caso paradigmático de cómo los avances tecnológicos chocan con limitaciones estructurales en el terreno.
Para que el coche eléctrico deje de ser una promesa y se convierta en realidad, se necesita implicación pública, empresarial y normativa para desplegar una red robusta, no solo en cantidad, sino en calidad y cobertura. La movilidad eléctrica no falla por la tecnología del vehículo, sino por la capacidad de recargarlos en cualquier lugar con rapidez y fiabilidad.