Bajo el capó de un coche de combustión interna se sitúan componentes conocidos como un motor térmico, una, bomba de combustible, un alternador, un radiador o un sistema de escape con catalizador y silenciador. Además hay filtros que pueden ser más o menos identificables. Sólo el tren motriz puede llegar a reunir cerca de 30.000 piezas
En frente, a un coche eléctrico le vale con 12.000 para hacer lo mismo. Ya no hay cilindros ni depósitos. En su lugar están el motor eléctrico, un inversor, un convertidor DC/DC para alimentar sistemas de 12 V, un cargador a bordo y la electrónica de potencia. Desaparecen el tanque de combustible y aparece la batería. Esta simplificación drástica elimina aceite, correas y filtros, reduciendo significativamente el desgaste mecánico y la complejidad técnica.
El mejor consejo que puedes recibir
Los coches eléctricos e híbridos (enchufables o no) traen consigo una advertencia urgente que muchos conductores aún ignoran: abrir el capó sin conocimientos técnicos puede ser mortal. Así lo recuerdan los técnicos especializado del desguace español ‘Motocoche’ cuyo vídeo se ha viralizado en Youtube.
En él, utilizan como ejemplo un Kia Sportage híbrido enchufable de 2024 siniestrado. El vehículo había sufrido un accidente aparentemente leve, pero que dejó al descubierto un peligro invisible para la mayoría: la alta tensión circulando por el sistema eléctrico.
“Esto puede costarte la vida”, advierte el mecánico en un vídeo de divulgación técnica que ya acumula miles de visualizaciones. En el caso concreto del Kia accidentado, el impacto dobló la tubería del compresor del aire acondicionado, lo que a su vez provocó la rotura del conector del alternador y del cable de alta tensión. Ese cable, completamente expuesto, estaba en contacto directo con el bloque del motor, ambos componentes metálicos. El resultado: una corriente de hasta 400 voltios circulando por el vano motor.
“Si tocas ahí, te mueres”, resume gráficamente el técnico. El cableado de alta tensión en vehículos electrificados, identificado por su color naranja, puede alcanzar picos eléctricos extremadamente peligrosos. Y lo peor: cualquier gesto rutinario que aprendimos con los coches de combustión, como comprobar el nivel de aceite, puede ahora convertirse en una trampa mortal.
La falsa confianza heredada del motor térmico
El experto lanza un mensaje claro: “Estamos acostumbrados a levantar el capó en cuanto el coche tiene un problema. Eso se ha terminado. Hoy es un acto de riesgo si el coche es eléctrico o híbrido”. Y lamenta que los usuarios no estén suficientemente concienciados de los peligros que implican las baterías de alta tensión: “Ni siquiera quienes trabajamos con estos coches podríamos saber si algo está energizado tras un accidente. Mucho menos alguien sin formación”.
A modo de ejemplo, recuerda el caso de un agente de policía autonómico fallecido recientemente en Cataluña mientras cambiaba unas pastillas de freno de un coche híbrido. El vehículo estaba conectado a la corriente. Nadie le advirtió de que eso podía suponer un riesgo eléctrico directo, incluso para un elemento como los frenos. “Pensaba que no tenía relación con el sistema eléctrico. Pero hubo un cortocircuito”, explica el técnico. “Es una tragedia que podría haberse evitado con formación y prevención”.
Otro de los reproches lanzados en el vídeo es la falta de información útil en el momento de la entrega del coche. “Cuando compras un coche nuevo, el comercial te explica cómo funciona la pantalla, los botones o el navegador… Pero nadie te advierte de que si tocas el inversor te puedes quedar pegado”, denuncia. “Deberían enseñarnos cosas realmente importantes: qué no tocar nunca y qué hacer en caso de accidente”.
Un cambio cultural: de ‘manitas’ a precavidos
Durante décadas, la cultura del automóvil incentivó a los conductores a familiarizarse con el interior de sus coches. Revisar el aceite, mirar el líquido refrigerante o desconectar la batería eran acciones casi instintivas ante cualquier problema. Hoy, esa costumbre puede ser letal. “Ya no podemos ser ‘manitas’ con estos coches. Hay que desaprender eso. Si el coche falla, llama a una grúa. Aléjate. No lo toques”, insiste.
Incluso propone soluciones prácticas para impedir el acceso al capó por parte de usuarios no cualificados. “Con algo tan simple como quitar el tirador del capó o usar tornillos diferentes para cerrarlo, evitaríamos tentaciones. Blindar el vano motor puede salvar vidas”.
El debate queda abierto: ¿deberían los fabricantes incluir más protecciones físicas que impidan manipular componentes de alta tensión? ¿O es responsabilidad del usuario mantenerse informado y actuar con prudencia? Lo cierto es que, en un contexto de crecimiento imparable del parque de vehículos electrificados en España y en toda Europa, la educación sobre seguridad eléctrica se vuelve tan esencial como el propio mantenimiento del coche.
Como concluye el técnico: “Los eléctricos e híbridos no son peligrosos si no los tocas. Pero si metes mano donde no sabes… puede ser la última vez”.