La normativa sobre contaminación se lo está poniendo cada vez más difícil a los coches con motores térmicos. Aquellos que funcionan exclusivamente con diésel y gasolina son los que emiten más partículas contaminantes y, por tanto, los que sufrirán más las consecuencias de las nuevas limitaciones que están por llegar. Una de las más polémicas es la que está relacionada con la instalación de radares de emisiones. Se trata de una tecnología que podrá imponer la obligatoriedad de pasar una ITV a inmovilizar, incluso, un vehículo.
Esta tecnología comenzará a implantarse a lo largo de 2024 en toda la geografía española. Por el momento, se trata de una decisión puramente local, por lo que la Dirección General de Tráfico (DGT) aún no se ha manifestado a este respecto. Aun así, ciudades como Madrid ya disponen de legislación específica sobre la incorporación de estos medidores y su potencial uso en la vía pública. Veamos, por tanto, cómo funcionan estos cinemómetros con capacidad de detectar qué coches contaminan más.
Así funcionan los radares de emisiones y cuándo podría comenzar su instalación
Las restricciones a la movilidad por motivos de contaminación están presentes desde hace un tiempo, pero lo cierto es que pronto podríamos ver un endurecimiento de las condiciones para circular. Los radares de emisiones contaminantes pueden ser fijos o portátiles, siendo su funcionamiento muy parecido. Curiosamente, no se requiere de la instalación de aparatos en la cercanía de un tubo de escape, sino que pueden situarse en el mismo lugar que los medidores de velocidad convencionales.
Su operativa se basa en la tecnología de láser, siendo capaz de calcular la proporción que hay en el ambiente de todos los gases emitidos por un motor de combustión interna. Para ello, se recurre a la técnica de la teledetección, en la cual una onda se encarga de absorber los gases, emitiéndose un veredicto en función de la luz que dejan pasar las partículas que deja como estela cada vehículo a su paso. En menos de un segundo, es posible obtener toda la información del vehículo en cuestión.
Gracias a esta tecnología, es posible saber si un automóvil determinado ha sufrido modificaciones o si, por ejemplo, no cuenta con el mantenimiento y revisiones al día. Conocida toda esta información, se le puede notificar para que pase una inspección obligatoria en un plazo determinado. Si no cumpliera con lo dispuesto en la diligencia, se le podría imponer sanciones económicas de gran calado y, en los casos más extremos, la inmovilización del vehículo.
En referencia a los radares portátiles, algunos modelos pueden contar con la posibilidad de realizar mediciones directamente del tubo de escape de los vehículos. En este sentido, se podrían hacer controles aleatorios de emisiones y seguir las mismas instrucciones que las mencionadas anteriormente. La implantación de estos sistemas parece que terminará implantándose en los próximos años ante el endurecimiento de las condiciones que está produciéndose.
Aun así, es importante destacar que este tipo de tecnología todavía requiere de una serie de pruebas y homologaciones para poder entrar en funcionamiento, tal y como se puede leer en la nota de prensa de UNE. Por este motivo, los próximos meses se anticipan cruciales para comprobar cómo es la incorporación de esta nueva herramienta en el control del tráfico.
Por último, cabe hacer especial mención a una nueva tecnología basada en infrarrojos que permitiría la detección de la calidad del aire. Habiendo obtenido la aprobación por el Ciemat, podría comenzar su aplicación en áreas como la Comunidad de Madrid en el futuro. La innovación habría sido posible gracias a la contribución de los fondos Horizonte 2020.