BYD no es, todavía, la marca líder en ventas de coches eléctricos a nivel mundial. A pesar de que parecía que iba a ocurrir, finalmente no ha superado a Tesla en lo que respecta a vehículos de cero emisiones, pero está cerca de conseguirlo. Este año, muchos anticipaban que acabaría con una derrota de Tesla frente al que es, hoy en día, el mayor fabricante de coches de China.
Sin embargo, sí lo es en la cuenta total de coches enchufables porque en las cifras de BYD se incluyen las ventas de híbridos enchufables. De los 3,01 millones de unidades comercializadas globalmente bajo la marca BYD, 1,4 se corresponden con híbridos enchufables, es decir, son 1,6 millones de vehículos totalmente eléctricos, una cifra que no está lejos de los 1,81 millones de Tesla. Un informe reciente de Bloomberg Intelligence señala que BYD se mantendrá en la segunda posición del ranking y Tesla ampliará la brecha con respecto a otros competidores. Esta década será el escenario de una dura competición entre Tesla y BYD.
Wang Chuanfu y Elon Musk, dos caras muy diferentes para una misma moneda
Wang Chuanfu, empresario y fundador de BYD, nació el 8 de octubre de 1966 en la provincia de Fujian, China. La historia de Chuanfu es difiere de la de otros millonarios como Zuckerberg o Bezos que, lejos de ser ‘millonarios hechos a sí mismos’, levantaron sus empresas gracias al apoyo inversionista inicial de familias acomodadas que actuaron como mecenas.
Creció en una familia humilde en una aldea en la provincia de Fujian. Desde joven, mostró interés por la ciencia y la tecnología lo que le llevó a buscar oportunidades más allá de las actividades agrícolas tradicionales relacionadas con el arroz.
Después de completar la escuela secundaria en la provincia de Anhui, al este de China, sus padres murieron y se quedó al cuidado de sus hermanos mayores. Ingresó a la Universidad de Ciencia y Tecnología de Pekín, donde estudió Ingeniería Química, obtuvo un máster en Metalurgia y se graduó en 1987.
Tras pasar varios años investigando para el Estado, en 1995 fundó BYD Company Limited con la ayuda de su primo, en una enorme ciudad que ofrece grandes oportunidades comerciales: Shenzen. Inicialmente, la empresa se dedicaba únicamente a la fabricación de baterías recargables para móviles, una industria floreciente en ese momento.
El éxito inicial de la empresa es fruto del humilde respaldo financiero ofrecido por los miembros de la familia de los dos primos que ayudaron con pequeñas contribuciones. Según informa The Wall Street Journal, lograron reunir alrededor de 300.000 dólares para iniciar sus actividades en un espacio alquilado de aproximadamente 2.000 metros cuadrados. Desde allí pelearon contra competidores de la talla de Sanyo, Sony, Samsung, Motorola o Nokia, para los que llegaron a trabajar.
Al poco tiempo, destacó por sus avances en tecnología de baterías, convirtiéndose en uno de los mayores fabricantes del mundo. Desempeñó un papel crucial en el desarrollo de la tecnología LFP (fosfato de hierro y litio -LiFePO4). Además de las baterías, BYD tuvo éxito en la producción de teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos.
La compañía se expandió rápidamente gracias a la formación académica y los conocimientos de Chuanfu. Diversificó sus operaciones para incluir productos electrónicos, paneles solares y otros componentes eléctricos. Pero, como empresario visionario, estaba convencido de que las baterías podrían servir para mucho más que para alimentar pequeños dispositivos electrónicos. Chuanfu adquirió el control de Qinchuan Machinery Work, un fabricante de automóviles en dificultades financieras, rescatándola del borde de la bancarrota y creando el germen del BYD Automobile, la división automotriz de la marca.
Llegan los vehículos eléctricos
Aprovechando este éxito en un componente fundamental de la nueva industria del automóvil, BYD se convirtió en pionera. En 2003 puso en pie su primera fábrica de baterías. Para mantener los costes bajos, en lugar de automatizar la producción buscó el uso de herramientas básicas y mano de obra muy poco especializada. Todo lo contrario de lo que hizo Elon Musk, que automatizó su fábrica para responder a la enorme demanda del Model 3.
En 2005 presentaba su primer coche, el BYD F3DM, un híbrido del tamaño del Toyota Corolla que todavía utilizaba un motor de combustión. En 2008 la compañía perdió el 31% de su valor porque sus accionistas no apoyaron el cambio de sector. Sin embargo, el éxito de su primer coche llamó la atención de Warren Buffett que compró el 10% de la compañía.
Un año más tarde, BYD fabricaba su primer autobús eléctrico de 12 metros de largo y con 250 km de autonomía. De ahí pasó a convertirse en uno de los primeros fabricantes de automóviles en producirlos en masa. Superando varios desafíos y logrando innumerables éxitos, bajo la batuta de Chuanfu la empresa ha continuado su expansión en el mercado de vehículos eléctricos y ha establecido alianzas estratégicas con otras compañías.
En 2009 figuraba ya entre las personas más ricas de China, con una fortuna valorada en 5.900 millones de dólares. A pesar de ello, Chuanfu es un empresario discreto que nada tiene que ver con la necesidad de notoriedad de Elon Musk, cuya fama le precede, para bien o para mal, siempre que se le menciona.
Chuanfu ha expresado en diferentes ocasiones su visión para el futuro: “transformar BYD en una empresa líder en energía limpia y movilidad sostenible”. Además de sus logros empresariales, ha estado involucrado en actividades filantrópicas, apoyando proyectos en áreas como la educación y el medio ambiente.
Wang Chuanfu ha recibido numerosos reconocimientos por su contribución a la industria de los vehículos eléctricos y a la tecnología de las baterías. En 2009, la revista Forbes lo incluyó en su lista de las personas más poderosas del mundo.
