El mundo se está transformando a una velocidad vertiginosa. La industria del automóvil ha cambiado más en la última década que en los cien años anteriores. La evolución intrínseca de los coches y el cambio en el formato de movilidad están provocando un seísmo en un sector muy clásico y poco dado a cambios. Los coches térmicos estarán prohibidos en Europa a partir de 2035. La medida ratificada la semana pasada en el Parlamento Europeo tiene numerosos detractores y uno de ellos es el ministro de Transporte italiano, Matteo Salvini, que ha dejado bien clara su postura.
Las medidas aprobadas por el grueso de los 27 países que conforman la Unión Europea implican el cese de los coches nuevos con motor térmico. En la búsqueda de un horizonte de neutralidad climática, Europa quiere convertirse en la primera región del mundo en ofrecer un espacio sostenible y medioambientalmente responsable. Se estima que el 20% de la contaminación del aire está causada por el transporte por carretera y es ahí hacia donde se dirigen las principales medidas de actuación de los políticos.
Italia es uno de los países más rezagados en cuanto a la implantación del coche eléctrico, aunque sus datos son sensiblemente mejores que los nuestros. Muchos de sus fabricantes como Ferrari, Lamborghini, Maserati o Alfa Romeo son bastante conservadores en sus políticas de movilidad. Ahora el ministro italiano se ha mostrado contundente al afirmar que el giro dramático que plantea Europa tendrá consecuencias devastadoras para la industria: “a todos nos importa el agua, la calidad del aire y un medio ambiente más limpio, pero eso no significa despedir a millones de trabajadores y cerrar miles de negocios”.
En cierto modo, las palabras del político italiano responden a numerosas decisiones que los fabricantes ya están adoptando. La semana pasada, Ford anunció el despido de casi 4.000 trabajadores en Europa para afrontar la nueva era eléctrica. "El fundamentalismo ideológico de la electricidad por sí solo es un suicidio y un regalo para China", ha asegurado Salvini. China tiene un músculo productivo que el Viejo Continente no puede igualar. Muchos fabricantes ya derivan allí la producción, atraídos por costes de producción más bajos que les dejan un mayor margen de beneficio.
“Se necesita más tiempo y una mayor cantidad de fondos para garantizar una transición sin problemas” ha añadido Salvini. La industria del automóvil en Europa tiene un gran peso, sólo en España representa el 10% del PIB. Perder activos y empresas puede suponer un duro revés para los ingresos y para las cifras de trabajo a nivel continental. El ministro de Transportes no es el único que se enfrenta a la medida europea. El titular de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional, Antonio Tajani, ha asegurado que desde Roma tratarán de presentar una contrapropuesta: limitar la reducción al 90%, dando a la industria oportunidades para adaptarse.
La reglamentación europea ha cogido a muchos países y a muchas marcas con el pie cambiado o distraídas. La era eléctrica está modificando el status quo del mercado. Cada vez más marcas extranjeras, especialmente las chinas, se atreven con el que todo el mundo considera como el mercado más competitivo. Ante esa invasión, muchos ven peligrar una industria que aporta cientos de miles de millones a las arcas europeas. Los próximos años se presentan fundamentales, primero con la entrada en vigor de la Euro 7 y, posteriormente, con la prohibición térmica en 2035.
