Un estudio reciente realizado por el Instituto Fraunhofer FFB y la Universidad de Münster indica que las baterías de iones de sodio están cerca de entrar en producción industrial a gran escala, presentándose como una alternativa emergente tanto a las baterías de litio-ferrofosfato (LFP) como a las de níquel-cobalto-manganeso (NCM).
Este avance daría razón a las últimas novedades de compañías como CATL o Huawei, aunque no todas las empresas piensan lo mismo. Sin ir más lejos, hace unos días, el vicepresidente de ingeniería de Tesla afirmaba que aún hay baterías de iones de litio para rato, olvidándose de las de sodio. El debate está servido.

Ayudarían a reducir la dependencia de China
Tradicionalmente, siempre se ha considerado que las baterías de sodio tenían un rendimiento inferior, pero la investigación ha mostrado que sus características pueden variar mucho según la composición y química, y que algunas configuraciones podrían ser aptas para su uso en vehículos eléctricos en un futuro cercano.
Este estudio también subraya las ventajas ecológicas de estas baterías, en particular por el uso de carbono duro en el ánodo, cuya fabricación requiere menos energía que el grafito sintético común en las baterías de litio. Aunque este material limita actualmente la capacidad energética en comparación con el grafito, existe un amplio margen para mejorar su rendimiento, lo que podría reducir significativamente la brecha y disminuir las emisiones de CO₂ en hasta un 11%, haciendo que las baterías de sodio sean una opción más económica y respetuosa con el medio ambiente.
Por último, varias compañías están desarrollando planes para fabricar estas baterías en gigafábricas, aprovechando tecnologías que permiten integrarlas en las líneas de producción ya existentes para baterías de litio, lo que facilita y acelera su comercialización. Los expertos destacan que estas baterías podrían ayudar a reducir la dependencia geoestratégica de países como China, aunque insisten en la necesidad de un apoyo económico dedicado a la investigación y desarrollo para sacar el máximo partido a esta tecnología emergente.
CATL y Huawei van en una dirección, y Tesla en otra
CATL y Huawei están liderando el desarrollo de las baterías de sodio. Recientemente, CATL presentaba la segunda generación de su batería de sodio, que se caracteriza por su alta seguridad y resistencia a temperaturas extremas, funcionando incluso a -40 °C. Esta batería ofrece una densidad energética de 175 Wh/kg y está programada para producción en masa en diciembre de 2025, compatible con vehículos eléctricos e híbridos. De hecho, durante su presentación, la compañía china afirmó que la adopción a gran escala de estas baterías “tendrían ventajas en términos de costes sobre las baterías LFP”.
Por su parte, Huawei ha integrado la tecnología de baterías de sodio en sus vehículos eléctricos a través de su marca Aito. Las últimas informaciones revelan cifras muy competitivas en un futuro cercano, ya que con un paquete de baterías de 50 kWh podría aceptar tasas de recuperación de hasta 600 kW, o de hasta 1.200 kW en una batería de 100 kWh. Esto quiere decir que en condiciones ideales un eléctrico de rango extendido, como el que Aito está a punto de presentar, podría recuperar el 100% de su autonomía eléctrica en menos de 10 minutos.

Tesla nunca se ha pronunciado sobre las baterías de sodio. Lars Moravy, vicepresidente de ingeniería de Tesla, sí ha hablado sobre las baterías de estado sólido; diferentes a las de sodio. La marca de Elon Musk no pierde de vista las primeras, pero considera que todavía hay mucho margen de mejora en las que utilizan actualmente sus vehículos, es decir, de LFP.
“Las celdas de iones de litio y de fosfato de hierro y litio realmente han demostrado su valor en términos de densidad y capacidad energética, y creo que solo estamos en el comienzo de eso. Sigo pensando que todavía queda mucho por avanzar en la microquímica y en esos formatos”, explica Moravy.