Natron Energy, una ‘startup’ californiana que quería industrializar baterías de sodio-ion con electrodos tipo Azul de Prusia, ha tenido un triste final. La empresa ha cesado operaciones en Estados Unidos y ha cancelado su proyecto estrella: una gigafactoría de 1.400 millones de dólares (unos 1.200 millones de euros) en Carolina del Norte.
La compañía estaba centrada en el desarrollo y la producción de baterías de iones de sodio para aplicaciones de almacenamiento de energía, como centros de datos y sistemas industriales, y funciones de “buffer” para picos de potencia en hubs de recarga, no a baterías para turismos eléctricos por su menor densidad energética.

Un inicio prometedor y un triste desenlace
El primer hito industrial de Natron Energy llegó en primavera de 2024 con la puesta en marcha de producción comercial en Holland (Míchigan). Aquella planta se planteó como inicio para servir a clientes de centros de datos, mientras la empresa avanzaba en certificaciones y escalado. Un año después, esa misma instalación aparecería en los documentos oficiales de cierre.
El gran salto se anunció el 15 de agosto de 2024: Natron eligió el Kingsboro CSX Select Megasite, en Edgecombe County (Carolina del Norte), para construir una fábrica de hasta 24 GWh anuales, con cerca de 1.000 empleos y una inversión cercana a 1.400 millones de dólares. El Estado comprometió hasta 21,75 millones en reembolsos mediante el programa JDIG, con apoyos locales adicionales para acondicionar el megasitio. La propia compañía subrayó entonces que la nueva planta multiplicaría por 40 su capacidad respecto a Míchigan.
Durante 2025 el proyecto empezó a dar señales de fatiga financiera. El 18 de julio, prensa regional de Carolina del Norte adelantó que el plan del Kingsboro Megasite estaba “en pausa” por problemas de liquidez, a apenas once meses del anuncio oficial. Era una advertencia temprana de las necesidades de capital circulante se estaban volviendo difíciles de cubrir.
La confirmación llegó a final de verano. El 28 de agosto de 2025, la empresa envió a las autoridades de Míchigan un aviso formal comunicando el cierre permanente de sus instalaciones de Holland (MI) y Santa Clara (CA) con efectos el 3 de septiembre y 95 despidos entre ambos centros. En el documento se especifica la naturaleza permanente del cierre y el reparto de los puestos afectados.
A partir del 2 de septiembre comenzaron a publicarse informaciones que hablaban abiertamente de cese de operaciones y de la cancelación del proyecto de 1.400 millones en Carolina del Norte. Medios estatales como The News & Observer detallaron que la compañía dejaría de operar “por problemas no resueltos de financiación”, una versión que se vería refrendada por la cobertura nacional en los días siguientes.

El 4 y 5 de septiembre, cabeceras especializadas y tecnológicas como DataCenterDynamics y TechCrunch describieron el desenlace como una liquidación motivada por problemas financieros. La empresa no logró el capital necesario para mantener la actividad y completar el escalado, pese a tener interés comercial en su tecnología y una hoja de ruta industrial. Ya el 8 de septiembre, Manufacturing Dive concretó la situación: cierres en Michigan y California efectivos el 3 de septiembre, 95 empleados afectados y paralización del plan en Carolina del Norte.
A lo largo de este proceso no hay declaraciones públicas de directivos de Natron culpando directamente “a China” del cierre. Sí hay, en cambio, comunicaciones internas y reportes periodísticos que señalan como causa inmediata, y análisis externos que contextualizan la dificultad de competir en coste y escala con cadenas de suministro ya maduras en Asia mientras caía el precio del litio y ganaban terreno químicas como LFP.