Hay razones para que los robots de Tesla y Elon Musk no se parezcan tanto a un humano

Los expertos en psicología han llegado a una conclusión evidente tras estudiar la aceptación por parte de la sociedad de estas máquinas con aspecto humanoide.

Así es el Tesla Optimus Gen 2.
Así es el Tesla Optimus Gen 2.
08/01/2024 10:30
Actualizado a 08/03/2024 11:32

El desarrollo de robots con aspecto más o menos humanoide se lleva a cabo desde hace años, aunque queda todavía mucho por hacer para que lleguen a adoptar una apariencia tan precisa como la que tenían los replicantes de la película Blade Runner.

O quizá la tendencia sea mantener a estas máquinas alejadas de una apariencia fiel a la humana, en vista de lo que dicen los estudios en robótica y psicología que llevan años analizando su integración en la sociedad.

Hablamos de un fenómeno psicológico que hace que las personas pasen de tener una percepción positiva, incluso viéndolos como seres adorables o graciosos, a otra negativa, que da como resultado el miedo o la aversión, tendente siempre al rechazo.

Cuanto más humana es la apariencia de un robot, más inquieta a la sociedad.
Cuanto más humana es la apariencia de un robot, más inquieta a la sociedad.

Los expertos integran esta experiencia dentro de lo que se conoce como "valle inquietante" o "valle inexplicable". Es ahí donde cuesta entender la razón real por la que psicológicamente nos afecta tanto ver un robot con un alto porcentaje de parecido humano.

En estático, la mente puede asociarlo a un cadáver y, en movimiento y con funciones humanas, se asocia a un muerto viviente. Como se percibe que no es 100% humano, provoca un choque mental al que no está acostumbrada la mayoría de la sociedad. De hecho, la costumbre es la que permite que los creadores de este tipo de robots acaben familiarizándose y no se genere en ellos esos sentimientos negativos -o, al menos, no en la misma medida- de los que hablamos.

De ahí que se pueda entender que la caída en picado hacia el citado "valle inquietante", del que se empezó a hablar en 1970 sea debida al desconocimiento, pues es posible compararla a las sensaciones que tuvo la gente en los primeros años de existencia de la fotografía y del cine.

El miedo hacia este tipo de robots humanoides llega al nivel de ver un cadáver o un muerto viviente.
El miedo hacia este tipo de robots humanoides se explica porque se tiende a ver un cadáver o un muerto viviente.

Hay una historia, algunos dicen que falsa, que cuenta una anécdota sobre los hermanos Lumière, considerados los padres del cine, cuando proyectaron un cortometraje en un café de París en el que se podía ver una escena de un tren llegando a una estación. Cuanto más se aproximaba el tren a la cámara, más tensos se ponían los curiosos espectadores, que acabaron huyendo movidos por el pánico, pensando que la locomotora se les venía encima. Aquello tuvo lugar en 1895.

Lo mismo ocurre si atendemos a la Inteligencia Artificial y su capacidad para generar fotos hiperrealistas, así como vídeos que permiten crear escenas de personas que ya han fallecido y que pueden terminar inquietando.

Preocupa, por tanto, que los robots tengan un aspecto real, pues entran en juego las emociones que no se relacionan en ningún caso con una simple máquina. Pueden apelar en mayor o menor medida a un sentimiento amable cuando se trata de un aspecto definido y atractivo a la vista, aunque puede ser todo lo contrario si luce en cierto modo desafiante.

El nivel de aversión depende del grado de similitud en apariencia y gestos del robot en cuestión
El nivel de aversión depende del grado de similitud en apariencia y gestos del robot en cuestión.

El rechazo es todavía mayor si el comportamiento del robot humanoide es similar al de una persona real, si habla y es capaz de interactuar y tener conversaciones, así como si cuenta con una piel sintética para simular la apariencia humana.

Hay, incluso, quienes hablan de instinto, pues el ser humano puede llegar a verlos como rivales, como antaño ocurriera en otras especies que tuvieron que luchar por su supervivencia.

El tiempo dirá, pero es un argumento de peso para entender las razones por las que Elon Musk no ha dotado al Optimus Gen 2 de Tesla de mayor similitud con el ser humano en cuanto a aspecto se refiere. Porque la ciencia y la evolución tecnológica ya han demostrado con varios prototipos que se puede hacer.

Sobre la firma
Ruben Leal
Rubén Leal

Redactor de Híbridos y Eléctricos, cubriendo toda la actualidad del sector de los vehículos eléctricos y la movilidad sostenible. Licenciado en Comunicación Audiovisual y Ciencias de la Información por la Universidad de Málaga. Cursó el máster Comunicación y Periodismo Deportivo en la Universidad Europea. Además, ha trabajado en medios de comunicación del motor como Autopista, Motor1 y SoyMotor.