La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, volvió a poner el foco en el calendario europeo que prohíbe vender coches nuevos con emisiones de CO2 a partir de 2035. En su intervención ante el Senado, previa al Consejo Europeo, defendió que "el futuro del automóvil no puede basarse únicamente en la electrificación" y pidió "estar abiertos a todas las soluciones, también a los biocombustibles sostenibles, que deben permitirse después de 2035", según han recogido diversos medios italianos.
La posición de Meloni no aparece aislada de la agenda oficial, ya que en los documentos parlamentarios vinculados a esas comunicaciones se insiste en fijar objetivos climáticos "realistas" para el sector del automóvil y en respetar el principio de neutralidad tecnológica. Es decir, no cerrarse solo a la vía del coche eléctrico.

Meloni pide bajar el precio de la electricidad
La líder italiana trasladó a Ursula von der Leyen un mensaje muy concreto, como “intervenciones urgentes en el sector del automóvil y bajar el precio de la electricidad” para no minar la competitividad industrial de Italia. La petición se produjo en un cara a cara en Bruselas y fue difundida por la prensa italiana tras el encuentro.
La Comisión Europea ha adelantado a finales de 2025 la revisión del reglamento que fija ese 2035 como fecha para que todos los coches y furgonetas nuevos sean de emisiones cero, una norma aprobada en 2023 y que, en la práctica, clausura las ventas de motores de combustión convencionales. En ese examen han entrado los e-fuels y, como subraya Italia, los biocombustibles sostenibles.
El debate, sin embargo, divide a los socios. Francia y España han defendido estos días mantener 2035 como faro de la descarbonización del transporte, mientras que Italia y parte de la industria piden mayor flexibilidad y “neutralidad tecnológica”. Ese choque de enfoques es el que llega a la mesa de los líderes europeos.
La presión del sector es notable. ACEA y la patronal de proveedores sostienen que los objetivos actuales “ya no son viables” sin ajustes y piden reconocer otros vectores de descarbonización; en paralelo, ejecutivos como el CEO de BMW, Oliver Zipse, han calificado la prohibición de 2035 como “un gran error”.

Las grandes marcas alemanas comparten mensajes, como Ola Källenius, CEO de Mercedes-Benz, que pidió una revisión del veto de 2035 y advirtió que, si se mantiene sin flexibilidad, Europa “podría acabar contra un muro” con riesgo de colapso del mercado. También reclama neutralidad tecnológica, incentivos y abaratar la electricidad para que el coche eléctrico sea viable.
Por otro lado, Oliver Blume, CEO del Grupo Volkswagen, ha calificado el objetivo de 2035 como “irrealista” en su formulación actual y defiende una vía donde la electromovilidad sea el eje, pero con espacio para otras tecnologías (incluidos los e-fuels) para acelerar la descarbonización del parque.
El canciller alemán también tiene clara su opinión
El canciller alemán, Friedrich Merz, se ha posicionado públicamente a favor de suavizar o incluso tumbar el veto de 2035 a los coches nuevos con emisiones de CO2. En las dos últimas semanas dejó frases como “no habrá un corte en seco en 2035 si depende de mí” y defendió la neutralidad tecnológica.

Pese a ese mensaje, el Gobierno federal no tiene aún una postura unificada: Merz reunió a los grandes del motor sin cerrar una línea común a la espera de la revisión de la Comisión Europea a final de 2025. Dentro de la coalición hay matices (parte del SPD habla de excepciones más que de un vuelco total).
¿Y Sánchez? En los últimos días no hay una cita textual nueva de Pedro Sánchez sobre 2035; lo que sí consta oficialmente es que España, junto a Francia, pidió mantener la fecha 2035 en la revisión que prepara Bruselas. Es decir, la posición del Gobierno español ha sido de sostener el objetivo frente a los países que piden aflojarlo, aunque sin declaraciones recientes del presidente a título personal.
