El motor de inducción es el responsable de la propulsión de la mayoría de los vehículos eléctricos actuales. Fue desarrollado, casi simultáneamente, por Galileo Ferraris y Nikola Tesla. El ingeniero italiano presentó su prototipo en 1885, basándose en un campo magnético giratorio generado por dos corrientes eléctricas desfasadas. Pocos años después, entre 1887 y 1888, Nikola Tesla patentó un motor de inducción de corriente alterna con un sistema bifásico similar, que fue comercialmente impulsado por George Westinghouse.
El motor de inducción es un tipo de motor en el que, al alimentar el estator con corriente alterna, se genera un campo magnético giratorio. Este campo induce corriente en el rotor, lo que crea a su vez otro campo electromagnético que provoca el giro del rotor, convirtiendo la energía eléctrica en movimiento mecánico. La corriente alterna permite la inducción de un campo rotativo sin necesidad de contactos eléctricos directos, posibilitando una construcción robusta, sin escobillas y altamente eficiente. De ahí que el motor de inducción, también llamado asincrónico, sea el más utilizado en aplicaciones industriales y en vehículos eléctricos actuales.

Un visionario altruista
Aunque Nikola Tesla no llegó a ver un solo coche eléctrico, su legado ha sido clave para ellos. Sin embargo, si el legendario inventor del motor de inducción y la corriente alterna levantara la cabeza hoy, es probable que se sorprendiera y se sintiera incómodo por el uso de su nombre por parte de Elon Musk y el modelo de negocio actual de Tesla.
Tesla inauguró en 1894 la iluminación eléctrica de la Exposición de Chicago con un sistema de corriente alterna que transformó la industria eléctrica. Su sueño era que la electricidad y la tecnología se convirtiera en un bien accesible a toda la humanidad.
El proyecto más ambicioso de Tesla, la Torre Wardenclyffe, buscaba transmitir energía y señales sin cables de forma gratuita a todo el mundo. Según sus propias palabras, su sistema debía “servir a la humanidad sin restricciones económicas” Sin embargo, al percatarse de que Tesla pretendía distribuir energía gratis, el banquero J.P. Morgan retiró su financiación.
Tesla, un ser visionario, murió en relativa pobreza en 1943, sin ver realizado su anhelo; murió convencido de que la energía eléctrica debía ser un bien público.

Elon Musk VS Nikola Tesla
Elon Musk ha reconocido que Nikola Tesla le ha servido como inspiración hasta el punto de bautizar una de sus principales empresas con su nombre. Si bien es cierto que Musk no fundó la empresa, ya que lo hicieron Martin Eberhard y Marc Tarpenning en 2004, el magnate se unió pronto al proyecto y fue nombrado consejero delegado en 2008.
En la actualidad, Tesla es sinónimo de coche eléctrico y tecnología disruptiva. Pero, como señalan diversos expertos, su éxito esconden tensiones con los principios de Tesla. Un modelo de mercado centrado en la obtención de beneficios y satisfacción de accionistas, productos exclusivos, orientados, al menos inicialmente, a clientes de alto poder adquisitivo y patentes, interfaces y productos que requieren inversión, a diferencia de la visión original de acceso libre.
Nikola Tesla veía la tecnología como un servicio universal. Musk, por su parte, opera en un entorno capitalista: su empresa, Tesla Inc., produce coches eléctricos que pueden comprar ‘solo’ aquellos que puedan permitírselo. Como todas las empresas, su meta es ampliar mercado y reducir costes, pero siempre dentro de una lógica de rentabilidad.

Esto genera una visión opuesta: mientras Tesla emprendía sin ánimo de lucro, Musk busca transformar múltiples industrias: coches, viajes espaciales, Internet satelital o interfaces cerebro-máquina, pero desde una perspectiva de negocio global y competitiva
Tanto Musk como Tesla imaginaron infraestructuras a nivel planetario: redes eléctricas, Internet vía satélite, colonias en Marte o conexiones cerebro-máquina. No obstante, en Tesla imperaba la utopía del acceso universal “sin facturas ni barreras”. En Musk, en cambio, prima la expansión comercial: la tecnología debe ser rentable para crecer .
En este sentido, mientras Musk impulsa proyectos como Neuralink, que busca unir la inteligencia artificial y el cerebro humano, sus aplicaciones son pagadas y orientadas a uso médico, con vistas a convertirse en negocio. Una gran diferencia respecto al ideal comunitario de Tesla, que soñaba con compartir conocimiento sin restricciones económicas.