La revolución tecnológica que ha supuesto la llegada del coche eléctrico para el sistema de tracción en la industria del automóvil de no ha dejado obsoletos todos los componentes heredados de la automoción tradicional. Uno de los mejores ejemplos es el sistema de suspensión MacPherson, una solución técnica desarrollada en la década de 1940 que, a pesar del paso del tiempo y los avances en ingeniería, continúa siendo un elemento clave en millones de vehículos actuales, incluidos los eléctricos.
Diseñado por Earle S. MacPherson, ingeniero de General Motors y más tarde de Ford, este sistema surgió como una forma eficiente y compacta de absorber irregularidades del terreno y mejorar la maniobrabilidad de los coches sin comprometer espacio ni costes. Su diseño fue tan innovador que hoy sigue presente en muchos modelos eléctricos, desde utilitarios hasta SUV de nueva generación.

Un diseño simple, pero eficaz
El sistema MacPherson se compone, esencialmente, de un amortiguador telescópico que hace las veces de eje guía, acompañado de un muelle helicoidal y una rótula inferior que conecta la rueda con el chasis. Este conjunto permite que la rueda se mueva verticalmente al pasar sobre baches o imperfecciones, sin modificar su ángulo respecto al suelo.
Una de las grandes ventajas de este diseño es que ocupa muy poco espacio horizontal, lo que deja más margen para alojar otros elementos mecánicos, como el motor o las baterías en los coches eléctricos. Además, su simplicidad reduce costes de fabricación y mantenimiento, un aspecto clave para las marcas que buscan eficiencia sin comprometer el rendimiento.
Aunque MacPherson desarrolló su sistema en Estados Unidos a principios de los años 40, fue Ford quien lo introdujo de forma masiva en Europa a través del modelo Consul en 1951. Desde entonces, su uso se ha expandido por todo el mundo. Su fiabilidad, coste contenido y rendimiento aceptable han hecho que tanto vehículos urbanos como deportivos hayan optado por este sistema de suspensión en sus trenes delanteros.
En el caso de los coches eléctricos, esta tecnología ha cobrado una nueva relevancia. Marcas como Tesla, Hyundai o Volkswagen la utilizan por su peso reducido y bajo consumo energético, lo que permite mejorar la eficiencia general del vehículo.
¿Por qué no se ha reemplazado?
A pesar de que existen alternativas más sofisticadas como las suspensiones multibrazo, estas requieren más espacio, piezas y ajustes, lo que se traduce en mayores costes y complejidad técnica. En un entorno industrial cada vez más orientado a la eficiencia, la MacPherson sigue ofreciendo un equilibrio casi imbatible entre prestaciones, simplicidad y ahorro.
Por supuesto, no es un sistema perfecto. Tiene limitaciones a la hora de gestionar cargas laterales elevadas o mantener el contacto óptimo del neumático con el asfalto en maniobras extremas. Sin embargo, para la mayoría de los conductores y vehículos, especialmente los eléctricos de uso urbano o familiar, su rendimiento es más que suficiente.

¿La suspensión del futuro o del pasado?
En un sector donde todo parece querer cambiar a la velocidad de la luz, que un diseño de los años 40 siga formando parte de la arquitectura de los vehículos más modernos resulta cuanto menos sorprendente. Y sin embargo sigue en el corazón de la suspensión de millones de coches, desde un compacto urbano hasta un SUV eléctrico premium.
La historia de la suspensión MacPherson es, en definitiva, la de una solución técnica tan bien pensada que ha sabido adaptarse a los cambios sin perder vigencia. Un recordatorio de que la innovación no siempre consiste en inventar lo nuevo, sino en perfeccionar lo que ya funciona.