China ha puesto en servicio el puente más alto del mundo: el Huajiang Grand Canyon Bridge, en la provincia de Guizhou. La infraestructura quedó abierta al tráfico el domingo 28 de septiembre de 2025 y reduce el cruce del cañón de dos horas a apenas dos minutos, tras tres años de obras. La altura récord es de 625 metros desde la calzada hasta el río Beipan, superando a los anteriores registros en el propio país asiático.
El proyecto forma parte de la autopista S57 Liuzhi–Anlong y ha sido levantado por Guizhou Bridge Group. Se trata de un puente colgante con tablero a gran altura, diseñado para salvar un desfiladero de extrema profundidad en un entorno montañoso. La apertura al tráfico culmina un programa de pruebas de carga y verificación que arrancó en agosto de 2025, paso previo a su inauguración.

Una inversión de 253 millones de euros
Más allá de la cifra de altura, el Huajiang destaca por sus parámetros estructurales: 2.890 metros de longitud total y un vano principal de 1.420 metros, sostenido por dos pilonos de 262 metros. Esa combinación de luz y cota sobre el cauce explica el doble liderazgo que le atribuyen las crónicas locales: “primero en altura” y “primero en luz en zona montañosa”.
La inversión consignada oficialmente asciende a 2.100 millones de yuanes. A los tipos actuales, esa cifra equivale a 253 millones de euros. Esto sitúa el coste en un rango bajo para una obra de esta escala comparada internacionalmente, un rasgo habitual en megainfraestructuras chinas.
El impacto territorial es inmediato: el puente unirá el corredor entre Liuzhi y Anlong, facilitará el turismo y reducirá los costes logísticos de la región. Las autoridades y medios estatales subrayan que el ahorro de tiempo ha pasado de dos horas a dos minutos, de modo que cambia por completo la accesibilidad de ambos márgenes del cañón, tradicionalmente aislados por la orografía.
En la apertura se han destacado también elementos de atracción turística asociados a la obra: miradores y servicios que capitalizan las vistas a gran altura, un fenómeno ya visto en otros puentes récord del suroeste chino. La expectativa es que el puente se convierta en un icono regional, a imagen de estructuras previas sobre el mismo río Beipan, pero elevando el listón tecnológico y mediático.

Desde el punto de vista ingenieril, el desafío ha residido en combinar ligereza de tablero y rigidez aerodinámica con procesos constructivos en un entorno de acantilados y vientos de valle. La elección de un gran vano central reduce apoyos en el cañón y limita la huella en el fondo del desfiladero, a la vez que complica los cálculos de estabilidad y las operaciones de montaje a gran altura. La secuencia de ensayos de carga de agosto y la monitorización estructural por fibras ópticas aportan redundancia de seguridad en la fase de explotación.
Con su entrada en servicio, el Huajiang Grand Canyon Bridge arrebata el liderazgo mundial al puente más alto del mundo y se convierte en el nuevo emblema de la ingeniería de puentes de China. De hecho, medios internacionales han apuntado que esta obra deja una referencia en coste y tiempo difícil de igualar en Occidente y refuerza la estrategia del país de unir regiones de difícil acceso mediante megainfraestructuras de alto impacto económico y social.