La quiebra amenaza a esta marca de motos eléctricas tras una demanda millonaria y una crisis que huele a bancarrota

El fabricante canadiense de motos eléctricas buscaba revolucionar el sector de las dos ruedas con monturas de amplia autonomía y velocidad punta, pero los problemas se le acumulan y podría quedarse por el camino.

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Damon Motorcycles está en apuros por problemas legales y económicos y podría quebrar pronto.
03/10/2025 10:30
Actualizado a 03/10/2025 10:30

Damon Motorcycles, la start-up canadiense que prometía revolucionar el mercado de las dos ruedas eléctricas con modelos de altas prestaciones, atraviesa una de sus etapas más críticas. Lo que comenzó como un ambicioso proyecto con reservas millonarias y la promesa de superbikes capaces de superar los 320 kilómetros/hora, hoy se encuentra rodeado de litigios, deudas y una plantilla reducida al mínimo.

De las promesas al conflicto legal

En sus primeros años, Damon Motorcycles logró captar la atención de inversores y clientes con anuncios de modelos como la HyperSport o la HyperFighter, que aseguraban hasta 320 kilómetros de autonomía y velocidades puntas superiores de los 300 kilómetros/hora. El entusiasmo inicial se tradujo en reservas estimadas en más de 100 millones de dólares.

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Sus motos prometen prestaciones elevadas.

Sin embargo, el presente es mucho menos alentador. Uno de los primeros financiadores de la compañía, Andy DeFrancesco, ha presentado una demanda por 3,2 millones de dólares, alegando que la empresa incumplió su compromiso de entregarle acciones pactadas como compensación por asesoría y apoyo financiero. La demanda, presentada en Vancouver, no es el único frente abierto: Damon también enfrenta procesos relacionados con impagos de alquiler y con su propio fundador y ex CEO, Jay Giraud, quien abandonó la compañía tras una serie de cambios internos.

Una plantilla en mínimos históricos

Los problemas legales no llegan solos. De acuerdo con sus últimos informes financieros, Damon Motorcycles cuenta actualmente con solo 13 empleados, de los cuales 11 son de tiempo completo y 2 contratistas. Nada que ver con la etapa de mayor expansión, cuando la compañía hablaba de cientos de trabajadores y de una planta de producción en la Columbia Británica que nunca llegó a materializarse.

El contraste es aún más evidente si se observa su evolución reciente: en 2023 tenía 52 empleados, en 2024 pasó a 24, y ahora apenas mantiene poco más de una decena. Esta drástica reducción compromete la capacidad de la start-up para llevar adelante su producción, especialmente si se tiene en cuenta que aún presume de una lista de reservas millonarias que, en teoría, son reembolsables.

Entre deudas y reorientación estratégica

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La superdeportiva se denomina Damon HyperSport, mientras que la naked toma el apellido HyperFighter.

El debilitamiento de Damon no solo está marcado por la falta de personal y la presión legal. La empresa también arrastra deudas significativas y la ausencia de un centro de fabricación operativo. Ante este panorama, la compañía ha empezado a pivotar hacia otras áreas, como el desarrollo de software de seguridad y la búsqueda de alianzas estratégicas con fabricantes externos para producir una moto eléctrica más asequible. Aun así, con recursos humanos y financieros tan limitados, las posibilidades de cumplir con estas nuevas metas parecen escasas.

¿Una start-up al borde del colapso?

El caso de Damon Motorcycles refleja las dificultades que enfrentan muchas start-ups del sector eléctrico. Proyectos que nacieron bajo la promesa de acelerar la transición hacia la movilidad sostenible, hoy se topan con un mercado más competitivo, con menos incentivos y con inversores cada vez más cautelosos.

Mientras sus demandas se acumulan y la plantilla se reduce, el futuro de la HyperSport y la HyperFighter (los modelos llamados a marcar un antes y un después en la industria de la moto eléctricas) se vuelve cada vez más incierto.

Por ahora, Damon Motorcycles lucha por sobrevivir, aunque su ambicioso sueño de liderar la revolución eléctrica en las dos ruedas parece desvanecerse entre litigios, deudas y promesas incumplidas.