Aquí tienes el Bicimad al borde del colapso: caos con la expansión y nuevo sistema en Madrid

Desde su creación, Bicimad ha pasado por varias fases que le han llevado de ser un sistema deficitario a ser un ejemplo para otros. Desde hace dos meses, su uso es prácticamente imposible.

Bicicleta eléctrica de Bicimad, perteneciente al sistema antiguo, abandonada en las calles de la ciudad.
Bicicleta eléctrica de Bicimad, perteneciente al sistema antiguo, abandonada en las calles de la ciudad.
07/05/2023 09:00
Actualizado a 07/05/2023 09:00

El sistema de bicicletas compartidas Bicimad fue lanzado en Madrid en 2014 tras un proceso de licitación pública y un contrato de concesión otorgado a la empresa Bonopark S.L. por un período de diez años. El sistema fue diseñado para mejorar la movilidad en la ciudad y reducir la congestión del tráfico y la contaminación del aire. Se pusieron en circulación más de 2.000 bicicletas eléctricas y se instalaron más de 200 estaciones ubicadas en toda la ciudad, lo que permitió a los usuarios recoger y dejar bicicletas en diferentes lugares.

El lanzamiento de Bicimad no estuvo exento de problemas. En los primeros meses, hubo informes de bicicletas defectuosas y problemas técnicos en algunas estaciones. También hubo críticas de algunos sectores que consideraban que el sistema era demasiado caro y poco eficiente. A pesar de los desafíos iniciales, el sistema Bicimad llegó a ser muy popular entre los residentes y visitantes de Madrid.

Tanto es así que se convirtió en la referencia de otras iniciativas similares de transporte compartido. La novedad de introducir bicicletas eléctricas para contrarrestar la compleja orografía de la ciudad le daba un mayor potencial de uso para los ciudadanos, contrarrestando la idea preconcebida de que Madrid no es una ciudad para bicis.

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Los usuarios se quejan de que no hay bicicletas disponibles o de que las que hay no funcionan.

Con su puesta en marcha, se redactó una nueva ordenanza municipal permitiendo que las bicicletas pudieran ocupar todo el carril por el que circulaban a la vez que aumentaba la infraestructura para ellas con ciclocarriles, no exentos de polémica. Estos no son otra cosa que una señalización que obligaba al resto de vehículos a reducir a 30 km/h su velocidad en aquellos carriles reservados para las bicicletas.

Lo cierto es que las bicicletas comenzaron a convertirse en una especia habitual en las calles de la capital, lo que provocó que también aumentara la movilidad de los ciudadanos en sus bicicletas particulares.

Sin embargo, el sistema comenzaba a morir de éxito por las pérdidas que acumulaba la empresa concesionaria del servicio. Ante esta situación, el Ayuntamiento decidió rescindir el contrato y pasarle la gestión a la Empresa Municipal de Transportes que supuso un revulsivo tan grande que llevó a Bicimad a su momento de mayor esplendor.

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Bicicletas de Bicimad de primera generación, de color blanco.

Pero la pandemia, el confinamiento y los recortes de inversión se unieron al vandalismo y a la falta de mantenimiento de las bicicletas para devolver los problemas a Bicimad. Las quejas de los usuarios se generalizaban por la imposibilidad de encontrar bicicletas en muchas de las estaciones en las que o bien no había ninguna o las que había no funcionaban.

Sin embargo, el caos más absoluto se ha producido en los últimos dos meses. Como parte del reclamo electoral para las próximas elecciones municipales, el Ayuntamiento ha decido ampliar el sistema a toda la ciudad haciendo caso a una demanda muy habitual por parte de los usuarios a los que la restricción de los límites de la M-30 se les quedaban cortos.

La ampliación traía consigo un cambio del sistema que incluía una nueva aplicación, un nuevo modelo de bicicleta eléctrica, nuevas estaciones y sistemas de protección ante el vandalismo y el mal uso. La decisión de mantener en paralelo el sistema anterior para poder cubrir toda la ciudad ha derivado en más problemas y ha sumido el sistema en el caos.

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Las nuevas bicicletas de Bicimad son de color azul, pero son incompatibles con las estaciones antiguas.

Fallos de la aplicación y en los anclajes de las estaciones que impiden comenzar o finalizar los viajes está haciendo que las bicicletas no vuelvan a las bases en las que deben cerrarse los alquileres. Las bicicletas viejas no anclan en las estaciones nuevas y viceversa. Esto ha provocado la desaparición de un gran número de ellas, lo que está sometiendo al sistema a una presión que lo ha llevado al borde del abismo.

Tras echar la culpa a los usuarios y luego suavizarlas autoculpándose por no haber hecho una campaña de comunicación adecuada, el Ayuntamiento organizó un sistema de urgencia para recuperarlas. Además, ha optado por retirar las bicicletas y las bases antiguas para poner en marcha el nuevo sistema. Las nuevas bases sustituyen a las anteriores, lo que ha obligado a desistir de la expansión prevista. Por ahora, sin haberse solucionado todavía todos los obstácules técnicos que subsisten en el sistema, los problemas se mantienen, lo que hace complicado el uso del sistemas de bicicletas eléctricas públicas de Madrid.

Sobre la firma
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Gonzalo García

Redactor y probador especializado en vehículos eléctricos y movilidad sostenible. Escribe en Híbridos y Eléctricos desde 2017. Es ingeniero de Caminos por la Universidad Politécnica de Madrid y Técnico especialista en vehículos híbridos y eléctricos por la SEAS. Ha trabajado en medios como Movilidad Eléctrica y Km77.