El CEO de Ford, Jim Farley, fue tajante en la última reunión sobre los resultados de la compañía: la alianza con Volkswagen no es un simple intercambio de emblemas, sino una estrategia que está generando ahorros multimillonarios y reduciendo la complejidad en el desarrollo de nuevos vehículos.
La colaboración, que se remonta a 2018, empieza ahora a mostrar todo su alcance. En Europa, el Ford Explorer eléctrico y el Ford Capri eléctrico se apoyan en la plataforma MEB de Volkswagen, mientras que la pick-up Volkswagen Amarok utiliza la base del actual Ford Ranger. Incluso la nueva furgoneta Volkswagen Transporter deriva del Ford Transit Custom, fabricado en la planta turca de Otosan.
Ahorros que marcan la diferencia

“Es la primera generación en la que estamos construyendo para otros”, explicó Farley, destacando que ambas compañías están escalando plataformas de forma cruzada. El resultado es una reducción significativa de costes de desarrollo que permite liberar recursos para otros proyectos estratégicos.
En un contexto en el que Chevrolet avanza posiciones en el mercado de vehículos eléctricos con modelos asequibles y orientados al valor, Ford necesita cada euro disponible para no quedarse atrás. La alianza con Volkswagen le permite justamente eso: evitar duplicidades, optimizar inversiones y mantener un portafolio competitivo en un sector que exige grandes desembolsos iniciales.
Farley subrayó que el objetivo no es sólo compartir tecnología, sino ampliar el alcance de Ford en mercados críticos donde Volkswagen ya tiene una presencia consolidada. “Estamos logrando una mejor base de costes que nos da margen de maniobra”, apuntó.
Más allá de Volkswagen

Aunque el acuerdo con la firma alemana es la pieza central, Farley dejó entrever que podrían llegar nuevas alianzas en el futuro. El razonamiento es claro: desarrollar plataformas eléctricas de forma independiente es demasiado costoso, y la cooperación es la forma más eficiente de equilibrar las cuentas.
La flexibilidad también se refleja en las marcas del grupo. En el caso de Lincoln, por ejemplo, el directivo sugirió recientemente que el camino no pasa necesariamente por los eléctricos, lo que demuestra la disposición de Ford a adaptar su estrategia según el segmento.
A pesar de los ahorros conseguidos, Ford todavía enfrenta importantes retos, como mantener los estándares de calidad que puedan consumir rápidamente los recursos obtenidos en otras áreas.
Frente a cualquier tipo de contratiempo, se hace aún más necesaria la colaboración con Volkswagen: menos dinero invertido en reinventar plataformas significa más margen para afrontar reparaciones, llamadas a revisión, mejorar procesos y sostener la rentabilidad.
En un mercado global en el que los fabricantes buscan cómo financiar la transición hacia la movilidad eléctrica, la alianza Ford-Volkswagen se perfila como un modelo a seguir. Lejos de ser una simple asociación táctica, se ha convertido en una estrategia estructural que equilibra innovación, costes y competitividad. Para Ford, la fórmula es clara: colaborar para sobrevivir y, sobre todo, para liderar.