El mercado del vehículo eléctrico vive momentos de incertidumbre ante la falta de claridad política por parte de Europa y, en el caso de Estados Unidos, sufre una sacudida sin precedentes tras la retirada del crédito fiscal federal (ayudas a la compra) de 7.500 dólares el pasado mes septiembre. Las ventas se desplomaron en octubre, el primer mes completo sin el incentivo, y varios fabricantes tradicionales han paralizado o revisado sus planes de electrificación. Sin embargo, en medio del caos, una compañía emergente afirma estar en su mejor momento: Rivian.
La start-up con sede en California, que solo fabrica vehículos 100% eléctricos desde su fundación, asegura que el fin de las ayudas en Estados Unidos ha creado un escenario más favorable para ella. Su CEO, RJ Scaringe, explicó en una reciente intervención en el Rotary Club de Atlanta que la desaparición del crédito “simplifica las cosas” para Rivian, porque reduce la competencia artificial generada por fabricantes que lanzaban ofertas irreales gracias a las ayudas federales.
Sin ayudas, Rivian sale ganando

“Desde una perspectiva limitada y miope, la de Rivian, en realidad genera menos competencia”, afirmó Scaringe. Según el directivo, algunos fabricantes tradicionales ofrecían contratos de leasing “totalmente irracionales”, con cuotas tan bajas como 39 dólares al mes para ciertos eléctricos. Estas operaciones estaban impulsadas no solo por el crédito fiscal, sino también por el sistema de créditos regulatorios que premiaba a quienes incluían vehículos eléctricos en su gama. Con la eliminación de estas ventajas y con las tarifas de importación en aumento, muchas marcas han congelado o directamente cancelado proyectos con coches eléctricos.
Entre las empresas que han frenado su avance destacan gigantes como Stellantis y Kia, que han anunciado retrasos “hasta nuevo aviso” en algunos de sus modelos eléctricos planeados para el mercado estadounidense. Esto, para Rivian, supone una reducción inmediata de la presión competitiva.
Pero Scaringe no se limita a celebrar el retroceso de sus rivales. También advierte que esta pausa puede volverse en su contra en unos años. “Cada fabricante necesita desarrollar tecnología punta en un mercado cuyo futuro es indiscutiblemente eléctrico”, afirmó. Para el CEO de Rivian, quien frene ahora “tendrá muy difícil participar en la industria a partir de 2030”, especialmente frente a la competencia china, que continúa acelerando.
Abandonar ahora la transición eléctrica es un error

Pese a la incertidumbre del corto plazo, con ventas estancadas y precios altos, Rivian mantiene una visión optimista del futuro. Cree que el mercado se estabilizará una vez que se absorba el impacto del cambio regulatorio y que los consumidores ajusten sus expectativas. “En la plenitud del tiempo, esto no cambia los resultados finales”, aseguró Scaringe, convencido de que la demanda por automóviles eléctricos retomará su crecimiento natural.
La estrategia de Rivian se apoya en mejorar sus procesos de fabricación, expandir su red de carga y continuar desarrollando software avanzado para sus modelos Rivian R1T, R1S y la gama R2, cuyo lanzamiento está previsto para mejorar la competitividad en segmentos más económicos.
Mientras muchos ven el fin del crédito fiscal como un golpe para el sector eléctrico estadounidense, Rivian lo interpreta como una oportunidad para consolidarse y demostrar que un fabricante exclusivamente eléctrico puede sobrevivir y prosperar sin depender de ayudas. El tiempo dirá si esta visión audaz se convierte en la clave de su éxito.