La Unión Europea ha respondido con dureza a la decisión de China de imponer aranceles de hasta el 42,7% a varios productos lácteos procedentes del bloque comunitario. Bruselas calificó la medida de “injustificada e injustificable”, al considerar que la investigación antisubvenciones china se sustenta en pruebas insuficientes y acusaciones poco sólidas.
Los nuevos gravámenes, que oscilan entre el 21,9% y el 42,7%, han entrado en vigor ya y afectan a productos como queso fresco y procesado, cuajada, queso azul, leche y nata, según informó el Ministerio de Comercio de China. La medida supone un nuevo episodio en la creciente disputa comercial entre la UE y Pekín, que en los últimos meses se ha extendido desde el sector agroalimentario hasta la automoción eléctrica.

Las autoridades chinas iniciaron la investigación en agosto de 2024, tras una denuncia presentada por la Asociación Láctea de China. De acuerdo con Beijing, las conclusiones preliminares muestran una relación directa entre las subvenciones europeas y un supuesto “perjuicio sustancial” a la industria láctea nacional. La investigación definitiva concluirá en febrero de 2026.
Desde Bruselas, la Comisión Europea rechazó frontalmente ese planteamiento. “Nuestra valoración es que la investigación se basa en acusaciones cuestionables y pruebas insuficientes, por lo que las medidas son injustificadas”, afirmó un portavoz comunitario de Comercio. La Comisión añadió que ya está analizando la determinación preliminar y que presentará observaciones formales a las autoridades chinas.
Impacto en el sector agroalimentario europeo
La decisión ha generado una fuerte reacción en la industria láctea europea, especialmente en Francia. La asociación FNIL, que agrupa a grandes compañías como Danone, Lactalis y Savencia, calificó los aranceles como “un golpe muy duro” para el sector. Su director, François-Xavier Huard, lamentó que empresas que han colaborado activamente con las autoridades chinas se vean ahora penalizadas de forma abrupta.

Los aranceles a los lácteos llegan apenas una semana después de que China activara gravámenes a las importaciones de carne de cerdo de la UE, con tasas de entre el 4,9% y el 19,8% durante cinco años, en respuesta a lo que Beijing considera prácticas de dumping.
Una escalada vinculada al coche eléctrico
La disputa comercial entre la UE y China se intensificó en 2024, cuando Bruselas impuso aranceles adicionales a los vehículos eléctricos chinos, alegando que las subvenciones estatales distorsionan la competencia y perjudican a los fabricantes europeos. China negó esas acusaciones y respondió con medidas contra productos europeos como el brandy, el cerdo y ahora los lácteos. Todavía se sigue negociando algún tipo de pacto para acabar con las tasas de importación extra a los coches eléctricos que vienen de China. Por ejemplo, un precio mínimo de venta con el que siguen sin ponerse acuerdo. Y Europa tiene mucho interés en que suceda, especialmente por la parte que el toca al Grupo Volkswagen con el CUPRA Tavascan.
El conflicto se desarrolla en un contexto de fuerte desequilibrio comercial. En 2024, la UE registró un déficit comercial cercano los 300.000 millones de euros con China. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha advertido recientemente de que Europa no descarta adoptar medidas más duras si no se corrige esa asimetría.
Más allá del comercio, las tensiones entre Bruselas y Pekín también se ven agravadas por diferencias geopolíticas, como la posición de China respecto a la guerra en Ucrania, un factor que sigue pesando en las relaciones bilaterales.