La transición hacia el coche eléctrico está obligando a los talleres de reparación a replantear su modelo de negocio, su formación y su relación con los fabricantes. La reciente decisión de la Comisión Europea de flexibilizar los objetivos de descarbonización para 2035 no es más que un parche, y en la posventa nadie duda de que la electrificación marcará el futuro. Especialmente para los talleres independientes, el reto pasa por adaptarse y no quedar fuera del mercado.
“Sabemos perfectamente lo que viene y llevamos tiempo preparándonos”, explica Francisco Roca, vicepresidente y portavoz de la Confederación Española de Talleres de Reparación de Automóviles y Afines (CETRAA). Con más de medio siglo de experiencia y taller propio en Santa Cruz de Tenerife, Roca insiste en que el cambio no es opcional: “Si no estás preparado y formado, no puedes seguir. Así de claro”. Así lo ha explicado en unas declaraciones recogidas por el medio elDiario.

En España operan cerca de 30.000 talleres independientes, muchos de ellos pequeños negocios familiares. Según datos de la Seguridad Social, el sector de venta y reparación de vehículos emplea a más de 362.000 trabajadores, con un peso del trabajo autónomo muy superior a la media. Para Roca, esa estructura hace aún más necesaria la anticipación: “No podemos esperar a que el coche eléctrico sea mayoritario para empezar a aprender”.
Aprender a trabajar con alta tensión
Roca subraya que el vehículo eléctrico exige protocolos completamente distintos a los del coche de combustión. “Cuando entra un eléctrico en el taller hay que saber cómo tratarlo, cómo desconectarlo, dónde se puede tocar y dónde no. No es cuestión de improvisar”, advierte. La formación continua se convierte así en una condición indispensable para operar con seguridad.
El portavoz de CETRAA también intenta desmontar algunos temores extendidos entre los conductores. “Hay mucho bulo con que los coches eléctricos se prenden fuego. No es cierto. Se quema antes uno de combustión por una fuga de gasolina que un eléctrico”, afirma. Eso sí, matiza que “hay que saber cómo actuar: hay que aislar el vehículo, quitar el oxígeno y seguir los procedimientos adecuados. Las baterías son seguras, pero hay que conocerlas”.
Más carrocería, menos motor

Por ahora, la mayoría de los eléctricos que llegan a los talleres independientes lo hacen para reparaciones de carrocería, mientras que las intervenciones sobre motores eléctricos siguen concentrándose en los servicios oficiales. “Talleres que reparen motores eléctricos hay muy pocos”, reconoce Roca. “Las marcas se reservan esa parte, y eso también obliga a los talleres a buscar nuevas vías de especialización”.
Esa realidad coincide con la experiencia de muchos profesionales, que observan cómo el mantenimiento del coche eléctrico es mucho menor que el del térmico. “Desaparecen operaciones clásicas como el cambio de aceite o de embrague”, resume Roca, que no oculta la preocupación por la rentabilidad futura: “El trabajo cambia y el negocio también tiene que cambiar”.
Formación como salvavidas
Desde CETRAA insisten en que la única respuesta posible es la formación. “El automóvil cada vez es más tecnológico y el eléctrico acelera ese proceso”, señala Roca. “No hablamos solo de mecánica, sino de electrónica, diagnosis y software. El que no se suba a ese tren se quedará fuera”.
En los últimos cinco años, la formación vinculada a la electromovilidad se ha duplicado, según datos de Fundae, aunque sigue siendo insuficiente para el tamaño del sector. “Hay que facilitar que los talleres pequeños puedan acceder a esa formación”, reclama Roca. “Porque el futuro del taller pasa por estar preparado, no por resistirse al cambio”.