Los mayores expertos en baterías de China piden cautela respecto a que las de estado sólido sean “absolutamente seguras”

Mientras la industria acelera su desarrollo para implementarlas entre 2026 y 2027, estos investigadores chinos pretenden ser más realistas con la tecnología de las baterías en estado sólido.

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Las baterías de estado sólido revolucionarán el mercado del coche eléctrico, pero no se debe caer es falsos argumentos.
22/12/2025 13:00
Actualizado a 22/12/2025 13:00

El debate sobre la seguridad real de las baterías de estado sólido (SSB, por sus siglas en inglés) se ha intensificado en China a finales de 2025. Aunque esta tecnología es presentada a menudo como la gran solución a los incendios y explosiones asociados a las baterías actuales, expertos del sector y académicos chinos advierten de que calificarlas como “intrínsecamente” o “absolutamente seguras” es una simplificación peligrosa.

Las baterías de estado sólido sustituyen el electrolito líquido tradicional por uno sólido, lo que en teoría mejora la densidad energética y amplía el margen de seguridad operativa. Estas promesas han alimentado una fuerte inversión y un notable entusiasmo en el mercado durante 2025, especialmente ante la entrada en vigor, el 1 de julio de 2026, de la nueva normativa nacional china de seguridad para baterías de tracción. Esta exigirá que las baterías superen pruebas de abuso sin incendiarse ni explotar durante al menos cinco minutos. Sin embargo, los expertos subrayan que este estándar no se limita a las baterías de estado sólido ni elimina los riesgos fundamentales de la química del litio.

Quedan retos en materia de seguridad

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Cumplirán con la nueva normativa de seguridad, pero eso no las hace libres de riesgos.

Durante la World Power Battery Conference 2025, varios investigadores recordaron que las baterías de estado sólido siguen siendo sistemas electroquímicos de alta densidad energética y, por tanto, no están exentas del riesgo de fuga térmica. Uno de los principales focos de preocupación es el uso de litio metálico, habitual en muchos diseños de baterías de estado sólido. Este material es altamente reactivo y, según estudios experimentales citados por analistas chinos, puede reaccionar directamente con materiales del cátodo incluso en ausencia de oxígeno, desencadenando reacciones aluminotérmicas que alcanzan temperaturas de hasta 2.500 ºC en condiciones extremas, incluso con la batería descargada.

Otro punto crítico es la formación de dendritas de litio. Aunque uno de los grandes argumentos a favor de las baterías de estado sólido es que los electrolitos sólidos pueden frenar este fenómeno, responsable de cortocircuitos internos en baterías convencionales, la realidad industrial es más compleja. Los materiales sólidos pueden presentar microgrietas, límites de grano o imperfecciones que facilitan el crecimiento de dendritas, manteniendo el riesgo de fallos internos. Además, muchos prototipos de estado sólido recurren a cátodos ricos en níquel y ánodos de silicio para maximizar la energía específica, materiales que también están asociados a una mayor inestabilidad térmica.

Los fabricantes ya piensan en implantarlas en sus coches

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Aunque tienen mucho potencial, todavía hay mucho trabajo por hacer.

Estas advertencias llegan en un momento clave, ya que varios fabricantes chinos aceleran sus planes de industrialización. FAW Group prevé equipar modelos Hongqi con baterías de estado sólido en 2027, mientras que GAC Group ya ha iniciado la producción piloto para pruebas en pequeños lotes. Dongfeng Motor apunta a una producción en masa a finales de 2026 con densidades energéticas cercanas a los 350 Wh/kg, lo que permitiría autonomías superiores a los 1.000 kilómetros. SAIC y Chery también trabajan con calendarios similares.

Ante este contexto, los analistas chinos insisten en que presentar las baterías de estado sólido como una solución definitiva puede distorsionar la realidad técnica. Paralelamente, las baterías de iones de litio convencionales siguen mejorando en seguridad gracias a electrolitos ignífugos, recubrimientos de electrodos y diseños más resistentes al calor. El consenso emergente apunta a un escenario de coexistencia: las baterías de estado sólido podrían reservarse para aplicaciones donde la densidad energética y los márgenes de seguridad sean prioritarios, mientras que las baterías líquidas seguirán siendo competitivas en costes y despliegues a gran escala.