Mientras otros se centran en la baterías de estado sólido, esta empresa asegura haber logrado la estabilidad tras 1.200 ciclos de carga en las de litio

El proyecto respaldado por Porsche indica que han conseguido baterías más densas, estables, y de carga ultrarrápida sin tener que cambiar el paquete por completo.

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Este desarrollo permite seguir trabajando con las tradicionales baterías de iones de litio.
17/12/2025 12:30
Actualizado a 17/12/2025 12:30

La carrera por la próxima gran revolución en baterías suele estar dominada por conceptos futuristas como el estado sólido o el sodio-ion. Sin embargo, mientras muchas de esas promesas siguen lejos de la producción en masa, una evolución más discreta pero potencialmente decisiva empieza a ganar peso en la industria del vehículo eléctrico. Se trata de la mejora del ánodo, uno de los componentes clave de las baterías de iones de litio, mediante el uso de silicio en lugar del tradicional grafito.

En este contexto, Group14 Technologies (empresa respaldada por Porsche) y la estadounidense Sionic Energy aseguran haber superado uno de los mayores obstáculos históricos del silicio como material para ánodos: la estabilidad. Según ambas compañías, su tecnología de ánodo de silicio-carbono ha demostrado un rendimiento estable en celdas de tamaño automotriz, incluso a altas temperaturas y tras más de 1.200 ciclos de carga.

Del grafito al silicio: un salto clave

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Han conseguido mitigar la degradación que afectaba a esta tecnología.

Durante décadas, el grafito ha sido el material estándar para los ánodos por su fiabilidad y coste relativamente bajo. Sin embargo, también es pesado y limita la densidad energética de las baterías. El silicio, por el contrario, puede almacenar varias veces más iones de litio, lo que se traduce en baterías más compactas y con mayor capacidad. El problema siempre ha sido su expansión durante la carga, que degradaba rápidamente las celdas.

Group14 y Sionic sostienen que han conseguido controlar este fenómeno. Sus datos indican un funcionamiento estable a temperaturas de hasta 60 grados centígrados, un rango especialmente relevante para el uso real en automoción, donde el estrés térmico es constante.

Más densidad, menos peso

Uno de los datos más llamativos es la densidad energética anunciada: hasta 400 Wh/kilo a nivel de celda. En comparación, la mayoría de los vehículos eléctricos actuales se mueven entre 200 y 300 Wh/kilo. Este salto no solo permitiría aumentar la autonomía, sino también reducir el tamaño y el peso de las baterías, un factor clave para mejorar eficiencia, comportamiento dinámico y costes.

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Ofrece ventajas para los coches, pero todavía más en vehículos más ligeros como las motos eléctricas.

Aunque el impacto es evidente en los coches eléctricos, esta tecnología podría resultar especialmente transformadora en motos, scooters y otros vehículos ligeros, donde el volumen y el peso de la batería condicionan directamente el diseño, la ergonomía y la experiencia de conducción.

Ventaja estratégica en la cadena de suministro

Más allá del rendimiento, el uso del silicio también tiene implicaciones geopolíticas. El procesado del grafito está fuertemente concentrado en China, lo que genera vulnerabilidades en la cadena de suministro. El silicio, en cambio, es uno de los elementos más abundantes de la corteza terrestre y puede producirse de forma más diversificada, reduciendo dependencias estratégicas.

Además, Group14 afirma que su tecnología es “drop-in”, es decir, compatible con las líneas de producción actuales de baterías de iones de litio sin necesidad de grandes inversiones en maquinaria nueva. Esto facilitaría una adopción más rápida a escala industrial.

No es una solución mágica, pero sí realista

Pese al optimismo, las propias empresas reconocen que aún existen desafíos. El coste del silicio sigue siendo superior al del grafito y será necesario validar su durabilidad a largo plazo en condiciones reales de uso intensivo. La gestión térmica también cobra aún más importancia al aumentar la densidad energética y las velocidades de carga.

Aun así, a diferencia de otras tecnologías aún experimentales, los ánodos de silicio ya se utilizan en dispositivos electrónicos de alta gama y empiezan a abrirse paso en aplicaciones de movilidad. Si estas promesas se confirman a gran escala, podrían convertirse en una de las claves para reducir de forma tangible la ansiedad por la autonomía en la próxima generación de vehículos eléctricos.