La Comisión Europea ‘maquilla’ el veto a los motores de combustión en 2035, y vuelve a pecar de falta de claridad para tener ‘contentos’ a todos

La Unión Europea ha suavizado la prohibición de los coches gasolina y diésel, pero el texto sigue siendo tan ambiguo que en realidad no sabemos qué va a pasar.

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Europa deja la puerta abierta a los motores de combustión, pero faltan puntos por extender y aclarar correctamente.
17/12/2025 11:30
Actualizado a 17/12/2025 11:30

La Unión Europea ha decidido matizar una de las medidas más emblemáticas del Pacto Verde Europeo. Aunque el año 2035 sigue marcado como un hito clave para la descarbonización del transporte, Bruselas ha dado marcha atrás en el veto absoluto a la venta de coches nuevos con motores de combustión. A partir de esa fecha, sí será posible estrenar vehículos de gasolina o diésel, pero solo bajo una serie de condiciones muy restrictivas.

La decisión responde, en gran medida, a una realidad que no ha evolucionado como esperaba la Comisión Europea. La adopción del coche eléctrico avanza más despacio de lo previsto y el sector del automóvil pesa demasiado en el PIB europeo (casi el 8%), además de emplear cerca de 14 millones de personas de manera directa o indirecta. Que China y Estados Unidos estén apretando tan fuerte en la competencia no ayuda, pero la falta de claridad de las políticas europeas en el sector de automóvil tampoco.

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Ya se rumoreaba que la UE cedería en cierto modo a las presiones.

También hay división de opiniones entre los países miembros, pues mientras Alemania, Italia, Bulgaria, República Checa, Hungría, Polonia y Eslovaquia, pedían abiertamente una flexibilización, otros como España solicitaron a la Comisión Europea mantener el veto previsto a los motores de combustión .

No hay prohibición, pero sí condiciones

El veto total previsto inicialmente para 2035 se basaba en una reducción del 100% de las emisiones de CO2 en los vehículos nuevos. En su último comunicado, ahora Bruselas habla de rebajar ese objetivo al 90% respecto a los niveles de 2021, lo que deja un margen del 10% que permitirá a los fabricantes seguir vendiendo modelos con motor térmico más allá de 2035.

En la práctica, esto significa que el coche de combustión no desaparece, pero queda relegado a un papel residual. Las marcas deberán asegurarse de que el conjunto de sus ventas cumpla el límite global de emisiones, lo que obligará a compensar los vehículos térmicos con un volumen muy elevado de coches 100% eléctricos.

Condiciones estrictas para ese 10%

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Las condiciones que ponen dificultan el futuro real de los coches de combustión.

Los coches de combustión que entren dentro de ese margen del 10% no podrán ser convencionales. La Comisión Europea plantea que su fabricación tenga lugar exclusivamente en Europa, con procesos industriales de bajas o nulas emisiones. Además, deberán utilizar materiales como acero producido con bajo contenido de carbono, con el objetivo adicional de reforzar la industria siderúrgica europea. Eso complica las cosas a los fabricantes, pues no será fácil cumplir con todas estas condiciones y que, además, el resultado sean coches competentes en precio.

En cuanto a la tecnología, todo apunta a que los fabricantes priorizarán motores compatibles con biocombustibles avanzados, combustibles sintéticos (e-fuels) o soluciones de muy bajas emisiones. Bruselas considera que estos combustibles pueden ser neutros en carbono, ya que el CO2 emitido en su uso se compensa con el capturado durante su producción. Sin embargo, persisten las dudas sobre su disponibilidad, coste y escalabilidad a gran volumen.

Una opción que van a tener las marcas es elevar su producción de coches híbridos, especialmente con tecnología híbrida enchufable o PHEV. Algunas partes del sector ya han alertado del riesgo que puede tener esta decisión, pues las emisiones en condiciones reales de estos últimos nada tienen que ver con las que homologan.

La revisión normativa no se limita a los turismos. La Unión Europa también plantea suavizar los objetivos de reducción de emisiones para los vehículos comerciales en 2030, pasando del 50% inicialmente previsto al 40%, una concesión más al sector industrial en un contexto de transición compleja.

Bruselas mantiene su objetivo final

Pese a la flexibilización, Bruselas insiste en que el coche eléctrico seguirá siendo el pilar central de la estrategia climática. De hecho, el nuevo paquete normativo incluye incentivos específicos para los llamados E-Cars, una nueva categoría de vehículos eléctricos pequeños y más asequibles que ya ha estado perfilando.

Estos E-Cars computarán como 1,3 vehículos en las cuotas de emisiones, permitiendo a los fabricantes acumular créditos hasta 2035 y facilitando el cumplimiento de los objetivos climáticos. La medida busca acelerar la electrificación con modelos más económicos para el consumidor medio.

En definitiva, Europa no renuncia a la descarbonización, pero reconoce la necesidad de mayor flexibilidad y ha cedido a la presión de los fabricantes de coches tradicionales. El vehículo de combustión sobrevivirá más allá de 2035, aunque solo de forma limitada y bajo una regulación mucho más estricta.