Desde hace unos meses, Skoda está sacando a la luz una serie de ejercicios de diseño que toman modelos míticos de su historia y los reimaginan según las tendencias actuales. El resultado ha sido una serie de coches de lo más llamativos que, por desgracia, nunca llegarán a fabricarse. El último seguramente sea uno de los más interesantes y, por tanto, de los que más dolerá que se queden en el tintero: el Skoda 1000 MBX.
El modelo original era un coupé que derivó del sedán 1000 MB, el primer coche de la marca con carrocería autoportante y un bloque motor de aluminio. Partiendo de este se desarrolló la variante “Tudor” de dos puertas, denominada oficialmente como 1000 MBX con un motor de 988cc y 42 CV, y posteriormente, le llegó el turno al 1100 MBX, con un motor de 1107cc y 52 CV. Solo se fabricaron 2.517 unidades, por lo que es una rareza, una cuya reimaginación moderna resulta de lo más interesante.
Un deportivo, pero no radical
El proyecto es obra de Antti Savio, responsable del diseño exterior, y de David Stingl, responsable principal del diseño interior. El primero explica que “nuestro prototipo es más deportivo en general, pero conserva una estética amistosa. Los deportivos modernos suelen parecer excesivamente agresivos, mientras que los de los años 60 y 70 tenían cierta elegancia, incluso un encanto entrañable, y eso es lo que quería preservar”. El segundo añade: “Queríamos conservar la esencia del coche, lo que representaba en su época. No era un deportivo, sino un coche elegante para un estilo de vida activo”.
Aplicar ese enfoque, combinado con el lenguaje de diseño Modern Solid de la compañía, ha resultado en un coupé de aspecto robusto y moderno, pero que tiene un parecido mínimo con el vehículo original. De este solo hay sutiles referencias como los faros elevados sobre la línea del capó, el pliegue a lo largo de los flancos hasta la mitad de los laterales y el tratamiento del pilar C.
En conjunto es sólido y parece un bloque, el frontal se afila en la línea de los faros y también en la parte baja del paragolpes, no hay parrilla, pero toda la parte delantera está enmarcada por una fina tira LED, las grandes llantas están prácticamente cubiertas por completo, parabrisas delantero y ventanillas laterales casi forman una cúpula, la trasera no tiene cristal y los pilotos también adoptan una forma de marco.
“Me apasiona el diseño de producto y la arquitectura brutalista, así que, al desarrollar esta visión, estudié varios edificios y objetos de ese estilo. El prototipo no tiene luneta trasera convencional, lo que proporciona más espacio para el equipaje y le da al coche una apariencia más deportiva y compacta. Una cámara de visión trasera reemplaza la luneta”, explica Savio.
Un interior práctico
Una de las soluciones más prácticas a nivel exterior es optar por puertas deslizantes, tanto las delanteras como las traseras, que se mueven en direcciones opuestas, lo que crea un enorme hueco de entrada al interior.
En el habitáculo, gracias al uso de una plataforma eléctrica de suelo plano, los asientos delanteros en realidad son un banco continuo, mientras que son las plazas traseras las que son independientes, a la inversa de lo que es habitual. Además, éstas son plegables, pudiendo elevarse para convertir al vehículo en un biplaza con una considerable capacidad de carga.
En el puesto de conducción impera el minimalismo. El volante tiene forma de rectángulo y en su interior proyecta un cuadro de instrumentos de inspiración analógica. No hay pantalla central como tal, si no que el sistema de entretenimiento está en una superficie translúcida frente al copiloto.