Investigadores suizos demuestran que la carga inalámbrica alcanza un 90 % de eficiencia, la misma que utilizando los 'incómodos' cables

La carga inductiva en coches eléctricos ya no es ciencia ficción. Un reciente proyecto piloto confirma que su eficiencia se acerca mucho a la del cable y abre nuevas formas de recargar sin enchufes.

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El sistema inductivo alcanza un 90 % de eficiencia, igualando el rendimiento de la carga tradicional por cable. Gemini
28/12/2025 10:40
Actualizado a 28/12/2025 10:40

Durante años, la carga inductiva de coches eléctricos ha sido vista como una promesa muy atractiva, pero poco realista. La idea de recargar un vehículo sin cables, simplemente aparcándolo sobre una superficie específica es muy cómoda, aunque su mayor hándicap es la ineficiencia frente a la carga tradicional, que obliga a largos periodos de espera.

Sin embargo, los últimos avances tecnológicos y los datos obtenidos en pruebas reales están cambiando esa percepción. Hoy, la carga inalámbrica ya no es un experimento de laboratorio, sino una tecnología con cifras concretas que empieza a competir en eficiencia con los sistemas convencionales.

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Estación de recarga real del proyecto.Empa

Así funciona la carga inalámbrica

El principio de funcionamiento es relativamente sencillo. La carga inductiva se basa en la transferencia de energía mediante campos electromagnéticos entre dos bobinas: una emisora instalada en el suelo y otra receptora integrada en el vehículo. Ambas trabajan a la misma frecuencia para maximizar la transferencia energética, sin necesidad de contacto físico. Este sistema elimina enchufes, conectores expuestos y maniobras manuales, lo que supone una ventaja clara en términos de comodidad y automatización.

La gran duda siempre ha sido la eficiencia energética. En la carga por cable, especialmente en corriente alterna doméstica o en puntos públicos de baja y media potencia, las pérdidas son reducidas. En condiciones normales, la eficiencia total se sitúa entre el 94 % y el 98 %, dependiendo del cargador, la electrónica del vehículo y la red eléctrica. Durante mucho tiempo, la carga inductiva se quedaba claramente por debajo de esas cifras, lo que limitaba su viabilidad práctica.

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Una vez alineado correctamente el vehículo con la bobina situada en el suelo, la carga inalámbrica se activa automáticamente.Empa

Esa brecha se ha reducido de forma significativa. Investigaciones recientes realizadas en Europa, entre ellas las del centro suizo EMPA (Laboratorio Federal Suizo de Ciencia y Tecnología de Materiales), han demostrado que los sistemas inductivos modernos pueden alcanzar eficiencias cercanas al 90 % en condiciones reales. No se trata de pruebas ideales, sino de ensayos con vehículos reales, ligeras desalineaciones, variaciones climáticas y uso cotidiano. El resultado es clave: la diferencia frente al cable existe, pero ya no es determinante.

En términos prácticos, esa pérdida adicional de energía es comparable a la que se produce en muchos procesos habituales de recarga. A cambio, la carga inductiva ofrece ventajas operativas claras.

El sistema puede activarse de forma automática al estacionar, reduce el desgaste mecánico, evita problemas por suciedad o vandalismo en conectores y facilita la recarga a personas con movilidad reducida. En entornos urbanos, donde el coche pasa muchas horas aparcado, esta simplicidad puede marcar la diferencia.

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El sistema detecta obstáculos para garantizar una carga segura e informa mediante una pantalla que asiste el aparcamiento.Empa

La comparativa con la carga por cable sigue siendo favorable a esta última en potencia máxima y coste de infraestructura. Los cargadores rápidos y ultrarrápidos, esenciales en carretera, continúan dependiendo del contacto físico para alcanzar potencias elevadas. La carga inductiva, por ahora, está más orientada a potencias medias y bajas, ideales para garajes domésticos, aparcamientos públicos, flotas urbanas o transporte colectivo. No compite directamente con la carga rápida, sino que la complementa.

Uno de los ámbitos donde la inducción muestra mayor potencial es el de las flotas y el transporte público. Autobuses eléctricos que se recargan de forma automática en paradas, taxis que recuperan energía mientras esperan pasajeros o vehículos de reparto que se cargan durante las pausas operativas son ejemplos ya probados. En estos casos, la eficiencia ligeramente inferior se compensa con un mayor aprovechamiento del tiempo y una operativa más sencilla.

Carga inductiva y dinámica

Más allá de la carga estática, la investigación también avanza hacia la carga inductiva dinámica, integrada en el asfalto. Aunque todavía está en fase experimental, este enfoque permitiría recargar parcialmente los vehículos mientras circulan por tramos específicos, reduciendo la necesidad de grandes baterías y mejorando la eficiencia global del sistema de movilidad eléctrica. De nuevo, no es una solución inmediata, pero sí una línea de desarrollo con impacto a largo plazo.

Desde el punto de vista energético, la clave está en el conjunto del sistema. Una eficiencia del 90 % en la transferencia no invalida la tecnología si se integra en una red inteligente, con recargas frecuentes, automatizadas y bien distribuidas. En ciudades donde el coche eléctrico se utiliza principalmente para trayectos diarios y permanece estacionado muchas horas, la carga inductiva puede convertirse en una herramienta eficaz para normalizar la recarga sin esfuerzo.

La carga inductiva de coches eléctricos ha dejado atrás la fase experimental para convertirse en una opción técnicamente viable. Aunque el cable seguirá siendo imprescindible durante muchos años, especialmente en viajes largos, la inducción aporta una nueva forma de entender la recarga: más cómoda, integrada y suficientemente eficiente. Con cifras cercanas al 90 % y una evolución constante, esta tecnología apunta a convertirse en un complemento clave dentro de la infraestructura de recarga del futuro eléctrico.