La posibilidad de que Nissan, Honda y Mitsubishi formen el tercer fabricante más importante del mundo en volumen de ventas de coches empezó a desvanecerse después de que Mitsubishi abandonara sus intenciones de fusión hace unos días. Ahora es Nissan el que parece decidió a no aceptar las condiciones que pone Honda.
No se ha comunicado todavía de manera oficial, pero el medio Japan Broadcasting Corporation ha publicado que Nissan no está dispuesto a unirse a Honda en las condiciones que pide este último.
Parece que no hay entendimiento posible entre Nissan y Honda

Básicamente, porque para Honda no hay otra opción que convertir a Nissan en una de sus filiales, y eso es algo con lo que no está de acuerdo el CEO de esta última, Makoto Uchida.
La noticia podría saltar formalmente en los próximos días, cuando el fabricante anuncie los resultados financieros del último ejercicio, que ya sabemos que no son nada buenos, porque Nissan está sumido en una crisis, y necesita de un socio que le ayude a salir de la misma.
Además de todo lo anterior, Reuters también ha hecho público que Nissan piensa ya en asociarse con alguna empresa tecnológica que tenga sede en Norteamérica, aunque lo cierto es que hasta mediados de febrero posiblemente no sepamos nada más de la fuente oficial.
Lo que sí suena es la posibilidad de que Foxconn pueda volver a la palestra, pues el fabricante taiwanés que produce los teléfonos iPhone para Apple ya mostró en su momento interés en adquirir algunas de las participaciones de Nissan que ahora están en manos de Renault, que ostenta el 36% y es el mayor accionista.
Nissan necesita ayuda para salir de la crisis

Aunque aquello se interrumpió con el principio de entendimiento con Honda, como las negociaciones no han llegado a buen puerto, se podría retomar esta posibilidad, pues la situación de Nissan es grave.
De hecho, se habla de un plazo de poco más de un año para salir del apuro financiero y poder sobrevivir sin que haya cambios de gravedad o posibles quiebras, aunque es conocida ya la intención de prescindir de unos 9.000 puestos de trabajo y de la reducción de la fabricación a nivel global en un 20% para recortar gastos.