La industria automovilística europea vuelve a encender las alarmas. Tras la intervención del gobierno holandés en el fabricante de chips Nexperia, la Asociación Alemana de la Industria del Automóvil (VDA) advierte de interrupciones inminentes en la producción y reclama a los responsables políticos una respuesta urgente para evitar un nuevo colapso en la cadena de suministro.
Intervención política y bloqueo comercial
El conflicto comenzó cuando Estados Unidos incluyó a Wingtech Technologies, matriz china de Nexperia, en su lista de entidades sujetas a restricciones comerciales. En respuesta, China prohibió en octubre las exportaciones de ciertos componentes fabricados por Nexperia y sus proveedores locales. Fue entonces cuando el Gobierno de los Países Bajos asumió el control de Nexperia y destituyó a su director ejecutivo, Zhang Xuezheng, alegando riesgos de transferencia tecnológica hacia su matriz china Wingtech, y en un intento de asegurarse el suministro.

El problema es que, aunque Nexperia cuenta con una importante planta en Hamburgo, donde trabajan 1.600 empleados, gran parte de los chips producidos son enviados a China para su procesamiento final antes de reexportarse a Europa. Con las nuevas limitaciones, los suministros de un 80% de las piezas finales necesiarias para los fabricantes europeos se han vuelto imprevisibles, según la información recogida por al agencia de noticias Reuters.
Riesgo de paros en las líneas de montaje
Según la presidenta de la VDA, Hildegard Müller, el sector “podría enfrentarse a graves restricciones de producción en las próximas semanas, e incluso a paros totales si no se restablece el suministro de semiconductores de forma inmediata”. La asociación mantiene conversaciones con los gobiernos de Alemania y la Comisión Europea en busca de “soluciones rápidas y pragmáticas”.

El problema afecta especialmente a los vehículos eléctricos, que requieren más del doble de chips que los modelos de combustión. De acuerdo con la consultora P3 Group, un coche eléctrico necesita hasta 1.300 semiconductores, frente a unos 600 en un vehículo tradicional. Sin ellos, la producción de unidades completas puede detenerse, ya que la falta de un solo chip impide el ensamblaje de módulos críticos como inversores, sistemas de gestión de batería o asistentes de conducción.
Una crisis con efecto dominó en toda la cadena de suministro
El ACEA, la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles, también ha advertido que la situación “afecta a prácticamente todos los proveedores y fabricantes del continente”. Su directora general, Sigrid de Vries, subraya que los stocks actuales de chips podrían agotarse en cuestión de semanas, mientras que la homologación de nuevos proveedores podría tardar meses.
El sistema de suministro del sector complica aún más la respuesta. Los fabricantes no compran directamente los chips, sino que los adquieren integrados en componentes fabricados por proveedores como Bosch, Continental o ZF, quienes a su vez dependen de terceros. Esta estructura en capas hace difícil evaluar de inmediato el alcance real del problema, aunque varias fuentes apuntan a que Volkswagen y otros grandes grupos ya estudian posibles ajustes de producción.
Europa busca respuestas estratégicas
La crisis de Nexperia reabre el debate sobre la dependencia tecnológica europea y la necesidad de fortalecer la producción de semiconductores dentro del continente, uno de los objetivos del EU Chips Act. Sin medidas rápidas, advierten las asociaciones del sector, Europa podría enfrentarse a un nuevo frenazo industrial justo cuando intenta acelerar su transición hacia la movilidad eléctrica.