El mercado del automóvil ha experimentado una transformación radical en los últimos años, impulsada por normativas medioambientales cada vez más estrictas y un cambio en la percepción de los consumidores. Los diésel, que han dominado el mercado durante años, han visto desplomarse sus ventas
Normativas de acceso y escándalos como el Dieselgate destaparon acabaron de darles la puntilla. Además, los impuestos al diésel han aumentado en muchos países, haciendo que su tradicional ventaja en consumo de combustible se diluya frente a otras opciones más eficientes. Todo ello ha llevado a los fabricantes a reducir drásticamente su oferta de motores diésel, en favor de mecánicas más sostenibles.

El híbrido es “el nuevo diésel”
En este contexto, los híbridos han emergido como la alternativa preferida tanto por consumidores como por fabricantes: ofrecen un consumo contenido y menores emisiones sin las dos ‘limitaciones’ de los coches eléctricos: la autonomía y, sobre todo, la infraestructura de recarga, aún en desarrollo, y los tiempos de espera para recuperar la batería.
Toyota apostó por esta tecnología hace décadas y ha visto reforzada su posición en el mercado. Otros fabricantes han adaptado su estrategia para cumplir con la demanda.

¿Por qué un diésel en lugar de un híbrido?
La utilización de diésel para desplazamientos urbanos o trayectos cortos es prácticamente inexistente. Los conductores que circulan principalmente en ciudad se decantan por alternativas más limpias, impulsadas tanto por una mayor conciencia medioambiental como por la evolución de las infraestructuras de carga para coches eléctricos. Las ventas de vehículos diésel han descendido, cayendo a menos del 10% del mercado, lo que ha llevado a algunas marcas a replantear o incluso cesar su producción.
Sin embargo, los motores diésel han sido tradicionalmente la elección de aquellos conductores que realizan viajes de larga distancia, y su uso se mantiene vigente principalmente en casos donde se recorren más de 20.000 kilómetros al año por autovías o carreteras secundarias. Este grupo de usuarios aprecia la eficiencia en el consumo y el rendimiento que ofrecen estos vehículos en trayectos prolongados. De hecho, en 2023, los modelos diésel representaron el 12,5% de las matriculaciones en España, demostrando que todavía hay demanda en ciertos nichos del mercado. ¿Se están equivocando?
Una de las medidas más notorias adoptadas para combatir la contaminación ha sido la implementación de las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE). Estas áreas restringen el acceso a vehículos con mayores niveles de emisiones contaminantes, afectando especialmente a los motores diésel. Para los conductores que opten por este tipo de vehículos en 2025, las ZBE suponen un desafío adicional, ya que deben planificar sus desplazamientos para evitar multas y limitaciones en áreas urbanas.
Además, por ejemplo en España el Gobierno ha introducido un aumento en los impuestos aplicados al diésel, lo que ha eliminado una de las principales ventajas competitivas de este combustible en comparación con la gasolina. Desde el 1 de enero de 2025, el precio del litro de diésel se ha equiparado al de la gasolina, marcando un cambio radical en el coste de mantenimiento para quienes aún optan por estos motores.
A pesar de que el diésel puede seguir siendo una opción viable para usuarios con necesidades específicas de largo recorrido y que nunca necesitarán pisar una ciudad, la tendencia general del mercado se inclina cada vez más hacia los vehículos híbridos y, en poco tiempo, hacia los eléctricos.
Estos últimos ofrecen numerosas ventajas, desde la reducción de emisiones contaminantes hasta menores costes de mantenimiento a largo plazo. La infraestructura de carga se está expandiendo rápidamente, la velocidad de recarga se está acelerando hasta igualar los tiempos re repostaje de un coche de combustión y cada vez son más las áreas urbanas que cuentan con puntos de recarga, lo que facilita el cambio a una movilidad más limpia.
La innovación tecnológica en baterías y sistemas de gestión de energía está permitiendo que estos vehículos ofrezcan una autonomía cada vez mayor, lo que soluciona en parte la preocupación de quienes realizan viajes largos. Así, la inversión en movilidad eléctrica no solo contribuye a la preservación del medio ambiente, sino que también responde a las necesidades reales de los conductores.