Todos nos hemos planteado alguna vez "¿Y por qué no?". Esa debió ser, más o menos, la manera en que nació el Triumph TR25 de la compañía londinense Makkina, porque su razón de ser no es otra que el espectáculo. Eso sí, les ha quedado un deportivo eléctrico muy interesante con una curiosa historia detrás.
La Triumph Motor Company (no debe confundirse con el fabricante de motos Triumph Motorcycles) celebra este año el centenario de su primer automóvil. También conmemora el 70º aniversario del récord del Triumph TR2 MVC575, un prototipo que, en 1953, se convirtió en el coche de menos de 2.0 litros más rápido del mundo. Consiguió alcanzar 201 km/h, o 124,889 millas por hora.
La historia de Triumph como fabricante languideció, pero la marca siguió pululando. En 1994, cuando BMW compró el grupo Rover, adquirió también los derechos sobre Triumph. En el año 2000 la marca alemana vendió los activos de fabricación del grupo Rover, pero retuvo la marca Triumph y a día de hoy tiene los derechos de su nombre.
BMW no ha participado en el proyecto de este nuevo Triumph, pero sí ha dado su permiso al estudio de diseño Makkina para construir un roadster tipo barchetta, cuyo diseño mezcla lo moderno con lo retro. Por supuesto, con inspiración en el deportivo del récord de los años 50.
Este nuevo TR2, que no es más que un ejercicio de diseño, tiene unas líneas donde todo se reduce a la mínima expresión, desde los faros hasta la propia carrocería o la puerta, con un tamaño pequeñísimo y una curiosa apertura hacia arriba. También el puesto de conducción, que se limita a un velocímetro y un marcador de potencia detrás del volante, además de unos pocos botones al lado del conductor. Aunque la configuración inicial es monoplaza, opcionalmente se puede añadir un segundo asiento.
Hay una sorpresa final y es que el Triumph TR25, que es totalmente eléctrico, está basado en un BMW i3S. Como lo lees. Este curioso deportivo utiliza la plataforma del coqueto i3, que se dejó de fabricar el año pasado. El i3S era su versión más potente, tenía un motor de 184 CV de potencia y una batería de 37,9 kWh de capacidad útil. Gracias a ella, el i3S homologaba 283 kilómetros de autonomía.
Las cifras del TR2 son un poco diferentes. Pesa solamente 1.095 kilos, unos 170 kilos menos que el coche donante (recordemos que el i3 tenía chasis de fibra de carbono y carrocería de materiales compuestos). Necesita solamente 5,2 segundos para hacer el 0-100 km/h y alcanza los 185 km/h de punta. La autonomía llega a los 306 kilómetros.
Makkina ha dicho también que tiene un reparto de pesos 50:50 y un centro de gravedad muy bajo, como debe de ser en un coche deportivo. No obstante, nada de todo eso importa demasiado, pues se trata de un prototipo que nunca llegará a producción.
