El truco de un famoso mecánico para que el motor haga 600.000 km, del que no tienes que preocuparte si tienes un coche eléctrico

Un mecánico muy popular en redes desglosa los cuidados que, según él, permiten a un motor superar miles y miles de kilómetros sin sufrir averías graves. Rutinas, todas ellas, que no sufren los coches eléctricos.

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El mantenimiento es clave para hacerle muchos kilómetros a un coche.
17/10/2025 08:30
Actualizado a 17/10/2025 08:30

Los coches de combustión exigen un calendario de mantenimiento conocido y tangible con una serie de tareas especificadas y que, en los primeros años, son inexcusables para mantener la garantía. Ese conjunto de piezas móviles y líquidos consumibles implica visitas frecuentes al taller y un gran número de operaciones mecánicas que, a lo largo de la vida del vehículo, se traducen en gastos recurrentes y en la necesidad de intervenciones preventivas para evitar averías graves.

El coche eléctrico, por el contrario, simplifica buena parte de ese ritual. Suprime muchas de las piezas de desgaste, sometidas a movimiento, que son las que necesitan más mantenimiento y sustitución. Esta simplicidad mecánica reduce, pero no elimina completamente el mantenimiento: la salud de la batería y su sistema de gestión térmica se convierten en la prioridad.

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Buenas prácticas : aceite, refrigeración, correa y conducir sin llevar el motor “al rojo”.

Los consejos de buena práctica del mecánico

Que un motor de combustión supere los 600.000 kilómetros sin averías graves no es fruto del azar: lo que marca la diferencia, insisten los profesionales, es la constancia en el mantenimiento y el respeto por la mecánica. Scotty Kilmer, dueño de un taller muy famoso en Youtube, con amplia audiencia en redes, ha resumido estos cuidados en reglas sencillas que, combinadas con una conducción sosegada, alargarían la vida del bloque motor.

El primer punto, y quizás el más repetido por los mecánicos, es el aceite. Un lubricante en buen estado evita fricciones, deposiciones y el calentamiento excesivo de piezas móviles; por eso la recomendación de cambiar aceite y filtros con regularidad aparece siempre en la lista de prioridades. El citado experto aconseja sustituir el aceite cada 8.000 km para evitar acumulación de residuos que comprometan la salud del motor.

El segundo frente es la refrigeración. El líquido refrigerante cumple la doble misión de disipar calor y proteger partes metálicas frente a la corrosión; si se degrada o se contamina puede provocar averías costosas y prematuras. En este sentido, la recomendación mencionada es renovar el refrigerante periódicamente, cada varios años según el tipo, y vigilar fugas o sedimentos que delaten un problema en el circuito.

Un tercer elemento crítico es la correa de distribución cuando el motor la monta en goma: su rotura puede provocar daños severos en el motor. El consejo práctico que circula en talleres es reemplazarla antes de llegar al desgaste severo, en el ejemplo citado, cada 160.000 km en motores con correa de goma, para evitar una avería que, en muchos casos, equivale a un motor nuevo.

Más allá de piezas y líquidos, la conducta del conductor resulta determinante. Evitar aceleraciones bruscas, no llevar el motor al “rojo” del cuentavueltas y adoptar una conducción suave reducen el estrés mecánico y el desgaste de componentes. “No lo pongas al rojo, eso desgasta las cosas más rápido”, resume la recomendación práctica que muchos mecánicos repiten a diario.

¿Significa esto que quien cuida a rajatabla su motor térmico se garantiza una vida eterna al vehículo? No exactamente. El mantenimiento reduce la probabilidad de averías y enlentece el deterioro, pero factores como el diseño, la calidad de materiales, el uso y la atención preventiva marcan el límite. Aun así, la experiencia acumulada en talleres demuestra que un programa de inspecciones y recambios periódicos es la mejor inversión para quien pretende sumar cientos de miles de kilómetros con tranquilidad.

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Los coches eléctricos prescinden de la mayoría de las tareas de mantenimiento de los de combustión.

¿Y qué pasa con los coches eléctricos?

Muchas de las rutinas descritas para motores térmicos desaparecen en un coche eléctrico. Los vehículos 100% eléctricos carecen de circuito de aceite para motor, correa de distribución y otras piezas asociadas al motor de combustión, lo que reduce el número de piezas sometidas a desgaste y, por tanto, las visitas al taller por esos conceptos. Los vehículos eléctricos presentan necesidades de mantenimiento sensiblemente inferiores a las de un coche térmico, aunque no están exentos de revisiones periódicas (frenos, 12V, neumáticos, filtros y sistemas de refrigeración de baterías).

Esa simplicidad mecánica explica parte de su atractivo económico a lo largo de su vida útil: menos piezas móviles, menos consumibles habituales (aceite, filtros, bujías) y menor desgaste de frenos por la frenada regenerativa. No obstante, no todo es ahorro absoluto: las reparaciones concretas de componentes eléctricos y la eventual sustitución de baterías pueden implicar costes elevados, y la especialización de la mano de obra impacta en el coste de algunas intervenciones.

En cualquier caso, no hay que olvidar que en un coche eléctrico hay que vigilar hábitos de carga, el sistema de refrigeración del paquete de baterías, las actualizaciones de software y los componentes eléctricos de alta tensión (inversor, cargador a bordo). Siguen siendo necesarias revisiones de neumáticos, suspensión, frenos (aunque menos frecuentes) y del circuito 12 V. En conjunto, los eléctricos tienden a tener menor coste de mantenimiento recurrente, pero exigen especialización técnica y atención a elementos cuyo reemplazo puntual puede ser costoso.