La transición energética ha elevado la cuota de generación renovable en España por encima del 50%, en ciertos meses, según datos operativos. Esa transformación obliga a adaptar tanto la normativa como la tecnología de control de las centrales. Red Eléctrica de España (REE) y el resto de actores del sector coinciden en que muchos de los protocolos vigentes necesitan ser actualizados para responder al nuevo mix, donde los inversores de parques solares y los parques eólicos deben ofrecer servicios de control de tensión que antes correspondían a plantas convencionales.
En momentos en los que la generación renovable alcanza picos de producción y la demanda es moderada, la red puede experimentar incrementos locales de tensión que, si no se controlan, comprometen la seguridad de equipos y usuarios. responsable de la operación y estabilidad del sistema, ha optado por limitar la inyección puntual de las plantas renovables para reducir esos riesgos y ganar margen de maniobra operacional.

Reducción de la rampa de entrada de las renovables
REE ha ordenado limitar, desde este miércoles, la entrada de electricidad procedente de fuentes renovables con el fin de prevenir episodios de sobretensión en el sistema eléctrico, una medida que llega en plena adaptación del sistema a una mayor penetración de fotovoltaica y eólica. La decisión, que afecta especialmente a instalaciones conectadas a la red de transporte, se presenta como una maniobra preventiva mientras se actualizan normas y equipos para garantizar la estabilidad de la red.
La medida llega en un contexto de revisión profunda de las reglas del sistema eléctrico tras el gran apagón que afectó a la península el 28 de abril de 2025, un episodio que reavivó el debate sobre la resiliencia, los automatismos y la necesidad de modernizar las protecciones y normas técnicas. Expertos y autoridades han pedido aceleración en la adaptación normativa para evitar que episodios anómalos se traduzcan en cortes masivos o daños en la infraestructura.
La decisión de REE es una medida de emergencia para proteger la estabilidad del sistema en un momento de transición.
En la práctica, y según información técnica difundida en el sector, la restricción afecta a instalaciones con potencia superior a 5 MW que estén conectadas a la red de transporte; a estas se les exigirá limitar variaciones rápidas en la inyección a la red (en algunos casos a ventanas de 15 minutos) para facilitar la gestión de tensión.

Para los operadores y promotores de renovables, ello supone la necesidad de adaptar controladores y sistemas de gestión para cumplir las nuevas instrucciones sin penalizar la producción.
A corto plazo, el impacto directo en el usuario final debería ser limitado: la seguridad del suministro prioriza evitar sobrecargas y daños en infraestructuras.
El sector también alerta de posibles efectos secundarios: si la limitación se prolonga, puede aumentar la variabilidad de la energía disponible en determinadas franjas horarias, lo que obligaría a activar generación convencional o baterías, incrementando costes operativos. Por eso, tal y como indica Reuters, agentes industriales y reguladores coinciden en que la solución no pasa por restricciones permanentes, sino por la modernización de protocolos, la implantación de tecnologías de control en renovables y el despliegue masivo de almacenamiento.