El rutenio, un metal extremadamente raro del grupo del platino, representa apenas un 0,0000002% de la corteza terrestre, lo que lo convierte en uno de los recursos más escasos del planeta. Su producción anual se limita a apenas 30 toneladas, extraídas como subproducto de la minería de platino y níquel, lo que crea un mercado con escasa liquidez y gran volatilidad. En 2025, el precio del rutenio ha duplicado, alcanzando los 25.720 $/kg, debido a la presión de la demanda generada por la inteligencia artificial, que consume hasta el 90% del suministro disponible para discos duros de alta densidad.
Esta tensión sobre el suministro amenaza tecnologías clave en movilidad eléctrica y almacenamiento de energía renovable. El óxido de rutenio era esencial en supercondensadores y baterías de litio‑oxígeno, combinando carga ultrarrápida y alta densidad energética. Sin embargo, con los precios actuales y la limitada disponibilidad, muchas iniciativas tecnológicas han quedado paralizadas o deben recurrir a soluciones más caras o menos eficientes.

Sube el precio del rutenio provocado por las tensiones entre tecnologías
El precio del rutenio, un metal ultrarraro indispensable para el almacenamiento energético, se ha duplicado en 2025 hasta alcanzar 25.720 $/kg, según datos del refinador Johnson Matthey recopilados por Bloomberg. Esta grave subida supera a la del oro o la plata, y se sitúa cerca del nivel récord de 27.970 $/kg registrados hace 18 años.
La razón de este incremento es una creciente demanda que responde en gran medida al consumo de centros de datos para inteligencia artificial (IA), que utilizan rutenio en discos duros de alta densidad y absorben hasta el 90% del suministro anual, limitado a sólo 30 toneladas anuales como subproducto de la refinación de platino o níquel.
Este incremento de precio genera tensiones en el despliegue de tecnologías clave para la integración de las renovables, como supercondensadores y baterías de litio‑oxígeno, donde el óxido de rutenio suponía un componente crítico para alcanzar grandes densidades energéticas con carga ultrarrápida. Sin embargo, ahora estas soluciones se ajustan a presupuestos y proveedores más restringidos, amenazando la competitividad de la movilidad eléctrica y el almacenamiento masivo de energía.
Aunque la minería no puede escalar fácilmente su producción, la investigación en reciclaje de catalizadores y alternativas tecnológicas podría mitigar este cuello de botella, aportando sostenibilidad a medio plazo.
Mientras tanto, surgen tecnologías prometedoras que evitan la dependencia del rutenio. Las baterías de hierro‑aire, impulsadas por empresas como Form Energy, prometen almacenar energía durante hasta 100 horas, con componentes abundantes como hierro y aire, y un coste sustancialmente inferior al de las químicas convencionales de litio o rutenio Asimismo, los supercondensadores, investigados por el CSIC, ofrecen ventajas como carga rápida, alta potencia específica y durabilidad a largo plazo, convirtiéndose en una alternativa viable para estabilizar el suministro renovable
Estas soluciones podrían ser escalables y servir como respaldo para electrificación del transporte urbano y carga en momentos pico, incluso en zonas menos accesibles, siempre que se desarrollen y optimicen a gran escala.

Impacto para la movilidad eléctrica y el sector energético
El encarecimiento del rutenio presenta un desafío directo para fabricantes de coches eléctricos que aspiren a baterías más avanzadas o sistemas de carga ultrarrápida. La presión sobre el suministro de este metal exige una reconsideración en el diseño de baterías y estrategias de reciclaje de materiales críticos.
No obstante, la inteligencia artificial también ofrece una vía de optimización: el uso de machine learning para gestionar la recarga inteligente de flotas de vehículos eléctricos y ajustar dinámicamente el uso de almacenamiento puede minimizar costes y evitar picos de demanda innecesarios, ayudando a amortiguar el impacto del encarecimiento de materias primas.