Las pila de combustible de hidrógeno es una solución muy indicada para el transporte pesado, como camiones de larga distancia o vehículos de gran tonelaje. Esta tecnología convierte hidrógeno en electricidad mediante una reacción electroquímica, lo que permite alimentar un motor eléctrico sin emisiones de CO₂ ni partículas contaminantes, solo expulsa vapor de agua. Además, proporciona una autonomía comparable a la de los camiones diésel, con repostajes que requieren entre 10 y 20 minutos, lo que reduce significativamente los tiempos muertos en comparación con los camiones eléctricos de batería
La densidad energética del hidrógeno, de alrededor de 120 MJ/kg, casi tres veces la del diésel, permite recorrer largas distancias sin sobrecargar el vehículo con pesadas baterías, preservando la capacidad de carga útil. Además, el conjunto de propulsión, pila más motor eléctrico, presenta ventajas logísticas claras: manteniendo una distribución similar al sistema diésel, no penaliza el espacio de carga, a diferencia de las baterías. Pero, al igual que es muy apropiada para estos grandes vehículos, la pila de combustible de hidrógeno aplicada a motocicletas se propone como una propuesta atractiva para el sector de las dos ruedas.

¿Por qué hidrógeno en la moto?
Esta tecnología convierte hidrógeno en electricidad para alimentar un motor eléctrico, eliminando emisiones contaminantes (solo se expulsa vapor de agua) y permitiendo repostajes en apenas cinco minutos, una ventaja frente a los tiempos de carga de las baterías convencionales y que ofrece muchas ventajas en el sector de las dos ruedas.
Algunos fabricantes como Honda han presentado prototipos como la “CRF450L Fuel Cell”, mientras que BMW y varias startups exploran versiones de alto rendimiento. Estos primeros pasos sugieren un futuro claro, aunque todavía lejano, para poner en el mercado la motocicleta ecológica alimentada por hidrógeno.
La viabilidad de las motos de hidrógeno enfrenta a algunos obstáculos relevantes. En primer lugar, la infraestructura de repostaje es escasa, lo que limita su uso fuera de entornos controlados o piloto. Construir una estación de hidrógeno implica una inversión de millones de dólares, cifra que desencadena reticencias entre inversores.
Actualmente, existe una concentración significativa de estas instalaciones solo en ciertas regiones como Asia oriental y Europa central. El elevado coste inicial de producción de pilas de combustible y depósitos seguros restringe en gran medida su comercialización en masa. A ello se suma el reto de producir hidrógeno de forma sostenible (hidrógeno verde). La mayoría del hidrógeno disponible hoy proviene de combustibles fósiles, lo que reduce su perfil ecológico, y solo el obtenido mediante electrólisis con energías renovables puede considerarse realmente limpio.
Sin embargo, los fabricantes no ignoran estas limitaciones y están invirtiendo progresivamente en soluciones tangibles. En Japón, la alianza tecnológica HySE agrupa a marcas como Kawasaki, Honda, Yamaha y Suzuki, con el respaldo también de Toyota, Mazda y Subaru. Está desarrollando motores pequeños de combustión basados en hidrógeno para motocicletas, scooters y dispositivos de micromovilidad.

Este esfuerzo conjunto incluye investigación en producción, transporte y almacenamiento de combustibles sintéticos derivados del hidrógeno. Un hito reciente fue la prueba en Le Mans por parte de Kawasaki, que mostró un prototipo de moto con motor de combustión de hidrógeno, fruto de este esfuerzo, y constituye la primera exhibición pública de una moto experimental con esta tecnología.
La combinación de hidrógeno e impulsión eléctrica también está en desarrollo. Por ejemplo, el concepto Hydra, creado por el estudio Kiska, visualiza una motocicleta futurista alimentada por pila de combustible, con almacenamiento integrado de hidrógeno y sin baterías voluminosas, lo que garantiza autonomía y potencia sin sacrificar agilidad ni peso.
Las motocicletas de hidrógeno tienen un gran potencial: recarga rápida, autonomía prolongada y cero emisiones locales. Sin embargo, su entrada en el mercado real depende de la superación de barreras técnicas (como almacenamiento seguro y producción verde) y estructurales (costes elevados y escasa red de repostaje).