Durante años, la sabiduría popular y algunos fabricantes han advertido que las aceleraciones bruscas acortan la vida de las baterías en los coches eléctricos. Sin embargo, una nueva investigación de la Universidad de Stanford cambia por completo esa narrativa. El estudio demuestra que los patrones de conducción reales, con sus constantes cambios de ritmo, no solo no dañan las baterías, sino que pueden prolongar su vida útil en más de 300.000 kilómetros, frente a lo estimado en las pruebas de laboratorio.
El trabajo, publicado en la prestigiosa revista Nature Energy, analizó el comportamiento químico de las celdas de ion-litio sometidas a diferentes tipos de uso. Los investigadores descubrieron que las baterías que experimentan pulsos de corriente y breves periodos de descanso, como los que se dan al acelerar, frenar o permanecer en un semáforo, sufren menos degradación interna que aquellas sometidas a cargas y descargas constantes en entornos controlados.
Las pausas ayudan a “respirar” a la batería

El equipo científico explica que las breves pausas entre ciclos reducen la formación de litio metálico y el sobrecalentamiento de los electrodos, dos de los principales factores de desgaste. Esos “microciclos” alivian la tensión química y permiten que la batería mantenga una mayor capacidad y estabilidad a largo plazo.
En palabras simples: la conducción normal, con aceleraciones y frenadas ocasionales, puede ser más beneficiosa para las baterías que los patrones de carga artificialmente suaves. Eso sí, los autores aclaran que esto no significa que los conductores deban abusar del acelerador, sino que pueden disfrutar de una conducción natural sin miedo a acortar la vida útil del vehículo.
Un cambio en el cálculo del coste real del coche eléctrico

Este hallazgo podría redefinir el coste total de propiedad (TCO) de los coches eléctricos. Si las baterías duran más, el valor de reventa aumenta y las garantías ofrecidas por los fabricantes podrían cubrir sobradamente la vida útil del vehículo.
Por ejemplo, Tesla garantiza sus baterías durante ocho años o 240.000 kilómetros, mientras que Hyundai ofrece una cobertura de diez años o 160.000 kilómetros. Si la vida útil real se extiende un 38%, muchos usuarios llegarán al final del periodo de garantía con la batería en plena forma.
Consejos básicos que siguen siendo esenciales
Aun con estos resultados optimistas, los investigadores recuerdan que los factores más dañinos siguen siendo las temperaturas extremas y los niveles de carga muy altos o bajos. Para maximizar la durabilidad, recomiendan:
- Cargar el vehículo hasta un 80-90% de su capacidad total.
- Evitar mantenerlo al 100% o por debajo del 10% por largos periodos.
- Permitir que el sistema de gestión térmica regule la temperatura antes de cargas rápidas.
- En viajes largos, reanudar la marcha tras alcanzar el nivel deseado de carga.
Más confianza para los compradores de eléctricos
El estudio refuerza la confianza en los coches eléctricos modernos, que integran avanzados sistemas de gestión térmica y software inteligente. Modelos como el Tesla Model Y, el Hyundai Ioniq 5 o el Volkswagen ID.4 ya aprovechan estos avances para ofrecer baterías más estables, duraderas y seguras.
En definitiva, la ciencia respalda ahora lo que muchos conductores sospechaban: conducir de forma natural, sin miedo a la aceleración, puede ser una aliada inesperada de la longevidad de las baterías eléctricas.