Es de conocimiento general que las baterías de los coches eléctricos no se llevan bien con el frío, algo que tiene que ver con su composición y con cómo reacciona ésta con las bajas temperaturas. Sin embargo, no es tan conocido que los vehículos de cero emisiones también lo pasan mal con las altas temperaturas. Por eso, estos son algunos consejos sobre cómo evitar que tu coche eléctrico pierda autonomía con el calor del verano.
Por qué el calor afecta a la batería
Igual que ocurre con el frío, la temperatura ambiente afecta a la reacción electroquímica que tiene lugar en el interior de las baterías ión-litio que utilizan los coches eléctricos. Las baterías tienen un rango de temperatura ideal en el que tienen un funcionamiento óptimo y, por tanto, permite que el automóvil consiga su autonomía máxima. Esa horquilla se podría establecer entre los 18 y los 30 °C.
Se trata de un rango de temperaturas propio de la primavera o del otoño, precisamente las dos estaciones que cada vez son más cortas en España, así que lo más habitual es que un modelo de cero emisiones opere, bien por debajo, bien por encima de esos márgenes. En plena ola de calor, en cualquier lugar de la península es fácil superar los 35 e incluso los 40 grados.
Qué dice la ciencia y qué recomiendan los fabricantes
La explicación científica de todo esto es que, a nivel químico, el calor hace que las reacciones de los iones de litio se aceleren, lo que hace que con temperaturas extremas la eficiencia en la conversión de energía de la batería se reduzca.
Hay diversos informes que cuantifican cómo afecta el calor al comportamiento de los coches eléctricos. Según éste de Recurrent Auto, a una temperatura ambiente de 32 grados, la autonomía de vehículo apenas se ve mermada, puesto que pierde un 5%, un margen que puede considerarse aceptable y que, en cualquier viaje, se puede perder, por ejemplo, si se aprieta el acelerador más de la cuenta. Sin embargo, la cosa cambia, y mucho, cuando el termómetro marca los 37 grados, puesto que la pérdida es del 17 o del 18%, lo que sí es una cantidad importante, y, si se llega a los 41 grados, la reducción es del 31%.
Pero, ¿a qué se debe esto? El motivo principal es que el sistema del coche está constantemente empleando energía para refrigerar la batería, ya que si alcanza temperaturas demasiado altas puede ser incluso peligroso. De esta manera, incluso con el coche parado, se drena de manera constante la electricidad disponible para mantener la refrigeración, algo que se incrementa todavía más mientras se está circulando.

Consejos prácticos para conservar la autonomía
La clave para conservar la autonomía está en regular la temperatura en el sentido más amplio de la palabra. Lo más importante es evitar que el coche se caliente, algo que es más sencillo de decir que de hacer. Lo ideal es aparcar el automóvil en un garaje subterráneo, que suelen ser más frescos, pero lo imprescindible es alejar el vehículo de la acción directa del sol, así que basta con estacionarlo en un lugar en el que le dé la sombra.
Esto tiene dos consecuencias positivas. Primero vamos con la menos conocida: como hemos comentado, así se elevará menos la temperatura de la batería, así que habrá que dedicar menos energía a refrigerarla y el alcance se resentirá menos. Por otro lado, el interior del vehículo tampoco alcanzará temperaturas más extremas, por lo que costará menos refrescarlo utilizando el sistema de climatización.
En cuanto a esto, hay que ser eficientes para bajar la temperatura del coche. No hay que activar el aire acondicionado / climatización nada más subirse, lo ideal es sacar primero el calor del habitáculo, lo que se puede conseguir abriendo y cerrando la puerta mientras que la del otro lado está abierta o, directamente, poniendo en marcha el coche dejando las ventanillas abiertas, para que la corriente saque el calor. Una vez haya bajado unos grados, se puede activar la climatización, que tendrá que hacer un esfuerzo inferior y así gastará menos batería.
Por último, también es recomendable recargar el coche cuando la temperatura sea más fresca, puesto que, si son muy altas, el propio sistema puede limitar la potencia de recarga (y, en consecuencia, su velocidad) para evitar daños. Si no tienes más remedio que recargar a las 5 de la tarde, intenta que el punto esté a la sombra para que no esté tan caliente.