Los senadores del Partido Republicano han introducido una modificación al proyecto de ley fiscal y presupuestaria respaldado por Donald Trump que prevé la eliminación anticipada del crédito fiscal federal de 7.500 dólares para la compra de vehículos eléctricos. Si la nueva versión de la ley es aprobada por el Senado, el beneficio desaparecerá a partir del 30 de septiembre de 2025, es decir, tres meses antes del calendario previsto.
El Senado se encuentra actualmente en las etapas finales de la redacción de su propia versión del paquete legislativo, que ya fue aprobado por la Cámara de Representantes a finales de mayo. La nueva legislación representa una clara ofensiva contra las políticas de transición energética impulsadas en años recientes, y en particular contra el impulso a la movilidad eléctrica, uno de los pilares del plan climático de la Administración de Joe Biden.
Fin anticipado a un incentivo clave

El texto actualizado de la ley modifica la sección del código tributario, cambiando la fecha límite para acceder al crédito fiscal por vehículos eléctricos. Originalmente, el crédito de 7.500 dólares iba a estar disponible hasta el 31 de diciembre. Con la nueva modificación, solo se aplicará a los vehículos adquiridos hasta el 30 de septiembre de 2025, una reducción drástica del plazo originalmente aprobado bajo la Ley de Reducción de la Inflación (IRA).
La versión anterior del proyecto de ley preveía una eliminación gradual del crédito en un plazo de 180 días tras su entrada en vigor, y contemplaba excepciones para fabricantes que no hubieran alcanzado las 200.000 unidades vendidas de vehículos eléctricos en territorio estadounidense. Con la nueva enmienda, esa transición se acelera bruscamente y se eliminan las disposiciones especiales.
Una ley moldeada por la industria petrolera
La orientación general del proyecto de ley ha despertado críticas por favorecer abiertamente los intereses de la industria de los combustibles fósiles. De hecho, durante su campaña, Trump prometió a los principales ejecutivos petroleros que eliminaría los incentivos a las tecnologías limpias a cambio de más de 1.000 millones de dólares en apoyo financiero. Varios medios y analistas han señalado que esta promesa se ha traducido directamente en el contenido del nuevo paquete legislativo.

Uno de los aspectos más llamativos de esta situación es el aparente desconcierto de Elon Musk, CEO de Tesla, quien ha mostrado sorpresa por la dirección de la política republicana, pese a haber contribuido personalmente con alrededor de 300 millones de dólares al Partido Republicano y a la campaña de Trump. Musk había defendido públicamente la eliminación de subsidios al sector eléctrico, bajo la premisa de que Tesla podía competir sin ellos. No obstante, la realidad del mercado en 2025, con ventas en declive y producción reducida, está demostrando que incluso Tesla podría verse afectada gravemente por esta medida. De hecho, Musk ya ha criticado las políticas de Trump en este sentido.
Los analistas del sector ya anticipan que Tesla podría comenzar a registrar pérdidas financieras en el cuarto trimestre de 2025, mucho antes de lo que se había previsto inicialmente, como resultado de la pérdida del incentivo y su impacto sobre la demanda.
Ataque generalizado a las energías limpias
El proyecto de ley no se limita a la eliminación del crédito para vehículos eléctricos. También incluye cláusulas que aceleran la eliminación de incentivos fiscales para proyectos de energía solar, eólica y de almacenamiento energético. Además, se impondrán impuestos adicionales a aquellos proyectos que utilicen materiales o componentes de origen chino, una medida que podría obstaculizar el desarrollo de nuevas instalaciones renovables en EEUU, dado que China es un proveedor clave de paneles solares, baterías y tierras raras.
Desde el punto de vista estratégico, diversos expertos han advertido que esta legislación podría tener efectos negativos profundos sobre la competitividad del sector del automóvil estadounidense. Mientras países como China, Alemania, Corea del Sur y Japón redoblan sus apuestas por la electrificación del transporte, Estados Unidos corre el riesgo de quedar rezagado tecnológicamente en un sector clave del futuro.
Además, al eliminar incentivos sin una transición planificada, se dificultará la adopción masiva de vehículos eléctricos por parte de los consumidores que dependen del crédito fiscal para acceder a modelos todavía más caros que sus equivalentes de combustión.