Los fabricantes europeos de automóviles recibieron un inesperado alivio en medio de las tensiones comerciales entre Washington y Bruselas. Un nuevo acuerdo alcanzado a finales de julio entre la Unión Europea y Estados Unidos contempla una reducción de los aranceles aplicados a los vehículos europeos, que pasan del 27,5% al 15%, con carácter retroactivo desde el 1 de agosto.
La medida supone un respiro para la industria del automóvil, que había visto sus márgenes fuertemente presionados por los incrementos arancelarios impulsados por el presidente Donald Trump, quien incluso llegó a amenazar con imponer tarifas del 30% a diversos sectores estratégicos europeos. Antes de su regreso a la Casa Blanca, los automóviles pagaban apenas un 2,5% al entrar en Estados Unidos.
Europa ha cedido ante Trump

El alivio para los fabricantes de coches no llega gratis. A cambio, la Unión Europea se ha comprometido a eliminar aranceles sobre todos los bienes industriales de origen estadounidense y a otorgar un acceso preferente a productos agrícolas y alimentarios norteamericanos. Entre ellos se encuentran frutos secos, lácteos, frutas frescas y procesadas, aceites vegetales, carne de cerdo y bisonte, además de semillas para cultivos.
El acuerdo también contempla un ambicioso compromiso energético: Europa importará 750.000 millones de dólares en gas natural licuado, petróleo y energía nuclear procedentes de EEUU hasta 2028. A ello se suma la compra de al menos 40.000 millones de dólares en chips de inteligencia artificial destinados a centros de datos europeos, así como un aumento sustancial en la adquisición de equipamiento militar y de defensa fabricado en Estados Unidos.

Según explicó el comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, la aplicación de los aranceles reducidos a los coches europeos dependerá de que la UE inicie el proceso legislativo necesario para autorizar estas importaciones. "Estamos trabajando muy duro para completarlo lo antes posible", afirmó.
El sector vinícola y de licores, el gran perdedor
Si bien los fabricantes de automóviles celebran la medida, no todos los sectores europeos comparten el optimismo. La industria del vino y los licores, que exporta cada año productos por valor de 9.000 millones de dólares a Estados Unidos, esperaba obtener una reducción arancelaria similar. Sin embargo, quedó fuera del acuerdo y seguirá soportando gravámenes que limitan su competitividad en el mercado estadounidense.
En definitiva, el pacto se percibe como un triunfo parcial para la industria del automóvil europea, pero plantea interrogantes sobre el impacto en otros sectores clave que no recibieron el mismo trato. Europa, mientras tanto, refuerza su dependencia energética y tecnológica de Estados Unidos en un contexto de tensiones comerciales globales.