Con Donald Trump y Elon Musk enfrascados en una guerra de declaraciones a través de la red social X y los medios, parece que fue hace años, pero sólo, hace tres meses, que Donald Trump tomó la decisión de comprarse un Tesla Model S Plaid.
Donald Trump e Elon Musk han pasado de ser los mejores amigos a los más encarnizados rivales en cuestión de días. Si el CEO de Tesla fue uno de los principales apoyos económicos durante la campaña electoral que llevó a Trump a la presidencia -se calcula que se gastó 240 millones de euros- y acabó dirigiendo el DOGE, el Departamento de Eficiencia del Gobierno norteamericano; ahora esta amistad se ha venido abajo.

En esta guerra, ¿qué decisión ha tomado Donald Trump respecto a su Tesla Model S?
Tras abandonar el Gobierno hace apenas una semana por la presión de los accionista, clientes e incluso trabajadores de Tesla, Elon Musk estallaba hace días en X contra la última propuesta legislativa de la Administración de Donald Trump, a la que calificó como una "aberración repugnante" y advirtió que podría llevar a Estados Unidos a la bancarrota.
Esta propuesta de ley incluye la eliminación de las ayudas a la compra de coches eléctricos en Estados Unidos. Y se sospecha que esa ha sido la razón por la que Elon Musk, calificándola así, dió inicio a una guerra de declaraciones entre él y el mismísimo presidente de los Estados Unidos que hizo que las acciones de Tesla se desplomaran hasta un 14% en una sola jornada.

Pero no sólo las acciones de Tesla han sido las que han sufrido las consecuencias de esta guerra de declaraciones. Hay otro afectado por esta enemistad. Y no es otro que el Tesla Model S Plaid que Donald Trump compró hace apenas tres meses a Elon Musk, como forma de apoyo al CEO de Tesla, que estaba sufriendo daños en su imagen pública.
Y aunque Donald Trump no ha conducido este coche ya que lo tiene prohibido, acaba de tomar la decisión de ponerlo a la venta. Así lo ha señalado un informante anónimo que trabaja en la Casa Blanca a The New York Times.
El medio norteamericano asegura que este coche, que el presidente tiene prohibido conducir pero que sí podría usar el personal de la Casa Blanca, permanece sin uso y está habitualmente aparcado a las afueras de la residencia presidencial.
Y es que, más allá de su amistad -temporal- con Musk, Donald Trump ha mostrado durante muchos años una conocida aversión a los coches eléctricos, de los que ha señalado en multitud de ocasiones que cuestan mucho y “no llegan muy lejos”.