La volatilidad es algo habitual en el mundo actual. Las cosas cambian mucho más deprisa de lo habitual. Desde el precio de las criptomonedas a la forma en la que nos movemos. También las relaciones personales, profesionales y comerciales. Elon Musk y Donald Trump parecían ser los mejores amigos del mundo mundial. El apoyo del hombre más rico del mundo ha permitido al ahora Presidente de Estados Unidos acceder una vez más a la Casa Blanca. No hace ni medio año que Trump ocupa el Despacho Oval, pero esa buena relación con Musk parece ahora truncada. La guerra entre ambos líderes ha estallado y Tesla está sufriendo las consecuencias.
Tras ganar la carrera presidencial, Donald Trump recompensó a Elon Musk con un puesto de responsabilidad en su ejecutivo. El CEO de Tesla se ha encargado, durante sólo unos meses, de dirigir la agencia encargada de controlar el gasto de la administración pública. Durante estos meses Musk ha sacado la tijera y ha aplicado su particular estilo de dirección con el objetivo de reducir el gasto del Gobierno estatal. Sin embargo, tras la cortina, la relación con el presidente republicano se ha ido tensando poco a poco hasta que Musk ha decidido abandonar el cargo y toda responsabilidad en la política americana.

150.000 millones de caída bursátil en sólo 24 horas
A Trump parece no haberle sentado muy bien la decisión ni las recientes declaraciones del hasta hace unos días colega. No ha pasado mucho tiempo hasta que ambas figuras han empezado a cruzar declaraciones, cada cual más tensa que la anterior. Hay que tener en cuenta que todo el mundo daba por hecho que la cercanía de Musk al Despacho Oval siempre se ha correspondido con el interés. Un interés para beneficiar a sus empresas, particularmente a Tesla que parece la más inestable en la actualidad. La entrada de Musk en la política americana de la mano del republicano es lo que, en parte, ha causado dicha situación. Muchos clientes han huído de la marca ante la politización de esta.
A pesar de la caída en las ventas, Musk seguía interesado en la política para así lograr un beneficio duradero para Tesla. Elon Musk quiere convertir a su empresa en una de las más grandes compañías tecnológicas del mundo. La conducción autónoma y los servicios de transporte sin conductor son, según su CEO, el próximo gran paso. Para ello necesita cambios importantes en las normativas de tráfico y regulación de la conducción autónoma. Normas que podrían cambiar fácilmente a su favor gracias a la estrecha relación que Musk ha mantenido con Donald Trump todo este tiempo. Ahora, todo corre peligro.

Con el cruce de declaraciones calentándose cada vez más, las acciones de Tesla han recibido un duro golpe. El jueves, las acciones de Tesla cerraron con una caída del 14%, en sólo una hornada, lo que supone 150.000 millones menos de valor de mercado. Un conflicto abierto con Trump podría plantear múltiples obstáculos para Tesla y el resto del vasto imperio empresarial de Musk. El Departamento de Transporte de EE.UU. regula los estándares de diseño de vehículos y tendría una gran influencia en la posibilidad de que Tesla produzca robotaxis en masa sin pedales ni volantes. La semana que viene el servicio de robotaxis empezará a rodar por las calles de Austin. En un año y medio Musk espera tener 1.000.000 de vehículos circulando por todo Estados Unidos.